No para José Manuel, que había observado racimos de uvas y pámpanos de vides, esculpidos en los capiteles de las columnas, que enmarcan la portada que da acceso al Palacio de los Duques de Medinaceli; monumento que preside la Plaza Mayor en la población de Cogolludo. Comprobó la veracidad de su intuición, investigando escritos históricos y legajos, que confirmaban la tradición vitivinícola de estas tierras, donde en tiempos pretéritos abundó el cultivo de la vid, hasta que a comienzos del siglo XX la plaga de la filoxera arrasó con las vides.
De este modo, Finca Río Negro, situada en la cuenca del Henares el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, pasó a ser propiedad en 1998 de la familia Fuentes. El año siguiente, comenzaba la plantación del primer viñedo en aquel predio provisto de un suelo de complicada estructura molecular, aunque bastante homogéneo en toda su extensión y adecuado para el cultivo de la vitis vinífera, según confirmaron los rigurosos estudios edafológicos asesorados por departamentos universitarios.
Se acotaron zonas y parcelas; las más idóneas, para la selección de variedades, autóctonas y foráneas, que aseguraran un óptimo desarrollo. Comenzó la construcción de una elegante bodega- plenamente mimetizada con el paisaje circundante -, ubicada alrededor del viñedo. (Bodegueros amigos - por aquellas fechas invitados a Río Negro -, aconsejaron a José Manuel que le sería más rentable invertir en añadas de Vega Sicilia, que hacer su vino en aquella zona donde no había constancia de bodega alguna en decenas de kilómetros a la redonda, en aquel lugar conocido como “La Siberia Española”; y a una altitud tan elevada que las heladas y vientos acabarían arruinando las vides).
No ha sido así. Comprobadas las originales condiciones climáticas que tutelan la fortaleza y vigor del viñedo de Finca Río Negro, protegido de las inclemencias del cambio climático. Las perturbaciones meteorológicas, que asolan viñedos más meridionales, no afectaron las primeras vendimias de Finca Río Negro, hasta que salieron al mercado las primeras botellas de la añada del 2007.
Un hito de la firma de Cogolludo, tinto elogiado por conocedores y aficionados, que comenzaron a valorar las siguientes añadas de esta auténtica viticultura heroica, con viñedos plantados a 1000 metros, una altitud inusual para el cultivo del viñedo. El tiempo, ha dado la razón al contumaz, e innovador propietario de Finca Río Negro, que confió en la profesionalidad del enólogo Juan Mariano Cabellos, que certificó desde el inicio, el inconfundible estilo de estos vinos. Recientemente, Juan Mariano se ha jubilado, y Xavier Ausás, toda una eminencia -gurú de la vitivinicultura nacional-, que había elaborado durante un cuarto de siglo los míticos vinos de Vega Sicilia, ha asumido la dirección técnica de Finca Río Negro. Ahora, el paterfamilias ha dado un paso al lado. Probada la formidable evolución del negocio estos últimos años, y el compromiso de sus hijos varones desde la fundación de la bodega, otorga plenos poderes a Víctor Fuentes en la dirección comercial y a Fernando Fuentes, en la gerencia de Finca Río Negro.
Enoturismo: Finca, bodega, cata de vinos
Finca Río Negro posee un entorno paisajístico privilegiado para la actividad enoturística. Excelentes vinos, una moderna bodega, rodeada de viñedos (actualmente ronda el medio centenar de hectáreas), en una hacienda que cruza el río que presta el nombre a Finca Río Negro. Un frondoso hayedo, con pinares, salpicado de jaras, y plantas aromáticas, integran un coto de caza poblada de fauna autóctona. Por todo ello, la actividad enoturística es parte importante de la actividad de la bodega, ya que le aporta jugosos ingresos. Debido a este novedoso enfoque de la actividad bodeguera, fui convocado, por el director comercial Víctor Fuentes, junto a un grupo de colegas para participar en una jornada enoturística en Finca Río Negro.
