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EXTREMADURA

Palacio de Luis de Chávez
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Palacio de Luis de Chávez

Los Reyes Católicos En Trujillo. Aportaciones Históricas

  • Por José A. Ramos Rubio - Cronista Oficial De Trujillo

martes 01 de julio de 2025, 23:20h
01JUL25 – TRUJILLO.- Custodiando la Puerta de Santiago y lindando con la muralla de la Villa, se levanta la casa-fuerte de los Chaves el más importante de los alcázares trujillanos y uno de los más notables ejemplos extremeños de esta tipología arquitectónica cívico-militar.

Los orígenes del edificio se remontan a la primera mitad del siglo XIV y se deben a la iniciativa de Juan Alfonso de la Cámara, del linaje de los Altamirano, que fue camarero del rey Alfonso XI. El nieto de Fernán Ruiz de Castro, Alfonso Mateos de Altamirano cambió su apellido por Mateos de Trujillo, se casó con Teresa Sandoval y fueron padres de Juan Alfonso de la Cámara. Preparó este alcázar como vivienda familiar donde se iniciará el mayorazgo de Orellana la Vieja reparando la puerta de Santiago en tiempos de Alfonso XI tal y como reza en la inscripción:

EN LA ERA DE MIL E CCC E LX E IX AÑOS (1331)
EN EL MES DE EL MUY NOBLE REY
DON ALFONSO VNCENO TRUGLLO
LA SEGUO DEL ALLO QUE EL MURO
DESTA VILLA QUE ES DADA ONDO...

(mandó reparar la muralla)
(hay un escudo de Castilla y León, y otro de Altamirano. Fuera, en la hornacina ahora vacía, había una imagen de Santiago en piedra y al lado otro escudo Altamirano).
Anexa otra inscripción donde podemos leer:

ALFONSO MATHEOS DE AL
POSO MATEO DE TRUGSELLO
E EL DIGNO SONAR AL DORSO
E OMENEOL ALABRAR
MEDES PRIMERO DIA DE AGOSTO
DE LA DIGNA ERA SONAR DE CORDOVAR.

Alfonso Matheos de Trujillo tomó el título "de Trujillo" por derecho de familia ya que en tiempos de Fernando II de León su antepasado Fernando Rodríguez de Castro se convertirá en señor de Trujillo por apresar en 1169 (batalla de Badajoz) al portugués Gerardo Sempavor que le entrega Trujillo, Montánchez, Santa Cruz y Monfragüe. Por esta causa el apellido de Trujillo tiene las mismas armas que los Castro: trece roelas.

En esta casa viviría hasta que se traslada a otra vivienda de su propiedad, dejando el alcázar a su hija Marina Alfonso de Orellana, la cual había casado con Nuño García de Chaves. Los nuevos inquilinos del edificio, sobre el que Juan Alfonso de la Cámara les había otorgado mayorazgo, lo ampliaron para incrementar su nobleza, aunque sería el nieto de éstos, Luis de Chaves, quien, mediante importantes obras de remodelación, consiguió dar al edificio el empaque que hoy presenta y que hizo de él en el siglo XV uno de los edificios más importantes de Trujillo.

Juan II había concedido Trujillo como dote al infante de Aragón don Enrique que se había casado con la infanta (hermana) de Castilla doña Catalina a cambio del marquesado de Villena que le tenía prometido. Los hombres de confianza del infante en Trujillo fueron: Pedro Alfonso de Orellana, sexto hijo de Pedro Alfonso de Orellana la Vieja y nieto de Juan Alfonso de la Cámara al que puso al frente del Castillo junto a su escudero el bachiller García Sánchez de Quincoces. Los trujillanos no vieron bien la situación y menos cuando comenzaron los desmanes de las gentes del Infante cuando empieza la guerra de Aragón y Castilla en 1429. Don Álvaro de Luna pidió al rey don Juan II la capitanía de Extremadura organizando un ejército de doscientos caballeros de Alcántara y Calatrava más las huestes del conde Benavente, las de los adelantados de Andalucía, Cazorla y tropas de Cigales, Con todos marchó contra Trujillo donde don Enrique y don Pedro estaban bien pertrechados pero estos infantes al verles venir destrozaron los arrabales de San Martín y San Clemente huyendo hacia Alburquerque.

