Se me había aparecido porque acababa de ganar ella un premio de relatos de gran importancia, algo así como el Planeta o el Nobel, y compartía conmigo sus dudas como las de los profetas del antiguo testamento, estaba cono siempre morena, con sus ojos punzantes, su pelo rizado, sus pequitas en la cara; yo la decía que ella me comprendía mejor que nadie y yo a ella mejor que nadie también; enseguida no tuve que consultar con Freud, ni con C.G.Jung, para dar sentido a todo esto. Pepi, mi maestra inefable, se me había aparecido en sueños para dar tranquilidad a mi alma; ni mi mujer ni mi hija que tanto me quieren me habían comprendido jamás como ella me comprendió, fue mi maestra sabia para inducirme a leer a todo pasto y acto seguido comenzar a escribir.
Es por esto que ahora escribo mencionándola y diciéndola que se me aparezca antes de cruzar el umbral del otro mundo, para así recuperar la paz cuando la pierda.