Es una distinción que “supone una importante labor de difusión hoy en día, para crear conciencia en el consumidor por sus beneficios nutricionales, además de su gran sabor y conservación”.
Sin duda la mejor alternativa para este alimento presente cada día en la mesa.
Mencionar la palabra Gallofa es traer a nuestra memoria toda una historia de oficio y vocación. Todo el legado de la tradición y la cultura de 4 generaciones que han ido transmitiendo verdadera pasión por el pan.
La historia de esta panadería tradicional arranca en 1891, cuando el bisabuelo Vasio, allá por el 1891 en un recóndito pueblo de Cantabria – en el valle de Cosío de Cabuérniga– empieza a hornear las primeras hogazas. Por aquel tiempo, muchas horas de carro y mula transcurrían simplemente para aprovisionar el obrador de harina y para repartir el pan por el pueblo.
La segunda generación, con el abuelo Lin, alumbró un reconocido obrador en el Valle de Cabuérniga. El abuelo Lin incorporó un gran avance: un horno de leña giratorio. Esto era toda una novedad para la época y además muy ventajoso para las vecinas del pueblo, cuyo calor podían aprovechar para hacer suculentos asados en las grandes ocasiones. La panadería con su célebre higuera era el centro neurálgico del pueblo.
Ya por los años 70, la tercera generación arranca capitaneada por Cuquis y da el salto a la gran ciudad. Una gran panificadora aterriza en Cabezón de la Sal para abastecer al pueblo y a los valles colindantes con la alegría del pan diario.
La modernidad llega cuando esta icónica panificadora crece con los primeros despachos. Se inaugura la primera Gallofa en Cabezón de la Sal abriendo un nuevo horizonte en la cultura del pan, que mantiene viva toda la esencia del pan artesanal y la tradición, acorde a los nuevos tiempos.
Desde el 2000 la cuarta generación está liderada por Oscar Díaz. Formado desde la infancia en el oficio y con la visión de un arquitecto, construye las Gallofa & Co que conocemos hoy: una reconocida red de panaderías artesanales establecidas principalmente por las diferentes comarcas de Cantabria y otras provincias. Panaderías con pastelería, bollería y degustación, que preservan toda la tradición del pan de siempre, elaborado honestamente, con mimo, oficio y vocación.
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