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Una auténtica “patata caliente” que nadie quiere tragar

El farragoso “problema Rapa Nui”. Orígenes y características de este caso

El farragoso “problema Rapa Nui”. Orígenes y características de este caso

Por Jorge Infante Velarde

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Para quien no conozca los entresijos del actual problema que mantiene muy complicada la vida diaria en aquella pequeña posesión chilena en medio del Pacífico, todo lo que ha aparecido en los medios le parecerá casi anecdótico y que en un lugar tan reducido, el hecho de que la gente “no se ponga de acuerdo” y que grupos de residentes originarios (pascuenses), hayan decidido pasar a la acción ocupando de manera ilegal algunas propiedades que se han levantado en terrenos cuya propiedad por derecho ancestral, reclaman como propias, les resultará muy llamativo.

El farragoso “problema Rapa Nui”. Orígenes y características de este caso
El farragoso “problema Rapa Nui”. Orígenes y características de este caso
El farragoso “problema Rapa Nui”. Orígenes y características de este caso

Puestas así las cosas, y si sólo ese fuera el origen del conflicto suscitado, bien podría concluirse entonces, que el problema es territorial o más exactamente, por derechos territoriales, casi administrativo y filopolítico por aquello de que cualquier asunto que involucre a un pequeño grupo de ciudadanos  respecto de las autoridades, ya adquiere un tinte político.

No obstante las cosas no son tan simples ni tan específicas como para clasificarlas en cualquiera de las categorías antes mencionadas y más bien, es un poco de todo dando como resultado un “mix” que en origen, pudo ser un reclamo puramente por la restitución de propiedades pero que de manera  inevitable, ha agregado otros componentes que son tan viejos como la anexión al territorio chileno de la entonces tierra de nadie que era Isla de Pascua en 1888.

 

A más de un siglo de anexión, no puede de modo alguno hablarse de integración y, mucho menos, de preocupación real y verdadera por parte de los gobiernos chilenos que desde finales del siglo 19, han visto y manejado aquella isla como si fuera un jarrón chino. Es decir, tiene valor pero nadie sabe exactamente donde ponerlo ni que hacer con el. Algo parecido ha venido ocurriendo con isla de Pascua desde que en 1888, Policarpo Toro y al término de la Guerra del Pacífico -donde el poderío naval había sido determinante-, convenció a las autoridades del gobierno de la época, para anexarse aquel pedazo de terreno que a juicio de algunos de los políticos de la época –y contrarios al proyecto-, “no valía nada”.

 

Las autoridades de gobierno acogieron sin embargo la propuesta visionaria de Toro y anexaron Isla de Pascua al territorio continental chileno aunque aquello fue meramente, un trámite administrativo que no comportó ninguna obligación ni para con el territorio ni para con sus habitantes como lo prueba de manera irrefutable, el status y tratamiento que se le dio a aquella posesión y lo que es peor, a sus habitantes que eran considerados como meros objetos sin ningún tipo de derechos ya que prácticamente no eran ciudadanos chilenos de pleno derecho y el Estado chileno, a lo largo de casi un siglo, ignoró de manera sistemática aquella porción de territorio ya que en 1917 por ejemplo, la isla  es entregada al control de la Armada por aquello de que era un lugar al cual sólo se podía acceder por mar y la Armada, ni corta ni perezosa, aplicó para el gobierno y control del territorio y sus habitantes, una disciplina de corbeta que entre otras medidas, contemplaba la prohibición absoluta a los isleños de abandonar la isla, de poseer o comprar (suponiendo que tuvieran dinero) cualquier objeto, la imposibilidad incluso, de desplazarse libremente dentro de la isla ya que no podían abandonar el perímetro del sector de la isla donde las autoridades realizaban su vida diaria. Sometidos en su propio terreno a unas condiciones rayanas a una esclavitud legal, los pascuenses incubaron las bases del sólido sentimiento anti-“conti” (anti chileno) que siempre ha subyacido entre la población pascuense respecto de sus “compatriotas técnicos” del continente.-

 

