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Frutos María: “Acero y pecios del mar”, escultura y pintura en el Museo de la Universidad de Alicante, MUA
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Frutos María: “Acero y pecios del mar”, escultura y pintura en el Museo de la Universidad de Alicante, MUA

Por Carmen Valero

lunes 18 de noviembre de 2019, 11:01h

17NOV19 – ALICANTE.- Una exposición de casi medio centenar de piezas, de escultura y pintura del artista visual Frutos María, han sido expuestas en el Museo de la Universidad de Alicante, MUA e inauguradas por Carmen Cobela del departamento de Cultura de la citada Universidad, que dio la bienvenida a los asistentes y al escultor, de quien elogió su obra.

Julia Sáez Angulo, comisaria de la muestra tomó la palabra para recordar que se trataba de un exposición retrospectiva, 1989 – 2019, de un autor que lleva entregado al arte desde 1974. Destacó el mérito de reciclaje de materiales “fruto de la bravura del oleaje del mar”, junto al acero, hierro, plomo, hormigón, arpilleras, hilos... logrando una obra singular, bella y elegante. También tomó la palabra el crítico de arte Eduardo Lastres María.

Ya se había visto a Frutos María (Hontoria de Valdearados, Burgos, 1959) dar una segunda oportunidad a las cosas en su anterior exposición en el MUA, en 2017, cuando el escultor mostró sus vetustas puertas con cerradura, intervenidas de pintura y expuestas de nuevo a la mirada o los relieves rectangulares de madera, que algunos críticos denominaron confesionarios por la oquedad aparente o casi manifiesta en la superficie de la tabla. Por si quedara alguna duda, el título de la muestra lo subrayaba: Nueva vida.

La comisaria de la exposición ha escrito para el catálogo: “Para el artista que sabe mirar la forma, el color y la belleza que esconden las cosas, no podían pasar desapercibidos los pecios del mar, unos materiales que el oleaje ha plasmado con su repetido cincelar del agua y las olas. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define al pecio como pedazo o resto de una nave que ha naufragado o porción de lo que ella contiene. El escultor y pintor alicantino Frutos María no deja de acariciar con la mirada los pecios de embarcaciones, sean o no de un naufragio, fundamentalmente las maderas abatidas por el oleaje que cobran en sí mismas una textura singular de tiempo y espacio, con toda la significación que tienen estas dos coordenadas en la vida del hombre. El tiempo también pinta decía el pintor Francisco de Goya y Lucientes. El agua, el oleaje y el tiempo también esculpen podríamos parafrasear al artista aragonés universal.

Resulta curioso que un artista visual como Frutos María, un pintor/escultor que utiliza el metal como ha hecho con el hierro en otras ocasiones, se centre ahora especialmente en el acero para hacerlo convivir con unas maderas manipuladas y servidas por el mar, para hacer convivir ambos materiales en una nueva poética artística. El escultor vive junto al Mediterráneo, un mar de culturas, un Mare Nostrum latino, al que ha contemplado una y mil veces en su continuo ir y venir de las aguas, en el vaivén infinito de las olas, en su colorido luminoso ante la luz. El mar de color vino, le llamaba Homero en la lengua clásica griega que reconoce infinidad de matices en los colores con diferentes palabras para ello. Un mar ahíto de historias y relatos. Un mar que inspira y expira como un ser vivo. Un mar que invocan los poetas, los músicos y los artistas visuales hasta concederle el título de morada de un dios olímpico, Poseidón/Neptuno. Un mar que se hace coprotagonista del escultor a la hora de concebir y conformar sus obras en la pintura y en la tercera dimensión

Contemplando las piezas artísticas de Frutos María, pinturas o esculturas, viene a la memoria la fascinación de Miguel Ángel Buonarotti por el fragmento o la estética de la ruina. Lo incompleto o inacabado tiene un gran poder de evocación, porque invita al ojo a completar una visión que se fue y se perdió, que se encuentra flotando en la imaginación del espectador, de quien la mira con la atención de un artista. Miguel Ángel y sus contemporáneos tuvieron delante de sí aquel viejo mundo clásico fragmentado por el tiempo y que ellos quisieron volver a poner en pié y en valor, con un movimiento artístico único y floreciente en la Historia del Arte: el Renacimiento artístico, que miraba arrebatado a Grecia y a Roma .

