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TÚNEZ: Cultura con el encanto de aroma de jazmín

La Medina de Túnez
La Medina de Túnez
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Entre los países africanos próximos al continente europeo, muy cercanos a las costas y a los hispanoparlantes, se encuentra Túnez. Sus habitantes dicen que lo tiene todo: playas amplias y bien cuidadas, además de un patrimonio cultural integrado por muchas civilizaciones y lo exótico de su desierto, con verdes oasis de aguas y cristalinas.

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La visita a Túnez puede tener varias intenciones, desde descansar en sus playas, hasta hacer un itinerario de norte a sur, pasando por el recorrido cultural que merece visitar un país lleno de contrastes.

Si iniciamos la visita por la capital desde el siglo XIII, podremos apreciar que Túnez es una ciudad moderna, de negocios, compras y en cuanto a su cultura, se puede ver el encanto de la bien conservada arquitectura. Es importante pasear por sus zocos, sus callejuelas y sus palacios.

Durante la visita a la ciudad, caben destacar en sus alrededores los museos, salas de exposiciones y galerías de arte y además se podrán contemplar numerosas actividades, tanto de día como de noche.

Es una ciudad habitada por un gran número de gente, que mezcla Oriente, Occidente, el Islam y el Mediterráneo con su propia personalidad marcada por sus habitantes.

Un paseo obligado es el recorrido por la medina. Está formada por un conjunto de mezquitas, medersas, tumbas y viviendas de la cuenca mediterránea. Ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. En sus zocos situados cerca de los monumentos, se podrán encontrar todo tipo de cueros, frutas, especias, perfumes y otros artículos típicos tunecinos. Es una de las medinas destacadas dentro del mundo árabe.

Sin lugar a dudas, hay que visitar el museo del Bardo, cercano a Túnez. Nos sorprenderá por su contenido en mosaicos romanos, uno de los más ricos del mundo, con 90.000 metros cuadrados. Ubicado en un antiguo palacio del siglo XIX, abarca varias salas. En el recorrido por la planta baja se ve una exposición de vestigios de la civilización púnica con joyas, mobiliario funerario y mosaicos de iglesias paleocristianas. La denominada sala “Bulla Regia”, tiene el mosaico de Perseo y Andrómeda.

Son muchas las salas que abarca el museo y entre ellas cabe destacar en la primera planta, la denominada “Cartago Romana”, que comprende estatuas, esculturas y pavimentos mosaicos procedentes de mansiones romanas. En la sala “Susa” se encuentra el Triunfo de Neftuno, y en la sala “El Yem”, hay tres composiciones: el Triunfo de Baco, la Caza de Montería y el Mosaico de las Nueve Musas. En otra de las salas está el mosaico El Mar de los Peces, con todos los tipos de barcos del Mare Nostrum.

Cartago

Nuestra intención en el viaje a Túnez puede abarcar un itinerario de norte a sur y en nuestro recorrido, haremos una parada en Cartago, que según Virgilio fue creada en el 814 A. C. por los habitantes que huían de las incursiones asirias.

Hay varias Cartago con el paso del tiempo, que se han instalado sobre el mismo territorio de una península avanzada del continente africano en el centro de la cuenca mediterránea. Se formaron frente a la orilla del mar y se han extendido hacia las colinas del interior: la Romana sobre los vestigios de la Púnica, la Medieval con las ruinas de la antigua y la Moderna, con todas las grandezas y recuerdos del pasado.

Cabe destacar en la visita a Cartago, la panorámica que nos ofrece subir a la colonia de Byrsa. Desde allí se puede contemplar un amplio panorama y pasear por los restos de las civilizaciones que han perdurado: un barrio púnico subyacente a los restos del foro romano, una antigua basílica cristiana y el museo que conserva los testimonios de las excavaciones desde hace más de un siglo.

Varios pueblos y barrios se pueden apreciar desde lo alto de la colina en una mirada a sus pies y alrededores. Hacia el norte, las Termas de San Antonio, entre las más importantes del Imperio Romano con las de Caracalla y Diocleciano.

Constituían un balneario donde los romano-africanos cultivaban juntos el gusto del bienestar físico, los deportes benéficos e intercambios. Fueron destruidas por los vándalos y en la actualidad sólo queda la parte inferior y el subsuelo. Una columna de granito, de 15 metros de altura, coronada por un capitel blanco ha sido levantada en los últimos años. Se necesitaban ocho para soportar la inmensa bóveda del frigidario, lo que nos puede dar una idea de su tamaño.

Un monumento de diversión esencial en la ciudad romana, donde se realizaban espectáculos para todas las capas sociales, es el anfiteatro, que era uno de los más grandes del imperio. Durante mucho tiempo la altura de los arcos provocó la admiración de los habitantes de la Edad Media. El teatro romano acoge cada año, en julio y agosto, un festival internacional de música, canto y danza.

Sidi Bou Said

En lo alto de la colina encontramos las grandes cisternas de agua que alimentaban los baños y más lejos, dominando el barranco rojo de Amilcar, se eleva la basílica de San Cipriano. En la cuesta del barranco, podremos encontrar los estanques que recogían el agua de una fuente, llamados Dar Saniet. En lo alto, aparece el pueblo denominado Sidi Bou Said.