No satisfecho con esa torpe medida  que hoy mismo sería objeto de repudio internacional, en 1929, el gobierno inscribe Isla de Pascua en el conservador de Bienes Raíces de Valparaíso como si se tratara de un sitio eriazo que se regulariza en términos de asignarle un dueño y declara  a la Isla de Pascua, como propiedad fiscal cosa que incluso en 1929, tendría que haber hecho rechinar los dientes a la Contraloría de la época por su absoluta improcedencia ya que es altamente improbable por ejemplo, que en algún Conservador de la república, se encuentre el título de propiedad a favor del estado chileno, de la muy pintoresca localidad de Pomaire por ejemplo. Con seguridad no.

Como si todo lo anterior fuera poco, tiempo después el estado chileno alquila por unos cuantos centavos de dólar, la isla entera a una compañía explotadora de ganado lanar que además de explotar el escaso terreno  de la isla (de origen volcánico como todo el mundo sabe), explota de paso, a los isleños que son prácticamente, “peones forzados” de aquella explotación agrícola que hoy mismo, nadie en su sano juicio, aceptaría siquiera, considerar como mínimamente viable.

Puestas así las cosas, en los siguientes años  variaron muy poco para los pascuenses ya que el origen, características, censo poblacional, cultura u otros, fueron sistemáticamente ignorados y prueba de ello es que en los textos de enseñanza escolar, (historia, geografía, u otros) anteriores a 1960, es prácticamente inexistente cualquier alusión por mínima que sea a esta parte del territorio chileno.

 

No es hasta finales de los años 60  cuando algunas cosas comienzan a cambiar con la importancia turística que Isla de Pascua comienza a tomar en los grandes mercados internacionales del turismo. A partir de 1975, que es cuando se inicia el desarrollo de los temas turísticos, los pascuenses comienzan a ser considerados en la práctica, como ciudadanos chilenos, si bien con menores posibilidades  que el resto de sus compatriotas continentales en razón de su sempiterno menor acceso a la educación regular.

Este mismo período de crecimiento turístico corrió aparejado con el creciente interés desatado en todo el mundo por llegar a Isla de Pascua y durante los últimos 35 años no ha dejado de crecer mejorando y mucho, la situación personal y económica de muchas de las principales familias o clanes pascuenses que con indudable espíritu de cuerpo  han sabido manejar sus negocios hasta constituir grupos económicos muy fuertes dentro de la sociedad isleña.

Este mismo crecimiento y desarrollo turístico trajo consigo mejoramientos de todo tipo en la vida diaria de la isla y pareció que por algunos años se había aparcado u olvidado, el viejo asunto de las reivindicaciones pascuenses que a la luz de las “tomas” de propiedades y terrenos de los últimos meses, pareciera que sólo se refieren a un solo objetivo: la recuperación de terrenos que pertenecen a los pascuenses por derecho ancestral. Sin embargo, este asunto es solamente la parte más mediática de un problema que subyace desde hace mas de un siglo y este se refiere, a la necesidad casi genética que tiene cada pascuense de ser resarcido por un siglo de abusos y abandono por parte del Estado chileno.

 

El actual conflicto que un grupo de familias o clanes mantiene con las autoridades chilenas  por el tema de las “tomas”, ha dado origen a otro problema en Rapa Nui, de naturaleza estrictamente interna ya que hay pascuenses que se ven (o se han visto) perjudicados por este clima de enfrentamientos, peleas con la autoridad y por los desórdenes internos que están afectado al flujo turístico internacional al cual –como es sabido-,  le sientan mal los conflictos políticos de una región o país.  Este grupo, conformado por los principales empresarios de turismo y hostelería, se enfrenta con los grupos que propician las  “tomas” y que propugna una solución de fuerza para presionar a las autoridades  y conseguir una rápida solución a sus demandas.

