12DIC23 – MADRID.- Como cada día, volvía de comprar una barra de pan, con mi andar cansino y mi mirada puesta en lo que veo todos los días; los coches sobre la acera, los contenedores con mucha basura fuera, algunos excrementos caninos que nos obligan a emular la película “cantando bajo la lluvia” para evitar pisar los benditos excrementos y entonces, fue cuando la vi. Venía ella caminando en sentido contrario con pasos lentos y aparentemente sin mirar nada. No acercamos y observé su rostro; tenía la boca entreabierta, los labios secos, los pómulos normales y un pendiente colgando de su oreja izquierda, pero los ojos muy tristes, conformando una mirada llena de tristeza, como los rostros que se ven a la salida del camposanto.