El cazador, que se encontraba acompañado por el guarda Luis Manuel García Quesada, había efectuado cuatro certeros disparos sobre un jabalí de 90 kilos y a continuación cayó desplomado en una pista forestal. García Quesada comentó ayer que al darse cuenta de la gravedad «llamé al 112 y estuve realizándole masajes cardíacos hasta la llegada de la ambulancia». Y ya en presencia de los servicios sanitarios se le realizaron varios intentos para reanimarle con el desfibrilador. Pero, todos los esfuerzos resultaron inútiles para salvar la vida del infortunado cazador.
Luis Manuel García Quesada explicó que habían comenzado el rececho «un poco antes de las siete de la mañana» y que media hora más tarde habían avistado «un jabalí enorme» en la zona de Nieda. Al observar que el suido se dirigía hacia el lugar donde se encontraba acompañado por Leandro José de la Roz, decidieron aguardar la llegada del animal en una zona de matorral. Una vez que el verraco se encontraba a una distancia de «unos 20 metros», el cazador efectuó hasta «cuatro disparos con un rifle del calibre 270 y todos impactaron en el cuerpo del jabalí». Y cuando se disponían a caminar para cobrar la pieza, el cazador «se desplomó en medio de una pista forestal». El guarda confirmó que en pocos minutos se produjo la llegada de una ambulancia al monte, desde Arriondas, y él se encontraba abatido «ante la impotencia de no haber podido hacer nada por salvarle».
Leandro de la Roz, que deja viuda y dos hijos, era vecino de la localidad canguesa de Peruyes, donde su familia regenta el hotel El Llagar. El funeral y posterior entierro tendrá lugar esta tarde, a partir de las 17 horas, en la localidad de Margolles.
Leandro era un cazador de los de toda la vida y durante años fue el jefe de la partida de una de las dos cuadrilla de Margolles, tras haber tomado el relevo del ya fallecido Miguel Tárano. Esa cuadrilla está gestionada en la actualidad por Javier Collado. Y tras un paréntesis de varias temporadas alejado de la actividad cinegética, Leandro había retomado la afición hace un par de años encuadrado en la palomilla capitaneada por el cántabro Victoriano Méndez.