Esta conjunción de materiales metales y vegetales en el arte de Frutos María, en la pintura y la escultura habla igualmente de la idea del collage, la nueva técnica aparecida con propiedad en tiempos de las vanguardias históricas, en el año 1912 cuando Picasso ofreció por primera vez pintura y rejilla vegetal en su cuadro Naturaleza muerta con silla de rejilla. Algunos críticos señalan que fue Bracque el primero que mostró un collage ante el público, pero da igual a los efectos que nos ocupan, pues lo que hay que señalar es que el maridaje de los materiales en el cuadro como arte bidimensional, iba a expandirse muy pronto a la escultura, principalmente objetual, para lograr el machihembrado de los distintos materiales hasta el infinito.

El collage como punto de partida

El estudioso Vicente Aguilera Cerni define el collage en el Diccionario del Arte Moderno que dirigió en 1979, como el “recurso inicialmente utilizado por los artistas del Cubismo y el Dadaísmo, que introdujeron en sus obras elementos heterogéneos, particularmente “papiers collés”. Desbordando los límites de un mero procedimiento, el “collage” ha dado origen a una ampliación de los medios expresivos, abriendo horizontes y posibilidades que han contribuido a la transformación de amplios sectores del arte moderno. Paralelamente, los poetas utilizaron esta técnica que dio paso a las más revolucionarias aportaciones del arte objetual”. La denominada técnica mixta iba a llegar al arte en un futuro imparable.

El escultor Frutos María va más allá de la idea del mismo collage. En sus obras y exposiciones anteriores a la de hoy, ya mostró conjunciones de hierro y cemento, hierro y piedras en una tensión y conjugación acertada; en las pinturas incorporó arenas y resinas junto a pigmentos naturales junto a tablas descoloridas salvadas del naufragio. Nueva vida tituló con toda intención algunas de sus piezas en maderas encontradas y reutilizadas una a una. La visión mineral no se aparta de bastantes de sus obras. El artista visual buscaba espacios habitables para la mirada y el disfrute artístico, pero en muchas de las obras que ahora ofrece, se ve que el escultor va más allá; hay una idea moral en esa conjunción de materiales, de acero y pecios del mar; una idea de salvación y de reciclaje, de reutilización de los materiales, que para mayor abundamiento son objetos encontrados, el objet trouvé del que hablaron los vanguardistas históricos y radicales para incorporarlos al arte. Una idea de salvación de la Naturaleza –así, escrita con mayúsculas- la reutilización del fragmento desechado que se convierte de nuevo en pieza angular de una obra artística. Solo el ojo del autor sobre ese material de desecho de las olas, lo reconvierten, tras una nueva manipulación de artista, en trabajo plástico y estético renovado. Nueva vida, nuevos espacios en los que habiten el pensamiento, el sentimiento o la memoria como arqueologías de un pasado que sedimenta a su modo y manera la materia y la idea, la creatividad y el objeto artístico.

Esta visión actual y moral del arte conecta con la sensibilidad de nuestros días, de reutilización de las cosas y de no abandono y destrucción de las mismas. El mar parece darnos un ejemplo con su actuación frente a la agresión de la abundancia y el desperdicio de la sociedad en nuestros días, sobre todo la agresión de los plásticos. El autor no pierde la idea de belleza, bien escaso del que conviene hablar mucho y valorarla cuando se presenta. Frutos María manipula en busca de una nueva belleza con lo que tiene y con lo que encontró. Los pecios del naufragio pueden cobrar nueva vida y sorprender ante una mirada diferente y morosa en el tiempo y el espacio. Una obra tridimensional sugerente y misteriosa, llena de significados, polivalente en su semántica, abierta a toda interpretación, la de la libertad des espectador. Las obras de este pintor/escultor vienen a ser un reinterpretación de lo encontrado, una convivencia con la arqueología acuática, que nadie, solo el mar puede ofrecer. El arte, después de todo es un dialogo perpetuo con la Naturaleza y el Universo, con los hombres en suma. Y la mejor crítica de arte, como señalara el escritor argentino Jorge Luis Borges es aquella que invita a acercarse a la emoción y el misterio que emanan las obras de un artista.