El castillo seguía en manos de Pedro Alfonso de Orellana y de Garci Sánchez de Quincoces. Don Álvaro de Luna parlamentó con Pedro Alfonso diciéndole que entregara el castillo o se cargaba a dos de sus hijos que tenía presos, el de Orellana le contestó que no eran modales de caballero sus argucias pero que le reconocía como representante Real y por su parte no había inconveniente si lograba convencer a su otro socio, al Quincoces.

La ayuda que los trujillanos hicieran en la causa contra los Infantes de Aragón predispusieron a don Álvaro de Luna para interesar al Rey que extendería a la villa de Trujillo el título de Ciudad en 1430, confirmando el nombramiento en un fenecido pergamino que se dejaron quemar recientemente. El pergamino estaba fechado en Zamora el 20 de Enero de 1432, doscientos años después de su reconquista se reconocía un derecho que ya tenía en los tiempos de Abd al-Rahman III cuando Tarjala era una cora con su correspondiente gobernador o walí.

Al desaparecer en Extremadura el peligro sarraceno, con una nobleza poderosísima, como consecuencia de sus intervenciones decisivas en las ocupaciones de estos territorios surgió el problema de la hegemonía de estas y el poder real, Se dieron casos de “desnaturalizaciones” por parte de muchos nobles, con lo que se iniciaron una serie de luchas, que fueron aumentando, hasta convertirse en guerra civil. Los reyes potenciaron el "Poder Llano" por lo que las ciudades y villas realengas les prestaron su colaboración y fueron el soporte de la Corona. Dichas luchas se agravaron por que en cada comarca existían otras para dirimir la hegemonía entre los linajes influyentes, pues la rivalidad era fruto permanente, produciéndose una serie de hechos que debemos resumir en dos periodos, el de la privanza de Don Álvaro de luna y la de Don Juan Pacheco, Marqués de Villena. En el reinado de Juan II, su privado Don Álvaro, siguiendo una política de autoridad, intenta reducir las desmesuradas ambiciones de la gran nobleza y las demasías de los caballeros de las ciudades. En 1430, Pedro Alfonso de la Cámara entrega la fortaleza de Trujillo que Don Álvaro atacó, siendo vencido tanto él como su escudero el Bachiller García Sancho de Quincoces, por lo que el valido fue premiado con el ducado de Trujillo, elevándose de villa realenga a la categoría de ciudad. Por entonces se produce el principio del fin de las luchas de los infantes de Aragón. Don Álvaro hizo huir de nuestras tierras a Don Enrique y Don Pedro. Perseguidos en Montánchez, son definitivamente derrotados en Alburquerque.

La voluntad de Juan II, siempre a merced del valido de turno, concedió el señorío de la comarca a Don Pedro de Zúñiga, produciéndose un levantamiento de la ciudad, en defensa de sus privilegios y en contra de este vasallaje. Versátil, el Rey, favoreció dicho levantamiento, para lo cual envió a Don Gutiérrez de Sotomayor y en 1441 toma y recibe de nuevo para sí esta zona. En 1446 es otra vez feudo de Don Álvaro que ostenta el título de Duque de Trujillo, hasta que la versátil fortuna cambió de signo y en 1453 fue decapitado.

Cuando muere Juan II (1454), toma el peso de la corona su hijo Enrique IV, el que en actuaciones bastardas se había coaligado con los infantes de Aragón en contra de su padre y ya por entonces era influido por un personaje, amigo de la niñez, de realenga sangre, llamado Don Juan Pacheco, Marques de Villena.

Con la subida al poder del nuevo monarca, Don Álvaro de Zúñiga pretendió el señorío de Trujillo, pero como a su padre Don Pedro, la ciudad, a las órdenes de Gracián de Sesé, se opuso a la entrega de la fortaleza, a ninguno que fuese del linaje de los Zúñiga.

