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Pese al calor, todo el mundo peregrinó a la sierra

El milagro de la Virgen de Caacupé

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
El final del peregrinaje es este momento junto a la basílica (Foto: Efraín Martínez Cuevas)
El final del peregrinaje es este momento junto a la basílica (Foto: Efraín Martínez Cuevas)
En la redacción del diario al mediodía del 8 de diciembre intercambiábamos criterios con Neri Insfràn Rojas, el secretario de Redacción, sobre la cantidad de gente que peregrinó a Caacupé en el presente año. Coincidimos en que no publicaríamos la cantidad por la falta de datos oficiales y porque en el Paraguay la gente pareciera harta de tanta manipulación de la cantidad de gente, en este caso en las concentraciones políticas, por parte de los voceros políticos.

En Telefuturo, Oscar Acosta dijo que unas 2.500.000 personas han concurrido a la capital espiritual de la república; ABC Color no arriesgó ninguna cifra. Lo que sí pusimos en la edición del 9 de diciembre de "Crónica" es que tanta era la cantidad de gente en Caacupè que allí no había donde dormir, que se agotó el stock de cervezas y que, en pocas palabras, la ciudad colapsó.

Mientras cubríamos en la cálida noche del 7 de diciembre la marcha de miles de peregrinos hacia la sierra, le decía a mi compañero Osvaldo Escobar que hacia un año que estuve cubriendo la festividad de Caacupè en Málaga donde la gente estaba cajoneadísima porque días antes había fallecido un paraguayo jugando al fútbol.

Entre aquella jornada de frío en el sur de España y esta agobiante noche de miles de peregrinos apiñados y en marcha en ambos costados de la ruta hay mucha diferencia.

La tradición de la fecha en Paraguay es peregrinar, aunque no tenga promesas por pagar. El que no camina en la noche del 7 y la madrugada del 8 de diciembre como que es un marginal, alguien que no sabe que está pisando en Paraguay. El que camina más largo todavía es más querido y respetado. De las consecuencias de esa prolongada caminata, ni hablemos.

Los primeros ocho días paraguayos son la festividad de Caacupé, luego, como enganchado, viene la celebración de la Navidad. Con temperaturas que han llegado a los 50 grados en las calles asuncenas del 8 de diciembre, la gente se fue y rezó en Caacupé, pero también - muchos - a darle a la cerveza. ¿Cómo negarse a una fresca cebada fermentada con semejante calor?

En Caacupé hay que prender una vela azul ni bien se llega. En los alrededores del santuario están llenas de velas. Miles. El rito de la promesa cumplida. El cansancio agobia, ahora deberá buscar un lugar donde sentarse y, si fuera posible, donde dormir, tendido, no importa que fuera la piedra de una vereda o el capo de un auto. Como sea y donde sea.

El otro rito también debe cumplirse: buscar el agua del "Ycuà la virgen", un manantial que desde hace generaciones provee el agua milagrosa con la cual curarse de jaquecas, mal de amores, falta de dinero, y todo lo que sólo un milagro puede solucionar. La plaza central de Caacupé no daba abasto para tantos cansados peregrinos. Todo el mundo tirado en su césped y camineros sobre el tradicional "piri", una suerte de manta hecha de totora, para dormir, dormir y dormir.
La caravana de peregrinos alcanzó los 20 kms de longitud(Foto: Efraín Martínez Cuevas)
La caravana de peregrinos alcanzó los 20 kms de longitud(Foto: Efraín Martínez Cuevas)
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