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El carbón del mar

Por Ángel Villazón Trabanco *

martes 14 de abril de 2020, 01:10h

14ABR20.- Corría el siglo XI. Habían quedado atrás los miedos y los horrores del año 1000. En Londres, una de las ciudades más grandes que existían, la gente se iba quedando sin combustible con que calentarse, con que hacer las comidas, y las cervecerías no tenían cargas de leña suficientes para hacer esta bebida. Se estaba agotando la leña en los bosques cercanos y había que buscarla cada vez más lejos. Este era el panorama con que se vio Londres.

Recurrieron al carbón. Al negro mineral que se extraía en las cercanías de Newcastle

Allá en las minas, muchos de los mineros eran pequeños y mujeres, que debido a su estatura y a su envergadura, podían hacer con mayor facilidad las labores de arrastrar cargas de carbón, con una especie de carros pequeños y unos esquíes de madera, que previamente cargaban con herramientas, por pequeños pasadizos

Cada pequeño y cada mujer llevaba una jaula con ratones y canarios, animales que por ser muy sensibles a los gases de las minas, alertaban de su mortífera presencia. Niños y mujeres pasaban a los estrechos túneles donde trabajaban de rodillas arrastrando carbón, durante horas y horas, tirando como bestias de ellas.

Había niños que no querían salir de la mina por la noche y se quedaban a dormir en algún hueco que les proporcionaba seguridad. El dolor que les suponía ver como la gente de los pueblos, y entre ellos los más acomodados, los despreciaban y temían, los hacía quedarse en el interior de la mina. El sentimiento de moverse con libertad en el exterior no compensaba el sufrimiento de verse rechazados

Los mineros en sus oscuros túneles formaban comunidades cerradas y eran despreciados y temidos por el resto de las personas que al verlos como masas de personas embrutecidas por el sufrimiento, por el trato como animales, no tenían ningún sentimiento, ni de respecto, ni de aprecio por nada.

El carbón desprende gases muy peligrosos. Unos son explosivos, conocido como el “fire dump”, y otros que impiden la respiración, como el “choke dump”. Además del riesgo de quedar atrapados, los riesgos de derrumbes en los túneles eran evidentes, pues había inundaciones por corrientes de agua repentinas.

Las minas eran propiedad de la Iglesia Católica, en la mayoría de las ocasiones. Este era el vergonzoso panorama que hacían los eclesiásticos con mujeres y niños.

Al mismo tiempo el aire de Londres se fue haciendo más irrespirable por los humos de las chimeneas, donde el carbón era transportado por unas flotillas de veleros que lo hacían más económico que el viaje por tierra. Era menor tiempo también.

Gracias al carbón los londinenses pudieron calentar sus viviendas y cocinar. Sin él, habrían perecido de hambre y de frio.

Posteriormente el carbón alimentó las maquinas de vapor que impulsaron las fabricas, trenes y barcos, durante la revolución industrial y las innovaciones mineras inglesas en materia de carbón, se extendieron por todo el mundo.

En las minas trabajaban pequeños incluso de cinco años. En 1842 se prohibió el trabajo de mujeres y niños menores de diez años

Las condiciones laborales de las minas inspiraron los trabajos de Engels y de Karl Marx sobre el Marxismo

*Ángel Villazón Trabanco es Ingeniero Industrial Superior y Doctor en Dirección y Administración de Empresas

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