De la débil voluntad de Enrique IV, Pacheco consiguió el señorío de Trujillo y sus tierras, sin que el Alcaide Gracián de Sesé pudiera oponerse. Al posesionarse de este señorío es cuando muere en Santa Cruz de la Sierra, el 4 de Octubre de 1474. Sus herederos Beatriz en Medellín y Don Diego López en Trujillo, continuaron la política de oposición a la Corona, hasta que Isabel la Católica les hizo entrar en la disciplina real, no antes de haber derruido castillos y des mochado palacios. Enrique IV donó la villa de Casariegos del Monte a Isabel y un juro en la ciudad de Trujillo por valor de 390.000 mrs. Esta es la primera relación que tiene Isabel con la ciudad de Trujillo cuando apenas era una adolescente y seguramente también con Luis de Chaves, pues le escribió una carta, luego ya tenía relación él o al menos con sus consejeros. En esa carta le pide que los maravedíes sean repartidos entre los mejores lugares y rentas de la ciudad y su tierra “de manera que yo pueda ser bien pagada, dándole a este criado mío todo el favor e ayuda que menester oviere”.

También en 1474 murió Enrique IV, a punto de cumplir 50 años, fue sepultado en el Monasterio de Guadalupe, junto a su madre Doña María de Aragón, en donde aún se conservan los restos de ambos. En Enero de 1479 ya estaba abatido en Trujillo el orgullo de los Villena, pero solo como figuras de primer orden, pues posterior este linaje se mezcló con otros distinguidos y en cuanto a Doña Beatriz, en Medellín, continuó muchos años, pero sin el poder anterior.

El nombramiento de Isabel como reina no fue aceptada por todo el reino le apoyaron la meseta norte, las provincias vascas, pero en otras zonas del reino. En Galicia, Andalucía, Extremadura existía un ambiente de anarquía fomentada por la nobleza. La ciudad de Trujillo vivió con gran protagonismo esta contienda civil entre los años 1474 y 1479.

El bando de doña Juana estaba capitaneado por el marqués de Villena, don Diego López Pacheco, señor de Trujillo, Quería casarla con Alfonso V, rey de Portugal, presentándole a este monarca la posibilidad de ampliar sus territorios proclamándose también rey de Castilla. Para ello le proponía la ayuda de los nobles si accedía. En el bando de Isabel apoyado por la corona de Aragón, acudieron los Mendoza, Enríquez, y otros.

Trujillo, fue una plaza importante en la contienda por su proximidad fronteriza, capitaneada por Luis de Chaves, que ya tenía del tiempo de Enrique IV, una estrecha relación con Isabel. Era el miembro más destacado dentro del linaje de los Altamirano, el de mayor influencia en el concejo. Este personaje llevó a cabo un papel muy importante en los sucesos que acaecieron en la guerra civil. Junto a él sus parientes los Monroy, especialmente Alonso Monroy, nombrado maestre de Alcántara en 1473, quien buscaba consolidar su cargo frente al otro pretendiente al maestrazgo Juan de Zúñiga, hijo del conde de Plasencia. No vamos a entrar a describir toda esta contienda civil que se internacionalizó con Portugal y Francia. Aunque debemos de anotar que en el año 1475, Trujillo, fue una de las plazas donde la resistencia fue mayor y los combates más encarnizadas. De parte de la reina, Fernando Monroy, señor de Belvis, mientras Luis de Chaves no estuvo presente en la ciudad, capitaneaba a todos los partidarios de doña Isabel, que hizo un llamamiento general a todos sus seguidores, prometiendo a cambio un perdón general para todos aquellos que fueron ayudar a tomar la fortaleza de Trujillo, librándose encarnecidos combates.

Las bajas debieron ser numerosas, entre ellas dos hijos de Luis de Chaves murieron en el combate, llamados Nuño y Martín. El rey escribió a su amigo para darle el pésame, el 27 de diciembre de 1476.

