El tiempo pasó... y la vida también...
Teniendo ya 42 años, (y en proceso de reinvención después de ver desintegrarse un matrimonio de 15 años), acudo a mi Oftalmólogo, compañeros de la Escuela de Medicina y amigos por siempre; me receta unos lentes y me pide que vuelva la semana siguiente a control. Ya en esa segunda cita, cruzo nuevamente algunas palabras con su secretaria, con la cual me encontraría una vez más y casualmente cinco días después en el metro.
De aquellos encuentros surgió una amistad que fue manteniéndose en el tiempo. Un día, con esa amistad ya transformada en idilio, ella me pide que visitemos a su ahijada; me presenta al papá de la niña y...oh COINCIDENCIA... era mi amigo de la juventud, quien al darme un abrazo me dice... mira, al final con los años, fui compadre con la vecinita del teléfono...
Hoy, esa vecinita... es mi amada, con quien vivo felíz junto a nuestro pequeño de ya 12 añitos de edad.