Y es que India son más de cinco letras, cuna del comercio, de majestuosos imperios, de paisajes que se tatúan en la retina profunda... Pero en mi viaje he podido comprobar, desgraciadamente, que también es referencia de pobreza, analfabetismo, malnutrición infantil o de constantes violaciones de los derechos de las mujeres.
Tras más de siete horas de autobús, mi llegada a Jaipur fue mejor de lo que imaginé. Conocí de primera mano los procesos artesanales de los telares, recorrí calles donde solo se vendían alfombras,... terminé el día en una cena de gala en un palacio, donde solo por un momento, los fuegos artificiales lograron tapar la belleza de Jaipur.
Me pusieron el TIKA rojo, punto que se aplica para facilitar la apertura del tercer ojo y alcanzar conocimiento espiritual, dependiendo del color indica si se rinde culto a un dios u otro, la diosa Durga, usa ese color, es la gran diosa madre de todo el Universo, si tengo que ponerle un nombre a DIOS, quiero que sea femenino, aunque considero que hay que seguir lo mejor de cada religión, porque entre todas se puede encontrar el equilibrio y la Paz… Lo más curioso es que no me sentí en ningún momento extraña. La gente allí es muy servicial, muy honesta, te miran siempre de frente con sus grandes ojos y te hacen sentir parte de sus vidas.
India posee las huellas conocidas más antiguas del mundo. Las huellas de un país así no se mantienen porque sí, India es multicultura, es cosmopolita, es bonita en día y en noche... es como si en vez de encantar serpientes, embrujan a sus visitantes. Eso es lo que se siente en la India, que te “hechizan” el alma con su amabilidad; su mirada, a pesar de la miseria que los rodea, está llena de inocencia, no se les ocurre exigirte nada, no aspiran a estar en tu lugar, tan solo quieren que les dediques un momento...
Otra ciudad a destacar de este viaje fue AGRA, población que besa al río Yamuna para mostrar al mundo uno de los monumentos más conocidos que existen, el Taj Mahal. Creo que estuve más de 40 minutos seguidos sin quitar la mirada... Era un desafío visual que, aunque ganó el monumento, me sirvió para que el viaje a India no finalizara al pisar suelo español en el regreso. Durante noches, cuando mis párpados pesaban toneladas de paisajes y caía rendida, soñé con ser gaviota y volar junto al finial más alto de la cúpula, dar giros a la amrud o descansar en sus chattri para sentirme más cerca de la armonía que desprende.
Continué visitando ciudades, barrios, calles... Mí guía indio Ganesh Lal Sharma, me explicaba algunas cosas, aunque todas mis preguntas no tenían respuesta, o al menos no tenían respuestas lógicas.
Delhi también me recibió con los brazos abiertos, ¡y con mucho calor! En este rincón de India las temperaturas máximas se acercan a 50º C en verano. Es una de las ciudades más antiguas del mundo, y de las más pobladas. Me llamó la atención su baja tasa de desempleo, apenas llegaba a un 5% en una población de aproximadamente 20 millones.
He caminado descalza por templos, he sudado sin poder ducharme hasta la noche, he entrado en aseos públicos con tan poca higiene que jamás pensé que entraría, he abrazado a personas que en España me habría retirado por miedo a contagiarme de algo, he comido alimentos que no sabía cómo estaban cocinados... Pero lo más importante es que he aprendido que viajar no es una opción, es una obligación... Es una obligación para aprender a valorar lo que uno tiene, para denotar que hay gente que lo está pasando muy mal y a la que tenemos que tender el brazo. Es una obligación para captar los mensajes y poder llevarlos a otras partes...
Viajar a India es una obligación para conocer que ese país, son más de cinco letras...
(*) Maica Rivera
Ha colaborado por largo tiempo en radio, la TV local de Andalucía, revistas de moda, periódicos locales y ha compartido espacio con grandes profesionales de los medios de comunicación de lo cuales ha aprendido –según señala-, los entresijos de este mundillo profesional.
Viajera habitual (e impenitente), le gusta conocer sitios diferentes y empaparse de su cultura, usos y costumbres que posteriormente, vuelca en artículos periodísticos con un sello personal y una visión de “primera mano”. Ha escrito sobre gastronomía, cultura, moda, economía y viajes y cree que la mejor forma de generar progreso es la creación de sinergias entre distintos sectores razón por la cual presta su apoyo entusiasta a proyectos turísticos, arte, moda y sobre todo, cultura ya que una sociedad sin cultura -señala-, está condenado al estancamiento. Maica Rivera reside entre Madrid y Córdoba – Andalucía.
Más Información: www.maicarivera.com