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Julio Iglesias no sería lo que es hoy, de no haber triunfado en Viña del Mar. |
El Festival de Viña del Mar cumple 50 años
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
26/02/09 Prácticamente en Chile hoy mismo, todo gira alrededor del Festival de Viña del Mar. En los estertores del verano austral, en la última semana de febrero de cada año, en Chile la actividad general del país se reduce al mínimo posible ya que la atención de todos, incluido el gobierno, está puesta en el festival de la canción de Viña del mar y todo el impacto mediático que éste produce.
Chile por su ubicación geográfica al extremo sur del sub-continente americano y por la naturaleza retraída y algo gris de sus habitantes, no tiene carnavales como los que pocos días antes han afiebrado a países como Brasil, Colombia, Perú, Uruguay, Bolivia y Paraguay por citar los más cercanos geográficamente a Chile. Es cierto, Chile no tiene carnaval pero en cambio tiene un macro espectáculo que desde hace 50 años, cataliza todas las esperanzas, sueños y constituye un gigantesco ejercicio de catarsis nacional ya que durante las cuatro o cinco noches que dura el festival, el recinto de la Quinta Vergara se llena de un público deseoso de “destrozar” con su abucheos y pifiaderas a quien considere que se lo merece y no precisamente –en algunos casos-, por la baja calidad de sus actuaciones ya que los abucheos en muchas ocasiones, pueden obedecer a situaciones completamente ajenas a la condición o calidad del artista abucheado.
Tal fue el caso por ejemplo hace algunos años, de la sonada pifiadera que recibió la cantante africana Miriam Makeba quién durante su actuación en el show, dedicó una de sus canciones al extinto presidente Salvador Allende, en plena época de la dictadura.
En febrero de 1974, a pocos meses de haberse instaurado la dictadura de Pinochet y con ocasión de la asistencia de éste a la noche de cierre del festival, el “monstruo” le aclamó con fuerza y aplaudió a rabiar la interpretación por parte de un mediocre cantante, del tema “Libre” de Nino Bravo y que el cantante de marras, eligió con evidente oportunismo político para esa noche, situación que consiguió darle a esa canción (“Libre”), la connotación de un tema adscrito a la dictadura.
Famosa fue también la rechifla que en los primeros años de la recuperada democracia chilena, recibieron los famosos “Huasos Quincheros” –conjunto folklórico de larga y acreditada trayectoria artística- quienes durante la dictadura de Pinochet, fueron una suerte de “conjunto oficial del Régimen” situación que les causó posteriormente, el rechazo de quienes no apoyaban a Pinochet.
Este mismo público –el “monstruo” como se ha dado en llamarle-, puede encumbrar a lo más alto a quienes por una día o dos, gozarán de todo el favor del público para volver luego de terminado el espectáculo, al anonimato más cruel. Así ha pasado con artistas que han fracasado estrepitosamente en Viña y con otros que “sólo” consiguieron efímeramente, triunfar una noche en Viña.
El respetable, “el monstruo”, no perdona y todos los artistas famosos que concurren a Viña saben que aunque eventualmente consagrados en el resto del mundo, en Viña “se la juegan” a una sola carta y aunque son contados los casos de famosos a quienes el “monstruo” de Viña ha castigado, los ha habido aunque no sea aquí ni ahora, el lugar más apropiado para reseñarlos.
¿Cuál es la razón del éxito del festival de Viña?
Este macro evento que este año, cumplió medio siglo está plenamente vigente y según los resultados de cada año, pareciera que le queda cuerda para rato.
En sus cincuenta años de vida, en el festival “ha pasado” de todo y desaparecidos de la escena mundial los otrora famosos festivales de Benidorm y San Remo, el único que pervive y que no pareciera haber agotado su esquema, es el de Viña del Mar y aunque el mismo está basado principalmente, en la expectación que concita la “parrilla” de artistas que concurren a rendir un examen ante el durísimo público que repleta las dependencias de la Quinta Vergara. Pese a ello, es sabido que los famosos se pelean por ser invitados a formar parte del show y esto, aun cuando nadie sabe con certeza el motivo, se debe a que el Festival de Viña es una suerte de plataforma de lanzamiento (o relanzamaiento según el caso) imprescindible para triunfar en América Latina.
El propio Julio Iglesias ha reconocido que de no haber triunfado en Viña hace casi 40 años, distinto podría haber sido el desarrollo de su carrera. El mexicano Luis Miguel es otro que debe buena parte de su fama, al haber triunfado en Viña y así, sin lugar a dudas puede afirmarse que para “entrar” en el mercado latinoamericano un artista debe necesariamente, pasar por Viña del Mar: Raphael, Víctor Manuel, Ana Belén, Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Miguel Bosé, Mekano, José Luis Perales, Pablo Abraira y tantos otros, deben buena parte de su éxito en América Latina, a su paso por el todavía y por ahora, incombustible Festival de la Canción de Viña del Mar.