Sidi Bou Said es un pueblo medieval pintado con los colores del Mediterráneo y considerado como primer emplazamiento protegido del mundo, sobre el acantilado que domina Cartago y el Golfo de Túnez.

La curiosidad de sus casas pintadas de blanco, con celosías en sus balcones y persianas de color azul, hacen al visitante un recorrido agradable, paseando por sus calles y jardines adornados con bunganvillas y en medio de los aromas de jazmín. Es un lugar que ha inspirado a muchos artistas y literatos, que se han parado aquí para observar el golfo de Túnez, de donde salían las señales que guiaban las galeras púnicas hacia el puerto.

Si continuamos nuestro recorrido por la historia de Túnez, debemos pasar por el Yem, para ver el gigantesco anfiteatro, ubicado en una de las ciudades más ricas del Túnez romano, cuya prosperidad fue dada por el cultivo del olivo.

Nuestra visita a Túnez puede pasar por Kairuán, capital espiritual y primera ciudad santa del Magreb, donde acuden cada año múltiples peregrinos y turistas. Su atractivo lo constituyen las mezquitas, además de sus murallas, mausoleos y otros lugares de interés, que hacen de ella un carácter original y auténtico. Es un lugar que se distingue por sus fábricas de alfombras, cuyos dibujos entrelazados, son fieles reflejos de estampas tunecinas.

La Gran Mezquita de Kairuán fue construida en el año 670 por el gran conquistador Obka Ibn Nafaa, quien estableció en ella la capital de Ifryquia árabe musulmana y ciudad santa del Islam.

Mahmata, desierto y playas

Hacia el sur, en nuestro viaje, nos va a sorprender Mahmata, población enterrada en la roca para defenderse de los invasores. Es una extraña aldea troglodita, donde todas las casas están construidas en varios metros bajo la tierra y se abren a unos patios. En la actualidad algunas de ellas están habilitadas como hoteles.

Aunque parece imposible que en este paisaje agreste vivan personas bajo las rocas, la luz natural llega hasta las casas y la temperatura se mantiene fresca en verano y templada durante el invierno. La acogida agradable de los habitantes a los turistas, hace que sea un lugar curioso muy visitado.

La puerta de entrada al sur tunecino es Gabés, destacada frente al resto de las ciudades de la región, por el exuberante oasis que se extiende al borde del mar. Tiene una longitud de 6 Km. de largo y 2 de ancho y parece que todos los cultivos brotan en este clima con gran alegría. Destaca su enorme palmeral con más de 300.000 datileras.

Nefta y Tozeur son las dos ciudades, entre los puntos de referencia del sur. En Nefta se puede dar un agradable paseo por sus palmerales y apreciar la vida de los pequeños pueblos tunecinos. Por su parte, Tozeur nos muestra el encanto de los adornos en las fachadas de las casas y el arte de vivir tunecino de finales del siglo XIX, con la historia del país se destacará en el museo Dar Cherait y las Mil y Una Noches.

Desde allí se podrán realizar excursiones en coches especiales al fondo del desierto, para apreciar en las paradas los fenómenos extraños con la luz solar y llegar a las cascadas que surgen de las rocas cerca de la frontera.

Nuestra visita, puede concluir con el descanso en la isla de DJerba o en alguna de los principales centros turísticos, con importantes playas cercanas a la zona hotelera, Port El Kantaoui, Monastir, Sousse, Nabeul o Hammamet.

DJerba es una pequeña isla de clima suave y templado durante todo el año, excepto en verano, donde el calor es mucho más agudo. Su peculiar arquitectura, sus casas blancas con cúpulas y las costumbres ancestrales de sus habitantes, la hacen muy humana e ideal para descansar, después de haber disfrutado de un recorrido por los lugares más significativos del país.

Datos de interés
Llegada


Desde las capitales europeas existen varios puntos de enlace con la capital. La compañía Tunis Air e Iberia conectan desde Madrid y Barcelona varios días a la semana. Además existen conexiones con el aeropuerto de Monastir.

Requisitos de entrada

Pasaporte en vigor para estancias inferiores a tres meses.

Hoteles
Hay en todo el país una gran variedad de hoteles de todas las categorías y destacados en los principales puntos turísticos. Una gran parte son de reciente construcción y ofrecen todas las comodidades y servicios.

Excursiones y transporte

Se pueden realizar todo tipo de excursiones organizadas, que se pueden contratar en los hoteles a través de los representantes de los operadores turísticos y en cualquier caso más cómodo y mejor que organizar las visitas de forma independiente.

Clima

Mediterráneo en el norte y a lo largo de la costa, semiárido en el interior y en el sur, con mucho calor en verano. El otoño sería la estación ideal para la visita y en verano se está bien en las zonas costeras por la brisa. También es un buen momento climático la primavera.

Moneda

La moneda nacional es el dinar tunecino, más bajo que el dólar. Se admiten tarjetas de crédito, cheques de viaje y billetes de otros países que pueden cambiarse en los bancos, hoteles y aeropuertos.

Comidas

Se pueden destacar como platos típicos de la cocina tunecina el cuscús, los briks y los tajines, patés preparados en los hornos de tierra, cordero o carnero asado o cocido, ojja y diferentes especialidades de pescado, además de los postres y el té a la menta.

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