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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

Entre Cristo y el Ché

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

domingo 26 de abril de 2015, 23:47h
Entre Cristo y el Ché

Este sábado noche tuve ocasión de ver por “La Sexta” una extensa entrevista a Pablo Iglesias, líder del partido denominado “Podemos”. Acababa de cenar y estaba con mi mujer en el salón de casa, mi hija y su novio estaban en la cocina. De pronto me percaté que “el coletas”, como así le llamaba sin apenas conocerle, estaba en antena, una entrevista con mucho público en un graderío muy moderno, un par de entrevistadores y el público. Llamé a mi hija que vino como una bala, el novio poco después y refunfuñando. Es normal, una de las cosas más desagradables es hablar de política si no eres del mismo bando.

El caso es que los miembros del público, entre el público, iban eligiendo y bajando mujeres, hombres, unos muy mayores, otros jóvenes, representantes todos ellos de los diferentes estados sociales, profesiones, pálpitos y cometidos e iban preguntando al líder de “Podemos” cosas y más cosas.

Como he trabajado cerca de treinta años en el Gabinete de un Ministro, el Ministro de Fomento, sé lo que son estas cosas. Cuando el ministro intervenía en el Congreso o en el Senado un grupo de asesores le iba allanando el camino y si se trataba de algún discurso para una intervención especial, cultural o reposada, era yo mismo quien a veces le redactaba el discurso, ya que se me consideraba el intelectual del Ministerio, el más leído, una especie de joya, un icono perdido en la planta tercera al que habían visto a menudo en la prensa y los más viejos en la televisión.

Bueno pues primero de lado, ojeando unos papeles, y de pronto girando mi butaca me quedé clavado viendo a este chico de la coleta. Un tipo muy diferente a los ministros de Franco y a los que más he tratado personalmente o conocido en democracia, como Sáenz de Cosculluela, José Borrell, Francisco Álvarez Cascos o Magdalena Álvarez, sin olvidar el pedigrí de Rafael Arias Salgado.

Había visto pasar por aquellos pasillos a Manuel Fraga Iribarne, a Vicente Mortes Alfonso y por supuesto sin ir mucho más lejos en el edificio contiguo a mis amigos personales los Ministros Enrique Barón e Ignacio Bayón Mariné.

Bien. A ese joven con coleta lo primero que vi en él es que estaba de pie, con las piernas abiertas para no caer como hacen los militares y la guardia civil, como hago yo ahora con mi dichoso parkinson.

Me sorprendía su fotogenia, sus simpatía, la velocidad de sus respuestas, el que cerrara herméticamente como en una caja de caudales ajustada al milímetro sus cortas intervenciones, sus respuestas, peroratas densas y a la vez ligeras a todas y cada una de las preguntas de aquellos invitados aparentemente elegidos al azar.

Nada le intimidaba, nunca dudaba, en una pizarra adjunta de vez en cuando con una tiza en mano hacía números, explicaba hechos.

Todo lo que decía tenía la fuerza de las soluciones razonadas y pensadas. Profesor en la Universidad o parlamentario en Bruselas, aquel chico, “el coletas”, era el líder de una novísima agrupación política que salida del descontento general del pueblo, atosigado por tantos políticos corruptos, por tantos dirigentes amorales, por tantos altos funcionarios comprados que han estado robando a los bestia y mansalva con sueldos astronómicos y lujosas poltronas a un pueblo trabajador, sufrido donde los haya. Aquel chico tan joven era como la liberación de los pecados del mundo, la liberación que necesita un pueblo escarnecido, donde los más preparados, los hijos más queridos han tenido que emigrar al extranjero para poder trabajar ejerciendo sus conocimientos. Donde la natalidad es bajísima y los salarios muy bajos, donde el trabajo es precario y la población envejecida, donde curiosamente se emigra como en aquella posguerra de los años cuarenta del siglo pasado cuando Antonio Molina cantaba su canción “Soy minero”.… “Adiós mi España querida/ nunca te volveré a ver…/”.

Pues sí, amigos, lo primero a destacar del joven líder de “Podemos” es su imagen. Y una imagen vale más que mil palabras. Su mirada cálida y decidida, su proximidad a los problemas y el conocimiento que tiene de ellos, ese calor hacia los jóvenes, los desvalidos, los vagabundos, los “miserables de este mundo opulento”. Sí, los miserables como en el libro de Emilio Zola, trasladado después al famoso musical.

Mi hija aplaudía las intervenciones y el público del plató diseñado al efecto también lo hacía. Vino a mi memoria Moisés, el joven rey David, Sócrates de joven en el Aeropago, Rodrigo Díaz de Vivar, Napoleón en sus primeras fases, Adolfo Suárez al principio, cuya tumba visité hace poco en Ávila; Agustina de Aragón, Juana de Arco, el joven Kennedy cuando llegó al poder… pero no…

Aquello era otra cosa. Y de pronto cuando me levantaba para ir al baño, no sé, a coger una vaso de agua, lo vi con toda nitidez: Su imagen, la imagen de Pablo Iglesias asaeteado a preguntas unas complejas e insidiosas y otras simples pero contundentes, todas contestadas con tanto con acierto como precisión, era la de alguien que había visto a lo largo de mi ya larga vida múltiples veces. Y se me apareció entonces Jesús rodeado de gente en el Monte de las Bienaventuranzas, con esa cadencia suave, lenta con la que desgranaba cada uno de sus consejos, de sus principios más profundos.

Pero también creí ver con el corazón al joven Ché Guevara sentado y departiendo con sus compañeros de armas antes de entrar en La Habana. Esa imagen del libertador con barba y ojos negros inmortalizada en las camisetas de tantos y tantos jóvenes durante décadas y después de su muerte.

Si, el líder de “Podemos” mezclaba en su mirada, en su aspecto soñador unos tiempos nuevos envueltos en el aire transparente del mar. La del Cristo liberador, el que daba la paz a sus amigos, y la del Ché, de Ernesto Che Guevara libertador de los pueblos cautivos y oprimidos, ambos muertos en plena juventud pero inmortales por siempre y para siempre en la memoria, en el alma de tantos jóvenes como mi hija que aplaudía con frenesí cada una de sus respuestas, cada uno de sus gestos.

--¿Llegarán al poder, papá?.. ¿pero tú no lo verás?.

Me volví lentamente y le dije.

-- Te equivocas, hija, si lo veré, se ha cargado a la izquierda de toda la vida, ha fulminado a los comunistas, a Izquierda Unida, al viejo Santiago Carrillo. Ha eliminado a UPyD, ya pisa los talones al Partido Socialista, este chico va a dejar solo en pie al PP, a la vieja derecha católica e inmovilista, la batalla final será entre el PP y ellos. No dejará títere con cabeza, es muy inteligente, es muy ambicioso, parece muy bueno, me gusta su mirada... No sé por qué este joven brillante y a la vez…

-- ¿A quién te recuerda? – interrumpió mi hija de nuevo, vivamente.

-- Este joven me recuerda – suspiré conmovido – a dos jóvenes que os interpelan y os conducen siempre. Éste jovencísimo líder tiene algo de Cristo y del Ché Guevara, en poco tiempo va estar entre los grandes de este país tan admirable como necesitado.

Salí por la puerta y me dirigí directo al dormitorio. Esa imagen nueva y a la vez diferente me quedó grabada mientras aún oía la voz joven de mi hija: El futuro de España.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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