La ciudad estaba tomada, el marqués de Villena desde septiembre de 1476, había firmado la sumisión a los Reyes Católicos, quedaba por tomar y negociar la fortaleza, algo que parecía un objetivo fácil después de dominar la ciudad se convirtió en una pesadilla para la reina.

El siguiente paso según lo convenido con el marqués de Villena sería que la entrega de la fortaleza a Gonzalo de Ávila, Señor de Villatoro que la tendría durante un tiempo.

La propia reina Isabel vino a Extremadura para conseguir esta entrega, primero desde Guadalupe pedía a Pedro de Baeza alcaide que la entregara, quien a pesar de prometerle mercedes y rentas se destinaba negativamente, contestando que sería la última cosa que haría en esta vida.

La proximidad con Portugal, hacía que la Reina tomara precauciones para que no recibiera ayuda, y se perdiera nuevamente la ciudad.

La situación se complicó tanto que hizo que la reina Isabel se personara en Trujillo desde el 15 de mayo de 1477, aún así Pedro Baeza se negaba y exigía la presencia física de su señor el marqués de Villena, después de una larga negociación y muchos días, la reina hizo una última amenaza o entregaba la fortaleza o era desterrado de sus reinos.

Tras una larga y apasionada discusión pudo el marqués de Villena conseguir que entregara la fortaleza, abrió las puertas y entró la Reina, era el 24 de junio de 1477.

Debieron ser unos días muy intensos los vividos por la Reina en Trujillo, no solo por el enfrentamiento vivido con los seguidores del marqués de Villena sino con los trujillanos, a los que solicitan ayuda y estos a su vez les piden remedios a sus necesidades.

En definitiva, cuando la Reina Católica montó en Guadalupe su cuartel general, dispuesta a abatir el poder de los Villena y las banderías de otras familias ilustres, los pilares de su agresividad militar eran dos linajes trujillanos, Los Chaves y Sotomayores. Estos aunaron su poder con el matrimonio de Luis de Chaves el Viejo y María de Sotomayor. De la personalidad del matrimonio Chaves-Sotomayor, da una idea el que tanto Isabel como Fernando, en sus varias visitas a Trujillo, siempre se hospedaron en su fortaleza. En pago de sus valiosísimos servicios, fueron premiados con honores y haciendas. Los Reyes se esforzaban en no perder el castillo de Trujillo, se personaron nuevamente en enero de 1479 en Trujillo, en la casa de Luis de Chaves, casa-fortaleza junto a la Puerta de Santiago. Con su familia y corte. Curiosamente fue en la ciudad de Trujillo, donde el rey don Fernando se enteró de la noticia de la muerte de su padre el rey Juan II de Aragón, acaecida el 19 de enero, celebrándose en la iglesia de Santa María solemnes funerales con la presencia de los más destacados personajes de su corte. Así se convirtieron en reyes de la Corona de Aragón y la unieron definitivamente a la de Castilla.

Era tan importante rematar la guerra castellana desde esta plaza defensiva que la Reina permaneció un larguísimo período en Trujillo, desde enero hasta el 30 de septiembre de 1479 con escapadas a Cáceres, Miajadas, Guadalupe y Alcántara. Tras la batalla de La Albuera, 24 de febrero, negoció la paz desde Trujillo que se firmó en el Tratado de Alcaçovas firmado el 4 de septiembre y confirmado en Trujillo el 27 del mismo mes. Suponía el fin de la guerra, la confirmación de doña Isabel como reina de Castilla.

Testimonio de esta importancia que tuvo Luis de Chaves en la vida política de los monarcas Católicos, es el hecho de que su Casa-fuerte fuera residencia de los Reyes Católicos durante sus visitas a la ciudad en 1477 y 1479. En los escudos que aparecen en diferentes ámbitos del palacio muestran las cinco llaves de los Chaves, y la tres bandas ajedrezadas horizontales de los Sotomayor, desde que Luis de Chaves se casara con la hija del maestre de Alcántara, don Gutierre de Sotomayor.

