Todo parece indicar que Ecuador tendrá que esperar hasta abril para conocer el nombre del sucesor de Rafael Correa. El escrutinio, que se esperaba fuera rápido, tomó más tiempo de lo esperado. Hasta ahora, Lenín Moreno, el candidato del actual mandatario, es el ganador en las urnas. De eso no cabe la menor duda. De acuerdo con el conteo del 87% de los votos, tiene el 39,10% de los votos. Sin embargo, ese resultado no le es suficiente para coronarse en primera vuelta.
De acuerdo con las leyes electorales, para que un candidato gane en primera vuelta debe sacarle 10 puntos al segundo lugar, en este caso el conservador empresario, Guillermo Lasso, quien hasta ahora suma el 29,57% de los votos. Los oficialistas creen que Moreno obtendrá la diferencia al final del conteo, pero la oposición dice que si eso sucede será fraude. “Hay segunda vuelta electoral”, aseguró Lasso, líder del Movimiento CREO.
La contienda electoral estuvo determinada por el cóctel que sacude a la dolarizada economía de Ecuador: debacle petrolera, devaluación de monedas vecinas, fortalecimiento del dólar y altísimos costos del terremoto del pasado abril.
Esta "tormenta perfecta", según el gobierno, es para la oposición una posibilidad de atizar el descontento de las clases medias y bajas, que hablan de derroche y mala gestión.
Pero, sobre todo, puso en juego dos modelos opuestos. Por un lado, el continuismo de Moreno, con un sistema que combina un disparado gasto social con altos impuestos y elevado endeudamiento. Por otro, el cambio de Lasso y Viteri, afín a fomentar la inversión extranjera y bajar los impuestos para estimular el consumo y la producción nacional.
Un invitado inesperado ha irrumpido: la corrupción, con casos como el de la petrolera estatal Petroecuador, que implicó a un exministro de Correa, y el de los supuestos sobornos de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos, por unos 33,5 millones de dólares. Los electores dirán si son "distorsiones" de la campaña, como afirma Correa.
Esta elección también supuso un nuevo test para la izquierda latinoamericana, tras el giro hacia la derecha en Argentina, Brasil y Perú en el último año. Los ecuatorianos podrían frenar lo que Correa define como la "restauración conservadora" en la región. Pero si no lo hacen, Ecuador dejará sola a la Venezuela de Nicolás Maduro y a la Bolivia de Evo Morales. Estos son los dos candidatos que aventajan el conteo.
Lenín Moreno
Exvicepresidente de Correa entre 2007 y 2013, de hablar pausado y sonrisa fácil, Lenín Moreno, de 64 años, es la carta del movimiento oficialista Alianza País para perpetuar el "Socialismo del siglo XXI".
A diferencia de la imagen fuerte que proyecta Correa, su estilo "afable y conciliador" según el propio mandatario, lo perfila, como alguien capaz de abrir un diálogo con sectores enfrentados con el correísmo en la última década, opinan analistas.
Moreno, parapléjico por un disparo en un asalto en 1998, se traslada en silla de ruedas y podría convertirse en el primer ecuatoriano con discapacidad en asumir la Presidencia.
Licenciado en administración pública con estudios de medicina y psicología, es el abanderado de las causas sociales tras liderar la Misión Manuela Espejo, primer diagnóstico de la situación de los discapacitados en Ecuador.
"El poder es un ejercicio de humildad, de servicio, no de vanidad", declaró hace poco el candidato, que escribe libros de humor y en sus discursos no faltan los chistes.
Casado y con tres hijas, oriundo de la provincia amazónica de Orellana (este), fue nominado al premio Nobel de Paz en 2012 y designado en 2013 secretario general adjunto de la ONU para la discapacidad.
Guillermo Lasso
Exbanquero de 61 años, exministro de Economía en el gobierno del derrocado Jamil Mahual y exgobernador de la provincia de Guayas, Guillermo Lasso, representante de la derecha conservadora, aspira por segunda ocasión a la presidencia de Ecuador, tras perder en 2013 en primera vuelta.
Nació en Guayaquil (suroeste) en una familia de "clase media". Casado y con cinco hijos, se define como un "emprendedor".
Trabajó desde los 15 años, llegó a ser presidente del Banco de Guayaquil aunque abandonó sus estudios universitarios de Economía, y se dedicó de lleno a la política desde 2012.
"Vamos por el cambio" es su lema y su mayor oferta es la creación de un millón de empleos en cuatro años.
Eliminar 14 impuestos y atraer inversión extranjera son otras propuestas del candidato del movimiento Creo. Correa le achaca su participación en la crisis bancaria de 1999 que derivó en la dolarización del país en 2000, el congelamiento de depósitos y la migración de cientos de miles de ecuatorianos.