El Benjamín de los Fuentes confirmó sus acreditadas dotes comunicadoras, con un amplísimo relato de la actividad de su bodega, trufado de datos, sucedidos, y divertidas anécdotas. La visita a bodega fue corta. En la sala de elaboración, un trajín de operarios revelaron unos trabajos de ampliación. El gerente, Fernando Fuentes que supervisaba la obra pasó a saludarnos. Víctor comentaba las diferentes fases de la selección de la uva para hacer sus vinos: vendimia en verde desechando algunos racimos; recolección del mejor fruto en vendimia; en la mesa de selección se apartan hojas, racimos y uvas rotas; y finalmente en la despalilladora. Una grata novedad: cata de Tinto Fragoso. Finca Río Negro desea recuperar la tradición vinícola de una variedad ancestral de Cogolludo, la tinta fragoso.
Para este fin se plantaron cuatro hectáreas de la citada variedad. En la sala de barricas catamos algunos vinos, hasta que finalmente fuimos sorprendidos con la prueba del tinto fragoso. Me gustó, muy diferente a los otros tintos de la Casa. Potente y muy largo, aunque con los taninos todavía sin pulir del todo. Víctor, sometió a nuestro criterio esta última elaboración, muy corta, que se ha trabajado para prueba.
En fechas recientes, lo han catado y examinado profesionales de diferentes sectores del mundo del vino, para sondear su opinión y poder afinar con la primera añada que salga al mercado. Vino todavía sin nombre. Se ha concebido como un vino de guarda, que se nutrirá de la vendimia de este año, para estar disponible en el 2026. Tras la experiencia con la recuperada variedad, se nos emplazó a una cata en la Antigua Bodega, una preciosa construcción guarecida bajo un promontorio rodeada de viñas.
Probamos los cinco vinos que elabora Finca Río Negro, con unos aperitivos. Un blanco y cuatro tintos que se comercializan con la etiqueta de Vinos de la Tierra de Castilla.
Estupendos. De todos ellos he escrito extensamente, en ocasión diferente aunque de añadas anteriores.
Finca Río Negro Gewürztraminer, año 2022: Nueve hectáreas de viñas se plantaron con este formidable monovarietal blanco que permanece madurando durante cuatro meses sobre lías en depósito de acero inox.
Finca Río Negro, año 2018: Verdadera alma de la bodega. Hecho de tempranillo (68%), ensamblado con cabernet sauvignon, merlot y syrah; con un año de crianza en roble francés y americano.
Finca Río Negro 992, año 2020: Recuerda la altitud de la parcela donde fueron plantadas las cepas de tempranillo, syrah y merlot. Pasa siete meses entre barricas de roble americano y francés.
Estos dos tintazos que siguen, son los altos de gama de la bodega. Son vinos muy estructurados.
Finca Río Negro Cerro del Lobo, año 2020: El 2018 vio nacer a este monovarietal de syrah. Su nombre recuerda a la familia de lobos que se instaló próxima al viñedo. El vino dormita en barricas francesas de roble, nuevas y usadas, alrededor de un año.
Finca Río Negro Quinto Año, año 2017: Hecho con una selección de uvas de tempranillo (70%) y de cabernet sauvignon. Fermenta en tinas de madera de roble francés, y pasa 18 meses en barrica, para dormir dos años y medio en botella. Formidable vino de guarda y emblema de la bodega. (Un 70% de la venta de vinos de Finca Río Negro se reserva al consumo nacional. El resto se exporta). El recorrido sólido del fin de fiesta concluyó con un almuerzo, amenizado con las famosas Migas elaboradas por Samuel Moreno (una estrella Michelin), complementadas con platillos de excelente ejecución coquinaria. El trayecto líquido, lo tramitaron diferentes añadas del formidable Finca Río Negro Quinto Año, que amenizó el almuerzo de principio a fin. Me asombró el de la añada 2011, que doce años después todavía atesoraba estructura, potencia y una prolongada sedosidad. Nota de sobresaliente a la madurez de la añada 2017 que se comercializa actualmente.
Si (
No(
