Porque hoy quería contar alguna historia de familia, como la de “la desgraciada historia de la isla de Cortegada”, según figuraba en el exterior de un sobre grande de la condesa viguesa. Hasta donde yo recuerdo y, al parecer, una serie de prohombres gallegos, entre los que se encontraba el conde, esposo de Doña María, cónsul de Noruega, a la sazón, decidieron regalarle a S.M. Alfonso XIII un amplio terreno en Galicia para que también fuera allí a veranear, y no solo al palacio de Ayete en San Sebastián o el de la Magdalena, en Santander. Se llegaron, incluso, a hacer algunos planos para la construcción.
Era una operación con el “do ut des”, que venía desde los romanos. Un “doy para que me des”, y poner a Galicia en la ruta de los Sitios Reales. La isla de Cortegada cuenta con 54 hectáreas.
Dicho y hecho, se adquirió la isla de Cortegada (Pontevedra) y se le regaló al rey, al tiempo que se iba pagando paulatinamente al Banco el precio de la misma por los citados prohombres de la amada Galicia. Aquello era un censo insoportable, que la condesa viuda tuvo que asumir en unos pagos que parecían interminables, de ahí su escritura a lápiz en el sobre de papel de estraza: “la desgraciada historia de la isla de Cortegada.
Los tiempos revolucionarios de los años 30 no estaban para construir palacios, ni levantar el valor de las cosas con la presencia real, así que el proyecto regio se quedó sin hacer y los prohombres gallegos se quedaron con las ganas de su propósito. La propiedad, eso sí, quedó en manos del querido Alfonso XIII, y pasó a sus herederos. Su hijo, Don Juan de Borbón, no tuvo reparos en vender la isla de Cortegada, cuando fue dueño de ella, sin considerar que había sido un regalo costoso de los prohombres gallegos. Fue criticado por ello, pero los hechos son siempre más poderosos que los deseos.
Estas cosas pasan y así suceden y asís son. Hoy la isla de Cortegada es un magnífico parque natural para los gallegos y no gallegos que queramos visitarla, según decisión de la Xunta de Galicia en 2007. Forma parte del Parque Nacional de las islas Atlánticas, donde se respeta la flora y fauna autóctonas. Se da un tipo de bosque nuboso subtropical o selva alta, con grandes árboles, bejucos y lianas, sus hojas se parecen a las del laurel, de lo cual toma el nombre de laurisilva, planta que yo también pude ver en las Islas Canarias.
La isla de Cortegada está comunicada en la baja mar con la localidad de Carril, por un camino que se denomina Camino del Carro. En 2015 sufrió un incendio, que afecto a 400 metros cuadrados. Afortunadamente, los vecinos de Carril, que estiman mucho la isla, se apresuraron a apagaban con cubos de agua del mar, hasta que llegó el profesional servicio de bomberos.
Y esta es la “desgraciada historia de la isla de Cortegada”, que le sacó los cuartos a la condesa viguesa viuda durante años y que estaba del pago hasta el trigémino.