Ahora bien, antes que nada, hay que establecer lo que se entiende por “residuos”. En el pasado, la expresión se empleaba para referirse, simplemente, a la basura; es decir, a los productos de las actividades humanas que no se continuarían utilizando, y los cuales debían desecharse correctamente. Actualmente, en ecología se considera como residuo a todo material que puede ser reutilizado.
Prácticamente todos los residuos comparten una característica común: se generan grandes volúmenes cada año. Según Mil-Tek España, para resolverlo, la industria moderna apuesta por reducir su volumen con una compactadora de residuos; la herramienta ideal para contribuir a la conservación medioambiental y reducir costes en la gestión de los desechos sólidos.
En este contexto, son muchos los países y organizaciones que están priorizando la clasificación de los residuos dentro de sus políticas internas e invirtiendo en tecnología “verde”, como parte de la lucha contra el cambio climático.
¿Cómo se clasifican estos residuos?
Los residuos se separan de acuerdo a diferentes criterios. Una de las clasificaciones más utilizadas a nivel industrial, son las siguientes:
1. Origen:
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Domésticos: aquellos generados dentro del hogar, como resultado de las actividades cotidianas de las familias (papeles, restos de alimentos, vidrios y más).
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Construcción: son los restos de las construcciones levantadas o derribadas, comúnmente tratándose de residuos de grandes dimensiones.
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Comerciales: son propios de las actividades de compra y venta de productos, como en tiendas de ropa, supermercado o de comida en general, mayormente plásticos, cartón y papel.
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Mineros: son los resultantes de las actividades de esta industria y suelen comprender residuos geológicos y minerales, como arena o piedra.
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Municipales: aquellos propios de las actividades locales, como las que se realizan en los mercados, calles, jardines públicos, plazas, entre otros.
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Industriales: son los residuos resultantes de las actividades en industrias, pudiendo ser peligrosos, como sustancias químicas.
2. Biodegradabilidad:
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Orgánicos: son aquellos residuos provenientes de formas de vida, es decir, de origen vegetal o animal, siendo biodegradables. Pueden ser: papeles, restos de comida, frutas y verduras.
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Inorgánicos: son aquellos provenientes de las actividades humanas. Por ejemplo, metales y plástico. Aunque se descomponen, el proceso es lento y su degradación, altamente contaminante.
3. Peligrosidad:
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Peligrosos: se trata de los residuos que suponen un verdadero riesgo para la vida, pudiendo afectar tanto a los seres humanos como a los distintos ecosistemas. Por lo general, son productos inorgánicos contaminantes o recipientes que hayan servido para contener sustancias tóxicas.
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No peligrosos: son aquellos residuos que no afectan negativamente a los ecosistemas, pudiendo ser de origen orgánico o inorgánico, siempre que estos últimos no sean contaminantes en sí mismos o no hayan estado en contacto con materiales tóxicos.
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