Los numerosos admiradores del escritor irlandés James Joyce, y en especial de su novela Ulises, considerada una de las obras más influyentes e innovadoras de toda la literatura del siglo XX, gustan de rememorar pasajes de diferentes capítulos del libro, y los representantes de las culturas irlandesa y española que han organizado el evento tuvieron buen cuidado en aderezar el acto con proyecciones, dramatizaciones y canciones, destacando el buen ambiente que lo envolvió todo y consiguiendo que los asistentes disfrutáramos a lo largo de dos horas largas de ilusión y entrega sin que apenas notáramos el transcurso del tiempo.
Los personajes que se fueron cruzando por Dublín en aquella jornada inmortalizada por Joyce en su novela, el 16 de junio de 1904, Leopold Bloom y Stephen Dedalus, el primero un comerciante judío humillado, y el segundo un profesor y poeta desorientado y desmotivado, contaron con escenas propias que fueron declamadas por voluntarios de distintas nacionalidades mientras se proyectaban en las pantallas una serie de acuarelas alusivas a cada uno de los momentos recreados. Se utilizaron indistintamente las lenguas inglesa y española, aunque, para dar idea de la dimensión de alcance universal de la novela Ulises, también otros idiomas como el francés, el neerlandés o el italiano encontraron su hueco, especialmente en el muy conocido fragmento que cuenta el desayuno de Leopold a base de riñones de cordero asado.
El personaje de Molly Bloom, gibraltareña de nacimiento, es el punto de conexión de la obra con las abundantes referencias que Joyce hace de Andalucía, de sus habitantes, sus usos y costumbres, e incluso su aspecto y su carácter. Naturalmente, Molly también tuvo su momento estelar, como estelar es el originalísimo monólogo que cierra el libro en el sorprendente capítulo 18, escrito del tirón, sin signos de puntuación, ideado para reflejar el pensamiento de Molly, que fluye sin rastros de racionalidad ni orden lógico en mitad de la madrugada, recogiendo de un modo desordenado su fragmentaria concatenación de ideas, sus idas y vueltas con planes, sospechas, revelaciones pasionales y evocaciones nostálgicas.
Los diferentes instrumentos de cuerda, viento y percusión que fueron desfilando por el escenario para acompañar las voces de los cantantes pusieron el mejor contrapunto a los sucesivos pasajes de lectura, y los sentidos aplausos del público congregado en el Morrisey’s subrayó sin lugar a dudas su impresión aprobatoria. Habrá que prestar más atención en lo sucesivo a esta iniciativa del Bloomsday malagueño, que lleva creciendo de año en año desde 2020, en la afluencia del público y en la consiguiente repercusión mediática. Mi enhorabuena también para la Universidad de Málaga, que apoya y patrocina el evento a través de su Departamento de Literaturas Contemporáneas en el Ámbito Europeo (LITCAE).
(Enviado por José Antonio Sierra)