En el centenario de su nacimiento, la editorial Cátedra, en la colección Letras Hispánicas, ha publicado una nueva edición de “Nada” de la mano de José Teruel, que lleva a cabo un amplio estudio introductorio. El libro lleva algunas fotos en blanco y negro, donde se puede ver la belleza de esta mujer escritora.
“La vida de Carmen Laforet Díaz (1921-2004) no fue una historia convencional, si nos atenemos a las expectativas del régimen franquista en las que transcurrieron su juventud y primera madurez”, escribe José Teruel. “Sin proponerse la excepción ni lo extraordinario, no fue nada casual ser escritora, esposa y madre de cinco hijos, como tampoco lo fue su mundo de relaciones. “Se ve que nací para vagabunda” escribe a Ramón J. Sender desde Roma en 1973. El vagabundeo es un término recurrente en sus personajes de ficción”.
La protagonista Andrea sabe mirar y narra con acierto lo mirado, lo que la ayuda a madurar en la vida y le lleva a entender la nada, no como vacío sino como algo incomprensible y decepcionante.
Teruel explica la novela “Nada” en el panorama de la novela española de posguerra; el paratexto (de la dedicatoria, epígrafe y título); el tiempo, espacio y punto de vista; el camino de iniciación a la escritura; la ruptura de patrones de la novela rosa en el primer beso y el primer baile; la amistad amorosa y el lenguaje.
El Paratexto es el concepto puesto en circulación por Gérard Genette y extendido como conjunto de elementos de naturaleza verbal o no, que presentan al texto propiamente dicho.
“Para todos nosotros la guerra terminó como había empezado. Nadie nos dijo nada, nadie nos aclaró nada”, escribe Laforet, refiriéndose a su generación, en especial de escritores como Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite, Ignacio Aldecoa… El libro de Laforet expresaba lo que mucho sentían y entendían sobre la vida.
“Nada” es una novela abiertamente generacional y reveló en la España del racionamiento y el estraperlo el nacimiento de un nuevo lector (juvenil, universitario y también femenino), que no buscaba en un libro una cura de olvido. Lo supo ver con gran exactitud expresiva Emilio Sanz de Soto en el homenaje que se tributó a Carmen Laforet en Tánger el 6 de septiembre de 1959, y que constituye otro ejemplo de una lectura generacional”.