¿Y si esas maderas fueran restos de un palafito lejano o una ciudad invisible y sumergida? ¿ Y si fueran restos de la embarcación de Argos tras regresar de la Cólquida? ¿O de nuestros antepasados fenicios? La imaginación del espectador puede superar a la del artista, ¿por qué no?, o ir más allá de su mirada, a poco que el título de las obras le dinamice su realidad, ilusión o fantasía. El espectador también crea o puede crear, cuando reinterpreta el arte con arreglo a su cultura y soportes de su conocimiento y educación. Toda mirada es hija de una cultura y una civilización, los antecedentes sociales y culturales del espectador son tan importantes como la del artista o el crítico de arte, a la hora de valorar y enjuiciar una pieza. La obra de arte nos interpela a todos, nos habla en medio de un bosque de signos y símbolos que cada cual ha de escudriñar en medio de la inquietud o del deleite estético.

Geometría para ordenar el caos

La geometría está muy presente también en la escultura y pintura de Frutos María, la geometría que es orden y concierto, y que se encuentra en buena parte del reino mineral cristalizado. El autor la hace convivir con el caos de los pecios, si bien los reordena en su labor para que tengan composición y armonía. Si en el principio fue el caos, como señala el Génesis, la manipulación artística del escultor lo ciñe al cauce y al buen hacer de su trabajo. Elogio de la Arquitectura, reza uno de sus títulos de sus obras. La Arquitectura como una de las tres Bellas Artes visuales clásicas, junto a la pintura y la escultura; hoy las Bellas Artes se han ampliado para nuestra satisfacción hasta incorporar el cine, la fotografía, el comic y la moda.

Un viaje íntimo alrededor de sí mismo califica Frutos María a su obra. La creatividad es subjetiva y la de este pintor/escultor se dirige por los parámetros de la geometría, la abstracción geométrica, y la reutilización de materiales que la enriquecen y habitan. Su exposición de 2017 transitó por puertas, caminos, espacios y arquitectura, si nos atenemos a la distribución y montaje del discurso expositivo, la exposición de ahora navega con más rotundidad junto a los pecios del mar y los despojos del oleaje batiente, hasta trascenderlos en una significación profética, que no apocalíptica. El planeta tierra tiene unos recursos limitados y debemos respeto a las generaciones futuras para no esquilmarlos. Esa sería una lectura subliminal y no la única al contemplar las obras de exposición.

La obra artística siempre será polisémica, por más que un título parezca constreñirla. “En la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos”, estamos llamados a reconocer “nuestra contribución –pequeña o grande- a la desfiguración y destrucción de la creación, advierte el patriarca ortodoxo Bartolomé, que se suma a la emocionante encíclica de Francisco Laudato si, sobre el cuidado de la casa común, que es el planeta Tierra. La degradación ambiental incide sobre todo en los más pobres de mundo, se nos advierte. La íntima relación de los pobres y la fragilidad del planeta es un hecho. Es la contaminación, la basura y la cultura del descarte sin solución de continuidad. El planeta Tierra no puede convertirse en un inmenso depósito de residuos y desechos. estamos llamados a la reutilización o el reciclaje

Me constan las inquietudes de Frutos María por la ecología, el medio ambiente, el cambio climático, por el mar y la brutal agresión de desperdicios en sus aguas. Todo ello esta presente en su consciente e inconsciente a la hora de trabajar. El artista habla de la Naturaleza con sentido de veneración, con el deseo de que se respete para mejorar nuestro hábitat, más allá de un desarrollismo estúpido. Reciclar, reutilizar y manifestarlo como un mantra, hasta que cale en la mentalidad y sensibilidad de los hombres. El arte, las obras de arte, además de estética y ornamentación, son buen vehículo de transmisión y comunicación de las ideas, van más allá de condensar el placer y belleza según los casos. El trabajo artístico de este escultor abarca y sugiere todos los registros. El arte como anuncio o denuncia de las cosas, como rayo de luz y sustrato de esperanza, porque como bien señaló Ramón Margalef (1919-2004), primer catedrático de Ecología en España: El hombre no solo es un problema para sí, sino también para la biosfera en que le ha tocado vivir.

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