Entre los detenidos está el periodista de la Agencia Efe en Moscú Ignacio Ortega, que filmaba la manifestación con una cámara de vídeo. El reportero fue empujado en el tumulto y llevado a un furgón policial con otros detenidos, casi todos ellos jóvenes de una veintena de años.
De acuerdo a medios locales, en San Peteresburgo, en el Campo de Marte, fueron detenidas al menos 150 personas que participaban con varios miles en una protesta. "Rusia sin Putin", "Rusia ladrón" era lo que gritaban los jóvenes congregados en la calle Tverskaya, que va a la Plaza Roja y el Kremlin.
Voces del Gobierno de Vládimir Putin dicen que las marchas fueron "una provocación". Pero el líder opositor Alexéi Navalni (detenido también), quien convocó las marchas no está de acuerdo. Su intención era que la gente protestara por la corrupción.
Navalni fue detenido en el portal de su casa antes de poder dirigirse a la marcha convocada en Moscú, según informó su esposa.
La fiscalía de Moscú advirtió que "cualquier intento de celebrar un acto no autorizado en la calle Tverskaya será considerado ilegal", y las fuerzas del órden estaban autorizadas para tomar "las medidas necesarias".
La Casa Blanca condenó el arresto de cientos de manifestantes anticorrupción en Rusia, en un inusual criticismo por parte de la administración del presidente Donald Trump de la violación de derechos humanos por parte del Kremlin.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, llamó al gobierno de Rusia a "liberar inmediatamente a todos los manifestantes pacíficos", detenidos en marchas realizadas en el país.
"El pueblo ruso merece un gobierno que apoye las ideas de libre mercado, un gobierno transparente y responsable, tratamiento igualitario bajo la ley y la capacidad de ejercer sus derechos sin temor a represalias", dijo Spicer.
La Casa Blanca calificó la detención de observadores de derechos humanos y de periodistas de afrenta contra "los valores centrales de la democracia", y señaló que continuará monitoreando la situación.
La administración Trump siempre se ha abstenido de hacer comentarios sobre los abusos de derechos humanos más allá de sus fronteras y frecuentemente ha alabado al régimen de Vladimir Putin.
Los funcionarios de la administración anterior habían advertido contra el riesgo de mantener una postura que aliente regímenes autoritarios que, al no sentir presión por parte de Estados Unidos, se encuentran más confortables para implantar medidas severas.