Por tanto, los Reyes Católicos tuvieron una estrecha relación con nuestra ciudad, durante sus estancias en Trujillo residieron en el Palacio de Luis de Chaves, ocupando un primerísimo plano en acontecimientos entre los años 1474-1480, cabe citar: el famoso "Tratado de Trujillo", que cerró el enfrentamiento contra los portugueses en la batalla de la Albuera, y cómo la lealtad de Trujillo para con Isabel fue premiada con la construcción de los conventos de la Encarnación, San Pedro y San Miguel, las Casas Consistoriales, la Santa Hermandad y el artístico Rollo; las exequias por Juan II de Aragón, en la parroquia de Santa María la Mayor. En un total de siete veces estuvieron los Reyes en Trujillo, según la documentación existente en el Archivo Municipal, en Crónicas y en documentos del Archivo Diocesano de Badajoz, Histórico Nacional de Madrid y de Simancas, firmados por los mismos monarcas.

La relación de Isabel con Trujillo surgen cuando no era más que Princesa, como lo atestigua la siguiente carta dirigida a Luis de Chaves, por D. Juan Duque de Estrada: "La Princesa. Sabed que por la gracia de Dios soy alumbrada de una Infanta he por su inmensa bondad quedé bien dispuesta de mi salud, lo cual por la confianza que de vos tengo, que deseáis mis servicios y prosperidad, acordé facervos lo sabe, como es razón, con Juan de Castañoso, mi aposentador, llevador de esta, el qual me dio por merced le mandase dar para vos cerca de ello, porque soy bien cierta habréis dello placer. De Dueñas a dos de octubre de 1740.-Yo la Princesa.- Por la Princesa- Alfonso Dávila".

A la voz de "Castilla por el rey Don Fernando y la reina Doña Isabel" fue levantado el estandarte real. Ni uno solo de los grandes señores de vasallos, dueños de villas y castillos, que se jactaban de quitar y poner reyes, estuvo presente; sólo algunos caballeros, menestrales y labradores. Había pasado la hora de los ricos hombres y comenzaba la de la burguesía, pequeña nobleza y los letrados. El escudo de los reyes presentaba desde entonces las armas alternadas de Castilla, León y Aragón-Sicilia, bajo el águila de San Juan.

Su fin principal es constituir un fuerte estado reuniendo las cuatro monarquías cristianas de la península y el reino musulmán de Granada.

En cada ciudad –como en Trujillo- convivían tres religiones: cristianos, moriscos y judíos. Y cada uno de los grandes señores tenía a su alrededor infinidad de parientes, escuderos y mesnadas que asolaban las tierras. En perpetua lucha entre sí, acostumbrados a seguir actuando por su cuenta, convertían en campos de batalla pueblos y ciudades, obligando a pagar regularmente a los pueblos un impuesto contra el que, en ocasiones, se alzaban sangrientas revueltas.

En 1468 con el objeto de cortar ciertas diferencias que habían surgido entre el Duque de Alba y el Conde de Miranda, los Reyes Católicos visitaron al primero en Alba de Tormes, pasando desde allí a Béjar a ver al Duque por la muerte de su esposa doña Leonor de Pimentel y reconciliarse al mismo tiempo con su nieto y sucesor Don Álvaro de Zúñiga. Siguen desde Béjar con dirección a Guadalupe en los primeros días de Abril y su permanencia en el Monasterio duró hasta el 23 en que marcharon a Córdoba, no sin antes pasar por Trujillo.