Ambos grupos dividen a la opinión pública pascuense y ambos grupos tienes apoyos y detractores y ambos, cada uno en su terreno, son fuertes y aunque  estas dos facciones son claramente diferenciables, ambas tienen un denominador común que les hermana y este, es la irrenunciable aspiración de “nivelar cuentas” con el Estado chileno, que no con el pueblo chileno y es conveniente hacer esta matización ya que la inquina del pascuense se dirige antes que al chileno común y corriente, –aunque éste puede ser el ejemplo más a mano para desfogar-, al gobierno y las autoridades.

Sin embargo todavía, hay un tercer grupo que también puede estar insertado en cualquiera o en ambos bandos anteriores. Este tercero en discordia, sería el grupo de los eternos independentistas, grupo que ya en los comienzos del “boom” turístico de los primeros años 70, acariciaba la idea de separarse del continente chileno alegando la ninguna sintonía cultural, étnica, histórica y de origen, características por lo demás, absolutamente ciertas e indesmentibles.

De aquí que de vez en cuando, se escucha decir a ciertos sectores de isleños que si sus demandas no son atendidas harán las gestiones para independizarse de Chile, declaraciones que en el continente, y especialmente a nivel del gobierno, suenan aumentadas por los medios de comunicación. Los líderes independentistas de Rapa Nui saben y conocen perfectamente que esta posibilidad es auténticamente una utopía, no sólo porque la constitución política chilena –como la constitución de cualquier país en el mundo-, prohíbe de manera expresa, la fragmentación del territorio sino porque también, en términos prácticos esta posibilidad es inviable por el tema básico de la economía para la autosustentación.

Partiendo de esta premisa, aun el mas fervoroso y termocéfalo independentista pascuense sabe que esto es inalcanzable. Por otro lado –y de cuentas y economía las pascuenses saben mucho- ellos conocen de sobra lo difícil que es la situación de abastecimiento por la dependencia del continente y para ello, cualquier habitante de Rapa Nui que tenga mas de 40 años, puede dar fe de las difíciles condiciones de abastecimiento que existían en Rapa Nui a comienzos de los años 70 tomando en cuenta que la isla no posee capacidad de producción propia en ningún producto de subsistencia básica.

No obstante lo anterior, el problema de las “tomas” y reivindicaciones de los derechos ancestrales de terrenos en Isla de Pascua pueden adquirir una pátina de importancia agregada si éstas se visten un poco con el ropaje de demandas de independencia y/o anexiones a otros territorios insulares de la Polinesia y tocado este punto, seria bueno recordar que ningún territorio de la polinesia es independiente ya que todos son territorios insulares de países europeos -Francia, Gran Bretaña-, (Polinesia Francesa) o americanos –Estados Unidos-, (Hawai) o también de Nueva Zelanda.

 

Finalmente, habría una cuarta vertiente y esta se refiere a asuntos netamente políticos del día. Hay quienes opinan que todo lo ocurrido actualmente se debe a los intentos de partidarios del actual gobierno por controlar políticamente la Isla, en pugna con quienes apoyan a la oposición. De hecho, apunta alguien que prefiere no identificarse, un prominente miembro del consejo de ancianos de Rapa Nui y que lleva mucho tiempo en este órgano consultivo, fue firme partidario de la dictadura y fuerte opositor  al gobierno de la Concertación y hoy mismo, apoya al actual gobierno por encima incluso, de los intereses de los colectivos pascuenses de los tres grupos reconocidos en la isla: Los “pro-tomas”, los “empresarios” y los “independentistas”.

 

Como se ve y pese al reducido tamaño de la Isla de Pascua el problema que actualmente existe es grande y no pareciera que tenga, en el inmediato plazo, una solución que deje contentos a todos y mientras tanto, hay un gran perjudicado que a nadie (o a muy pocos, incluido el gobierno), parece preocupar: El turismo, principal y única fuente de riquezas de la Isla, que puede verse seriamente afectado.

Los especialistas en turismo saben que construir una imagen y conseguir colocarla en los mercados internacionales puede llevar años y enormes sumas de dinero. Liquidar esa imagen puede ser cosa de días o semanas y casi no exige inversión económica. Bastan unos cuantos desórdenes públicos y algunas fotos de policías vestidos como para la guerra de Irak para conseguirlo.

 

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