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La Paz-Bolivia: Desgracias Para Carnaval

La Paz-Bolivia: Desgracias Para Carnaval


miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Tras unas intensas lluvias, en la capital boliviana se produjo un deslizamiento que, por sus resultados, parece un terremoto. La tierra estuvo avisando durante horas hasta que se produjo un desastre que se ha ido prolongando a lo largo de varios días. Se trata de un deslizamiento secuencial que comenzó el sábado 26 de febrero -prolongándose durante días-, el mismo que ha destruido entorno a 1.700 inmuebles entre casas, colegios y otras instituciones, afectando alrededor de 6.000 personas que se han quedado sin vivienda. Para un planeta superpoblado y en vías de desarrollo, este no es más que un ligero arañazo que confirma que ni todo el asfalto ni el cemento del mundo nos pueden proteger frente a desastres naturales. Pero para los habitantes de las zonas afectadas ha significado una pérdida de bienes y recuerdos irremediable ya que muchos han tenido que escarbar la tierra con sus propias manos para rescatar sólo algunas pertenencias o bien enfrentarse a saqueos nocturnos que les han despojado de lo poco que les quedaba. Ahora, pasado el deslizamiento, se comienzan a plantear las primeras demandas de resarcimientos.

La Paz-Bolivia: Desgracias Para Carnaval

Las causas de este desastre aún no han quedado determinadas pero es de suponer que son varios factores los que han entrado en juego puesto que hablamos de una zona inestable -según un último reporte del ayuntamiento de La Paz el derrumbe fue ocasionado por una falla geológica datada de 1930 -cuya área principal de deslizamiento se ubica entre los ríos Chujlluncani y Papani, dónde se observan agrietamientos, de hecho se informó que el rio Chujlluncani sufrió una fuerte erosión de sus límites-. En toda esa superficie se han producido unas fuertes lluvias permanentes a lo que se ha sumado la ruptura de un alcantarillado. Se especula que, a resultas de todo ello, se originó una filtración de agua que remojó la tierra provocando un talud que provocó el deslizamiento de más de 8 hectáreas de suelo urbanizado que ha terminado afectando, en diversos grados, a 140 hectáreas de la capital de Bolivia.

En este contexto, existe la percepción de la realidad y la realidad misma. De la segunda nada puede decir aquel que no ha vivido en carne propia un desastre de tal magnitud. L. Revilla, alcalde de La Paz, ha indicado que es el peor desastre que ha acontecido en La Paz en los últimos tiempos. El primer supuesto, por el contrario, me permite imaginarme en la cima del derrumbe mirando impotente cómo mi casa rueda montaña abajo, la terraza se ha quedado a medio camino, el resto va desarmándose, pienso que la carretera detendrá ese derrumbe, pero no. La calle se ha tronchado como una frágil rama, lo que queda de ella se parece a la tierra cuando hay sequía. Otros trozos de lo que era mi hogar vuelan al chocar con las casas vecinas. Todo termina en un revoltijo retorcido de cemento, piedras, ladrillos, hierros, calaminas, maderas, asfalto, mucho adobe y vehículos de todo tipo. Pienso si podré recuperar las fotos del día de mi matrimonio, y el trabajo para la universidad de mi hijo... Quiero correr, rodando tierra abajo, a ver qué puedo recuperar, quizás consiga recuperar mis herramientas para ir a trabajar mañana pero ya no reconozco ni dónde estaba mi calle...Y, ahora, quién me va a creer que tras tantos años de trabajo sólo tengo ahorrados 3.000 dólares? Qué hago con eso? Donde vamos a dormir con la familia? Y qué llevaremos puesto al velatorio al que me invitaron unas cuadras más abajo? Y la señora de la tienda de abarrotes, estará viva?

Buscando imágenes podemos hacernos una idea de lo acontecido. Un total desorden, no se sabe por dónde empezar. No se puede describir ningún desastre, es inútil, siempre parecerá una falta de respeto por el esfuerzo, por la inversión de años de vida en construir una casa, un hogar, un barrio para la familia. Los casos se suceden unos a otros. Finalmente nos enteramos que el desastre afecta a Kupini, al Valle de las Flores, Santa Rosa de Callapa, Metropolitana, Kupini II, Pamapahasi bajo central, Callapa, 23 de Marzo, Jonkoni, Cervecería, Santa Rosa de Azata, Irpavi II y sector Leonardo Da Vinci.

