A los 10 años (1964, Sexto preparatoria “G”) ingresé por vez primera a través de esa añosa puerta de Arturo Prat, portal de Presidentes de la República y de hombres de bien. Y creo que ingresé también a la vida real. Dejando atrás mis livianas obligaciones de niño, empezaba a conocer el mundo de las responsabilidades. Las atemorizantes imágenes del Sr. Poblete y del Sr. Quezada, me hicieron olvidar de golpe los caprichos de la infancia. Luego la paternalista presencia de Ladislao Muñoz me indicó la senda a seguir. Más que profesores, tuve formadores (y como se extrañan esas capacidades en el mundo actual). Clemente Canales, Osvaldo Arenas, Oscar Montedónico, Manuel Pavez, Rómulo Arias, Augusto Santander, Juan Gallo, Moisés Mizala, Armando Díaz, Washington Villanueva, Sergio Riquelme… y sólo nombro algunos en forma simbólica, porque la lista es interminable, como interminables son mis agradecimientos.
En Chile hay muchos buenos colegios, no lo podemos desconocer, pero pareciera ser que quienes estudiamos en el IN tendemos a olvidarlo fácilmente, y eso habla muy bien de nuestra mística mas allá del paso por aquella inolvidable cuna académica.
Pienso que el Instituto en la actualidad dista un tanto de aquel que nos toco conocer; pero convengamos en que la vida tampoco es la misma. La mal llamada competitividad, la intolerancia al fracaso, el mal entendido éxito, el haber confundido las libertades con los libertinajes, nos ha llevado a un escenario distinto.
Más, llegados estos 200 años, repetiré una frase que desde hace mucho le comento a las generaciones más jóvenes: “Lo que hoy somos, es por lo que ayer fuimos… alumnos del más grande, colegio nacional”.
Estudié 7 años en el IN, y comparándolos con mis 7 años en Medicina, considero que lejos más de la mitad de las influencias en mi formación profesional, han sido institutanas.
Un bicentenario abrazo a todo aquel camarada que lea esto. Fraternalmente de un alumno que una vez tuvo un sueño: “Era institutano y quería ser un profesional”. Y que ahora tiene otro: “Es un profesional y no quiere dejar de ser institutano”.