Héctor Astudillo, gobernador del estado de Guerrero, al que pertenece el llamado “Triángulo de Sol”, que forman Acapulco, Taxco y Zihuatanejo-Ixtapa, lo tiene claro, al afirmar que “es un lugar excepcional y un maravilloso centro de diversión”, que “no solo es un enclave turístico, dado que, también, cuenta con un gran componente histórico”.
Recordó que la ciudad fue ”el punto de partida para conseguir la independencia de España”. Lugar de una gran fuerza histórica, “somos en el sur de México los anfitriones turísticos, con ganas de hacerlo bien” y el mar más cercano a la capital del país.
Astudillo, durante la celebración del Congreso Internacional de Periodistas y Escritores de Turismo de España, habló, igualmente, de su importancia feria de turismo que se desarrolla en el mes de marzo, así como también, de su rica y variada gastronomía.
Jesús Rodilla, subsecretario de Promoción Turística del estado de Guerrero, señaló que tanto las autoridades, como los empresarios como las gentes del lugar “están ocupadas, más que preocupadas, en decirle al mundo que tenemos una franja segura, llena de atractivos” y que “las nuevas generaciones pueden enamorarse de este multidestino maravilloso”.
“Acapulco es la marca turística más potente que tiene México, la cara turística mexicana y queremos seguir siéndolo” porque, en su opinión “es una ciudad glamurosa, con un clima espléndido, paisajes inigualables y una gente amable que sabe llevar de la mano a los visitantes para tengan siempre una experiencia grata”.
Acapulco con sus 20.000 habitaciones hoteleras, tiene repartida la ciudad en tres áreas: la tradicional; la dorada, donde se ubican la mayoría de los hoteles y discotecas; y la diamante en la que se levantan los complejos de más reciente construcción, como es el caso del Mundo Imperial, grupo que gestiona tres complejos hoteleros en este destino de playa, con una capacidad de dos 2.054 habitaciones, 10 restaurantes de gran prestigio, 2 campos de golf, 2 Spas, así como un centro de Congresos y Convenciones con 22.500 metros cuadrados, más 52 salones hasta para 20.000 personas; un auditorio de conciertos y espectáculos para 4.000 personas.
Al encontrase a 365 kilómetros de la ciudad de México DF. A tres horas de camino, es un destino escogido para disfrutar de los fines de semana. Con un millar de habitantes, Acapulco vive casi exclusivamente del turismo, desde que en los años 60 se hizo famosa al ser escogida para vacacionar por los artistas de Hollywood.
Y a parte de su playas y sus vistas excepcionales de la bahía, ¿qué hay que visitar?. Pues, desde luego, el fuerte de San Diego, uno de los mejor conservados del Pacifico, que acoge el Museo Histórico, su catedral y la zona de La Quebrada donde se llevan a cabo los espectaculares saltos de los clavadistas desde un acantilado a 35 metros de altura.
Excepcional excursión es llegarse hasta la playa Pie de la Cuesta, con sus 100 kilómetros de longitud, y donde se le da la oportunidad al visitante de soltar en el pacífico crías de tortuga.
El recuerdo de la época gloriosa de Acapulco, cuando era visitado por personalidades como John Kennedy, Frank Sinatra, Orson Welles o Walt Disney aún permanece como un perfume de nostalgia en el ambiente, con un pequeño museo en el que se aprecian algunas fotografías en blanco y negro de los distinguidos visitantes que venían a admirar como saltaban los clavadistas.
Pero fue Johnny Weissmuller quien dejó su huella con su escena de "Tarzán y las sirenas" (1948) lanzándose desde La Quebrada. En 1963 fue el turno para ver a Elvis Presley, lanzarse al vacío en "El ídolo de Acapulco". Claro que las escenas fueron rodadas por clavadistas, ya que "El Rey del Rock" ni siquiera puso un pie en el puerto vacacional.
El hecho de que no se lanzara de La Quebrada no impidió que Johnny Weissmuller se enamorara de Acapulco a tal grado que compró junto con su amigo John Wayne un hotel enclavado en el acantilado y por el que desfiló todo el Hollywood de los años 1950. Es otro símbolo de Acapulco el hotel Los Flamingos, que surgió en torno al "escondite de la pandilla de Hollywood". Entre los años 1950 y 1984, acostumbraban a reunirse allí artistas como John Wayne, Johnny Weissmuller, Cary Grant, Fred Mc Murray y Red Skelton, entre otros.
Allí, precisamente, está La Casa Redonda, que era en la que vacacionaba "Tarzán" y donde pasó los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1984. Está enterrado junto a su doble al borde del mar de Acapulco.