Mencionar que, de 13.605 hectáreas -que es el total de la superficie urbana de Nuestra Señora de La Paz-, el 74% son áreas de riesgo (!) -según la Dirección de cuencas y manejo de riesgos de la Alcaldía-, se convierte en una absurda estadística porque para entenderlo debemos preguntarnos primero dónde construyen los ciudadanos, donde quieren o donde pueden? Es así cómo el descontrol urbanístico, en una ciudad que está creciendo a un ritmo desenfrenado, -se podría decir que como resultado del lavado de divisas que se está produciendo a causa del aumento de las plantaciones de hoja de coca en el Chapare- se convierte en una triste demostración de que las instituciones son incapaces de llevar a cabo una buena y responsable planificación urbana.

En estos términos, resulta fácil diluir las responsabilidades. Conviene entonces recordar que existen países permanentemente amenazados por movimientos sísmicos que tienen la costumbre de proteger a sus ciudadanos ayudándose por las innovaciones tecnológicas. Y entonces, a qué otra conclusión se puede llegar sino a la de constatar que el uso habitual de la tecnología sigue siendo marginal a la hora de emprender construcciones en la capital de Bolivia. Por otra parte, es también cierto que la población construye sin orden ni criterio ya que la zona afectada era considerada una “zona negra”. Sin embargo, en desagravio de la ciudadanía cabe mencionar que no es fácil encontrar una fuente oficial que así lo indique dado que aún está elaborándose un mapa de riesgos actualizado.

De quién es la culpa de este desastre entonces, del gobierno, por no fomentar al Ministerio de Obras Públicas, Servicios y Viviendas -a cuya cabeza se encuentra el ministro Walter Delgadillo- para que implemente las medidas necesarias para que no se repitan periódicamente desastres como este? Es realmente tan difícil ocuparse de la imprescindible canalización de los ríos en Nuestra Señora de La Paz para evitar similares desastres? Es culpa del ayuntamiento por no poner las medidas preventivas necesarias como puede ser, implementar un mayor departamento de inspección de obras, para que su labor sea exhaustiva, o advertir claramente a la ciudadanía de las zonas en las que no se debe construir? O es que hay algún motivo para tener miedo a la hora de prohibir las construcciones fuera de norma? Por último, será culpa del ciudadano por desconfiar de las autoridades al no darles credibilidad en sus prohibiciones y/o restricciones? Habiendo 36 sitios de vigilancia con 52 instrumentos de medición de precipitaciones pluviales, 17 cámaras, ocho pluviómetros y una inversión de 1.2 millones de dólares en el sistema de alerta temprana para evitar riesgos de envergadura, a quién le corresponde la responsabilidad última?

Lamentarse no sirve de nada aunque seguramente, de haberse producido muertos, ahora se estaría buscando con más ahínco algún responsable. Y no se han producido muertos, sólo porque la tierra estuvo sonando y resquebrajando estructuras, horas antes de que el irremisible derrumbe se produjera.

 

No es la primera vez que estas desgracias ocurren en La Paz. Obviamente, le corresponde al gobierno y a la alcaldía resolver la forma de dar vivienda a los que la perdieron –indistintamente de si fueron dueños o inquilinos- a la máxima brevedad, para que esos vecinos puedan reanudar una cotidianidad que se ha visto interrumpida bruscamente. No obstante, eso es poner la venda tras la herida. Quizás sería conveniente reflexionar en este punto sobre la relación entre costes de resarcimientos e implementación de adecuadas medidas preventivas...

Los daños ya están hechos y ver deambular a los afectados por un terreno de 140 hectáreas en busca de lo que puedan rescatar, ayudados por unos pocos voluntarios –caso de Remar y de Don Bosco así como unos cientos de efectivos de instituciones oficiales- es desalentador; es de las cosas que no es de gusto ni vivir ni presenciar. Pocos ciudadanos no afectados directamente se hicieron presentes en la zona del desastre. Lo que contrasta con la solidaridad en ropa, comida y enseres varios por parte de instituciones, entidades e incluso deportistas como el futbolista azulgrana, Leo Messi, quien tras enterarse de este desastre hizo llegar un cheque de ayuda. Unos carnavales que se han postergado -al menos en parte- y queda aún por ver si se tomará alguna medida preventiva de fondo para evitar estas pérdidas a los trabajadores que como es habitual son los más afectados –entorno a 6.000 personas han sufrido las consecuencias de este enorme deslizamiento-, o si este desastre pasará a la historia de los anecdotarios carnavalescos. Entonces, será ésta la última vez que un desastre como este suceda debido a la negligencia del ser humano que tan bien sabe hacer padecer? Hasta cuándo explicaciones y justificaciones posteriores a los desastres? Qué formas y modalidades adoptarán los resarcimientos? Muchas interrogantes.

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