El solsticio de verano ha improvisado una generosa precipitación, como ofrenda a los veinte años que acaba de cumplir la bodega y los vinos de Ferratus. María Luisa Cuevas, la abogada arandina (cambió la toga en los juzgados madrileños para crear su joven bodega en Ribera del Duero), da gracias a los veintitantos litros, metro a metro, que derramó sobre su predio de San Juan del Monte aquella lluvia redentora… la noche previa de nuestro arribo. Inundada está la viña, y el camino de acceso embarrado al cercano promontorio que el agua respetó. Desde ese lugar, se muestra un hermoso viñedo, mecido por la suave brisa que convoca el sol de mediodía. Inaccesible por la lluvia acumulada, contemplamos, el espectáculo de unas viñas muy cuidadas. Parte del equipo que acompaña a la bodeguera, ha desplegado una mesa con víveres y botellas de Ferratus AØ (Ferratus Acero), a la sombra de un árbol. Lo sólido y lo liquido, quedan a la espera que la anfitriona ofrezca un relato sobre la historia de un amor definitivo con su tierra, y un viñedo, que fija población al territorio en la Castilla rural. Acaba de llegar Emmanuel Ivars. El enólogo francés, al alimón con María Luisa comentan las características excepcionales del viñedo, debido a su elevada situación y variada composición edafológica. Se descorchan botellas del tinto Ferratus AØ, de la añada del 2020. El vino ha pasado un año en madera francesa de segundo y tercer año. Como llega fresco, y es pleno de fruta, trasegamos con gusto bastantes de las 110.000 botellas que el gabacho enfrascó ese año. Tortilla reparadora y empanada vegetal, hicieron, si cabe, todavía más bueno al tinto.
Visita a Ferratus
Con la solana, que ya se hace notar, dejamos la viña, y acomodados en el bús que nos trajo de Madrid, iniciamos camino a la bodega de Ferratus. La elegante bodega boutique, se yergue en el altozano que preside un entorno de pinares circundantes propiedad de la firma bodeguera. Una pronunciada explanada, da acceso a la escalinata que conduce al edificio bodeguero. La sexta letra mayúscula que simboliza el logo de Ferratus (pudiera ser recuerdo al genial Chillida), es en realidad, homenaje de María Luisa al paterfamilias, que animó, y ayudó financieramente su proyecto bodeguero. (El señor Cuevas, había dedicado su actividad profesional al negocio del hierro; y alentó a su hija a emprender su sueño enológico). Para el paisanaje, era insólito que una abogada capitalina emprendiera la arriesgada aventura de hacer vino. Sin antecedentes familiares, ni otra formación enológica, que no fuera su afición por probar los buenos vinos del mundo que su padre fomentó. ¡Además!, ¿que podría hacer una mujer, en una profesión de hombres? Su obstinación, el desmedido amor por Aranda de Duero y sus gentes, hicieron el milagro. Asesorada, seleccionó los mejores clones de tempranillo para plantarlos en las tierras de su propiedad. Le siguieron meses de estudio sobre el adecuado cultivo del viñedo, la prevención de plagas, o la elaboración del vino identitario de la Ribera del Duero. Interminables conversaciones con paisanos, y expertos, le alertaron de todo lo necesario para hacer, desde su novel actividad como bodeguera, el mejor vino posible de La Ribera. Y nada mejor, que sus excelentes veinte hectáreas de viñedos propios plantados en las cotas más altas de la zona: los diecisiete de San Juan del Monte, y otras tres del Pago de Santa Cruz - verdadera joya de la corona de la bodega -, ubicados en La Horra (Burgos). Sus uvas, son el principio y fin del Ferratus Sensaciones. Además de las viñas en propiedad, María Luisa Cuevas sigue obsesionada por preservar la tipicidad y calidad de los vinos ribereños; para ese fin, controla otras quince hectáreas de tempranillo de viticultores contrastados por su buen hacer. Vecinos-amigos, que tienen sus pagos con unos 60 años de antigüedad en altitudes de 900 metros. (Ya en el interior de la bodega, situados en la Sala de Barricas, probamos un vino tinto todavía sin nombre que Emmanuel Ivars, tuvo la gentileza de escanciar de la cuba de crianza. EL 20 aniversario de Ferratus desvelaba en primicia la excelencia de aquel formidable tintazo. El enólogo, de acuerdo con María Luisa, intuyó su potencial en el futuro asegurando que va a ser un Ribera diferente, de muy larga guarda; y pasará - quizá meses, o algún año más en sus barricas francesas -, para madurar en botellero antes de salir al mercado). Ferratus, actualmente, elabora seis vinos de los tres colores. Todos monovarietales:
Ferratus Rosado 2022: Elaboración de 4.000 botellas de tempranillo sobre lías. Es un vino monovarietal, obtenido mediante la técnica del sangrado (los racimos no se prensan, el zumo cae a la cuba por gravedad debido al peso de la carga de uva). Cuando llegamos a Ferratus, en la misma puerta de entrada a bodega fuimos recibidos por este sensual rosado. ¡Bien fresco, que gozada!
Ferratus Blanco 2022: Grata novedad. La del 2021 fue la primera añada de este fastuoso blanco con madera. De la añada del 2022 se han hecho 7.000 botellas con el fruto de cepas viejas de albillo mayor, que es la única variedad blanca admitida por el Consejo Regulador de la D.O. Cayeron cerca de una docena de botellas de aquel Ferratus Blanco. Sin duda, que un excelente queso de oveja curado y un buen salchichón le ayudaron. Es uno de los mejores blancos y con más personalidad que he probado. Emmanuel Ivars ha dado en el clavo con este elegante vino, elaborado con sus lías finas y criado en acero y madera. Los otros cuatro vinos que han posicionado a María Luisa Cuevas como bodeguera de prestigio en Ribera del Duero, son los tintos de tempranillo:
Ferratus AØ 2020: Se han elaborado 110.000 botellas del Ferratus Acero. El vino con 12 meses de crianza en madera que tomamos al pie del viñedo de San Juan del Monte.
Ferratus Origen 2017: Es el vino icono de la bodega que puede considerarse reserva. Se han elaborado 13.650 botellas de este vino procedente de cepas viejas. Bautizado inicialmente como Ferratus, desde la añada 2016 atiende por el nombre de Ferratus Origen para distinguirlo de los otros tintos de la estirpe.
Ferratus Sensaciones 2017: Es el vino hecho con uvas de un tesoro vinícola, el extraordinario Pago de Santa Cruz. Un sensacional vino de guarda que salió al mercado a comienzos del año, y del que se han elaborado tan solo 4.840 botellas.
Ferratus Fusión 2020: 2390 botellas se elaboraron de este verdadero tinto de vanguardia en los vinos ribereños. Tanto la fermentación alcohólica como maloláctica la realizó en barrica de 500 litros. El continente (botella serigrafiada premiada internacionalmente por su diseño y su estuche de lujo), anticipan la excelencia de su contenido.
Despedimos la visita a Ferratus, con un formidable almuerzo, en la Sala de Barricas. Grata temperatura, y mejor comida con productos, que rinden tributo a esta tierra castellana: morcilla frita, cordero lechal al horno, pimientos asados a la brasa (muy dulces, los mejores que probé jamás), ensalada, y un exquisito pastel. Todo ello, regado de principio a fin, con los cuatro vinos tintos de la Casa. En especial, porque fue sacado para la ocasión del “cementerio de la bodega”, el Ferratus de la añada 2003. La primera que elaboró María Luisa Cuevas. ¡Un tinto todavía pleno de vida, 20 años después de su nacimiento!
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