Nuestra intimidad

Acaso los lectores de diarios, revistas, semanarios y de las mismas páginas en Internet desconozcan algunos dramas que a nosotros, periodistas, nos acosan en el día a día laboral. Hay días que para el periodista es sencillamente negro, como los domingos para la edición de los días lunes. Para eso hemos aprendido de aquello de no ser el martillo, con el cual golpear, sino, el yunque para aguantar los golpes.

Con los años nos hicimos prácticos y aprendimos sacar provecho a lo que poco que haya y, desde luego, a "refritar" el tema; así, si un acusado deba presentarse ante el juez el lunes o el martes, ya sabemos que nuestro titular sería algo así como "Hoy (o mañana) se sabrá si el sospechoso del homicidio purgará 20 años de cárcel", o "el criminal se verá hoy (o mañana) cara a cara con los parientes de su víctima", etc., etc.

Trabajar un domingo en la redacción de un diario suele ser un verdadero castigo para los nuevos periodistas, porque no hay mucho con qué llenar la página.

Me recuerda esta intimidad profesional el toque que me dieron desde la redacción de "Euro Mundo Global", solicitándome material para la sección paraguaya.

Cuento esta parte del oficio en lugar de decir a los lectores lo que pasa un domingo, como hoy en Paraguay: que como todas las tardes de lo que va de este verano llueve a cántaros, que San Bernardino está repleto de gente asuncena, que el jefe de la Caminera, Eduardo Petta, no se cansa de multar a los borrachitos que conducen en las rutas o que en las bodegas escasea la cerveza.