La mayoría de los historiadores modernos y antiguos, entre los que se encuentra Francisco de Hinojosa, con su obra "Extremadura en el siglo XV", coinciden en afirmar que en 1474, era señor de Trujillo don Diego López Pacheco. Enrique IV le encomendó que cuidase a su hija la Beltraneja. Las Cortes aclamaban a la hermana del rey, doña Isabel; más con la tercería de don Diego, se concierta en Trujillo el enlace de doña Juana la Beltraneja con el rey de Portugal, Alfonso V. Acudieron al festejo el 1 de mayo de 1475 seiscientas lanzas y mil infantes, para reforzar la guarnición del castillo. Don Luis de Chaves fue fiel servidor de Isabel, a su lado se pusieron también Alonso de Monroy y su hermano "El Bezudo", cuyas espadas eran las más temidas de Castilla. La Beltraneja marchó a Plasencia para tener más seguridad en sus desposorios. Precisamente, Gonzalo Fernández de Córdoba, defendió los derechos de Isabel contra la Beltraneja.

Fue eficaz la presencia de soldados trujillanos a favor de los reyes en los primeros días de su reinado, conteniendo en la frontera a los portugueses, mientras ellos los aniquilaban en los campos de Zamora y Toro. Influyeron eficazmente en el resultado de aquella guerra, y con notable ventaja para las armas castellanas, el Comendador de León y Diego Ramírez de Segarra, se apoderaron de la fortaleza de Nodar; el famoso Clavero de Alcántara D. Alonso de Monroy, que conquistó la plaza de Alegrete. Uno de los más destacados hombres que colaboraron estrechamente en la unidad de Castilla fue el trujillano Luis de Chaves (en cuyo palacio de Trujillo pernoctaban los monarcas católicos durante sus estancia en la ciudad). Es muy explícita la siguiente carta que envía el Rey a Luis de Chaves por la muerte de sus hijos: “Vi vuestra carta y he habido con ella mucho enojo por la muerte de vuestros hijos y por saber el estado en que están las cosas de aquessa ciudad y sed cierto que yo proveyera en ello luego, como cumplía a mi servicio e a la paz y reposo de aquessa ciudad, si non fuera porque la Serenísima Reina ni muy cara e mi muy amada mujer, llevó cargo de proveer en ello cuando pasó allende de los Puertos, y todos los mensajeros que sobre este caso me han venido, los he enviado a ellas sobre lo que traían: bien creo que cuando este llegare sabréis lo que se ha hecho sobre ello, y si no fuere proveído tornazme a escribir sobre ello que yo paso allende de l9os Puertos a me juntar con la dicha Reina, y allí proveerse a como a mi servicio y al bien de aquessa Ciudad cumpla. De Medina del Campo 27 de diciembre 1476.- Yo el Rey- Por mandato del Rey- Gaspar de Ariño". El Rey concedió a Chaves, en pago de su servicio, el juro y acotamiento de los 30.000 maravedíes de renta que se daba a los Grandes y Ricos- homes y privilegio perpetuo y otras muchas mercedes, que se guardan en el archivo de esta noble familia, según Duque de Estrada.

La batalla entre España y Portugal quedó bajo el bando de Castilla. El rey decidió alzar en Toledo un monasterio que conmemorase el triunfo castellano: San Juan de los Reyes. Sin embargo, la guerra no acabó hasta el Tratado de Trujillo por el cual el monarca portugués renunciaba a sus títulos sobre Castilla. Aquel mismo año murió Juan II de Aragón, a quien heredó su hijo Don Fernando. Quedaban tres núcleos independientes en la península: Portugal, Navarra y el reino de Granada.

Mientras el Rey D. Fernando marchó a Navarra, la Reina Dña. Isabel se dirige desde Toledo a Guadalupe donde llegó el 10 de Mayo de 1477. Después de implorar el auxilio de la Virgen de Guadalupe para la arriesgada empresa que iba a comenzar, encomienda a D. Alonso de Cárdenas y al Duque de Feria que contengan a los portugueses que atacaban por las fronteras de Badajoz y Ciudad- Rodrigo, mientras ella se presenta en Trujillo, cuyo castillo llevaba quince meses de asedio, acompañada del Cardenal Mendoza, D. Alonso Enríquez , Almirante de Castilla, el Duque de Escalona, el Conde de Cifuentes, D. Pedro Enríquez, Adelantado mayor de la Frontera, los obispos de Segovia, Burgos y Córdoba, con otros muchos caballeros de su consejo. Allí acudieron también el Clavero de Alcántara, D. Alonso de Monroy, su primo el Vencido, el capitán Juan de Almaraz, que tanto figuró después en la conquista de Baza, y varios Consejos de Extremadura. El Duque de Medina Sidonia, el Marqués de Cádiz, Don Diego de Zúñiga, el Maestre de Calatrava, los concejos de Sevilla, Jerez, Carmona, Écija y Córdoba y Sancho de Castilla, Capitán de la Guardia de los Reyes, a quien éstos habían antes mandados con cien lanzas y con la misión de cortar las diferencias que mediaban entre los Chaves y Vargas, causa principal de que se prolongara tanto el sitio, y de otros males de no menor trascendencia que afligieron a Trujillo.

