En el libro de José Carlos Ruiz, profesor de Filosofía de la Universidad de Córdoba, titulado Filosofía ante el desánimo se exploran muchísimas cuestiones de la sociedad de la imagen y del entretenimiento y la diversión.
La filosofía se convierte por medio de la argumentación, la racionalidad, el análisis y la capacidad crítica en el mejor aliado para una vida más feliz y sobre todo más rica y satisfactoria en múltiples sentidos.
Es indudable que la realidad digital en la que estamos ya viviendo se contrapone a la real o física y esto no es algo negativo en sí mismo. Si existe un cierto equilibrio entre ambas el resultado es bueno.
El problema es que se está observando que ya desde hace años existe una aceleración de la vida que no conduce a una existencia más profunda, sino a todo lo contrario. El yo virtual parece que en muchos casos está absorbiendo al yo real. Y lo lógico es que sean complementarios y coincidentes. Que sean la expresión natural de lo que se es o, lo que viene a ser lo mismo, sin manipulaciones artificiosas de lo que se transmite con las acciones o con lo que se hace.
Incuestionablemente, la atención en la era digital en la que estamos es mucho más reducida que hace 30 años. La proliferación de pantallas y la muy abundante oferta de todo tipo de programas de entretenimiento y diversión hacen, que el tiempo de atención completa o intensa, sea de unos 8 segundos de promedio.
El estar conectado se alterna con desconexiones continuas cada pocos segundos o minutos y esto perjudica gravemente la duración de los procesos atencionales. Se entiende que la lectura esté siendo abandonada progresivamente o reducida a su mínima expresión en una parte considerable de la población. La mitad de la gente no lee libros en España. En relación con la imaginación parece que no se desarrolla suficientemente ya que en los contenidos televisivos y en otros ya está plasmado un mundo imaginario que aparentemente llena las expectativas de muchos.
Es deseable que seamos conscientes de que la vida no es eterna aunque en la niñez o en la adolescencia o juventud lo pueda parecer. El tiempo pasa más rápido de lo que se piensa habitualmente. Como escribió Séneca «Es una locura concebir largas esperanzas cuando el mañana es incierto». Y la procrastinación es una conducta frecuente que lleva a una existencia menos intensa y profunda.
Por supuesto, la paz, el sosiego, la calma y la tranquilidad interior tienen que ser vividas de forma cotidiana para disfrutar también de una vida de calidad. Todos envejecemos y morimos y ese es, como escribió el poeta Gil de Biedma, el único argumento de la obra. Puede parecer un planteamiento demasiado duro y descarnado, y considero que lo es. De todos modos, nos advierte de la fugacidad de las cosas y de la vida.
Ante esta clase de reflexiones no es extraño que no sea fácil que la filosofía sea popular. Lo puede ser cuando se escribe, enseña o habla de cuestiones éticas y políticas especialmente.
También la filosofía del arte o la Estética parece que se inserta mejor en la estetización de la realidad a la que estamos asistiendo de una manera indiscutible. La intensificación de experiencias está cobrando un auge cada vez mayor con la realidad virtual y aumentada y con la tecnología de la Inteligencia Artificial.
La sociedad de las pantallas está perfeccionando las imágenes de la realidad hasta límites increíbles, hasta conformar una especie de hiperrealidad virtual, accesible directamente a través de los aparatos o dispositivos electrónico de forma prácticamente instantánea.
Considerando todo esto es difícil que se mantenga el pensamiento crítico y la argumentación racional como bases sólidas en una parte de la sociedad.
Por supuesto, también es cierto que una parte considerable de las personas siguen razonando con profundidad y ejerciendo su capacidad argumentativa, analítica, crítica y discursiva que es la que realmente nos hace vivir más plena y libremente. Algo que cada vez es más necesario para el bienestar y el progreso del género humano.