El castillo de Trujillo, bajo el mando de su Alcaide Pedro de Baeza, se rindió el día 24 de Junio. Al mismo tiempo se entregaron las fortalezas de Castilnovo y Madrigalejo.

Asegurada definitivamente Trujillo, partió la Reina para Cáceres, donde hizo su entrada el 30 de dicho mes. Allí estuvo hasta el 9 de julio, regresando después a Trujillo, donde el 21 del mismo confirma un privilegio otorgado por D. Fernando IV al Concejo de La Bastida. Después de establecer la Santa Hermandad y encomendar la fortaleza a Gonzalo de Ávila, Señor de Villatoro y sobrino del Obispo de Plasencia, se fue la Reina a Sevilla, adonde llegó el 25 del mismo.

En 1478 logró también ser visitada por los Reyes. D. Fernando estuvo allí en el mes de julio y con exclusivo objeto de ultimar la entrega de la fortaleza, regresando el 19 a Sevilla. A mediados de octubre volvió acompañando a la Reina desde Córdoba, para ocuparse de la seguridad de la plaza, amenazada de nuevo por haber comenzado otra vez la guerra de Portugal. Allí acudió el Maestre de Santiago con quinientas lanzas que se alojaron dentro de la ciudad, y el resto de las tropas que traía se quedaron en poblaciones cercanas, esperando la determinación de los Reyes. D. Enrique Enríquez, Conde de Alba de Liste y Señor de Garrovillas, que había sido hecho prisionero de los portugueses en la batalla de Toro, recobrar a la libertad, llegó allí el 25 de Noviembre. El 4 de diciembre continuaban los Reyes en Trujillo, pues el dicho día firman allí una carta sobre el orden con que habían de servir sus oficios del linaje de los Bejaranos.

El 22 de enero estaba la Reina en Trujillo, cuya Ciudad habían escogido para su resistencia el Cardenal Mendoza y los del Consejo, como punto céntrico para atender a la guerra y de fácil comunicación para la Infanta Dña. Beatriz de Portugal, tía de Dña. Isabel. Allí tuvieron lugar las honras por el Rey de Aragón, se firmó la tregua con el Rey de Francia y se acordó la fórmula de encabezamiento de las Cartas y Provisiones de los Reyes.

En resumen, cuando las guerras se lo permitían, los reyes acudían a deshacer los bandos nobiliarios en las ciudades. Tal sucedió con la fortaleza de Trujillo, ante la que la energía de la reina hizo acudir toda la artillería que halló por la comarca y aun en Andalucía. La empresa era de enorme dificultad pues se trataba no solamente de liberar villas, castillos y comarcas enteras del poder de los señores, sino de acostumbrar a obedecer a un pueblo habituado a un régimen de impunidad. Era más fácil sujetar a los plebeyos que a los señores de los castillos, contra los que eran necesarias las tropas que debían emplearse en otras empresas. Tras rendir Castilnovo y Madrigalejo, llegó la reina a la ciudad de Cáceres cuyas casas fuertes eran como otros tantos castillos pequeños desde los cuales los caballeros se combatían cuando cada año era preciso renovar el concejo. Doña Isabel repartió los cargos entre ambas parentelas con la condición de que cuando vacase alguno de ellos, los reyes designarían sucesor.

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