Ciertamente Lope de transmuta, reviste y mimetiza con sucesivos personajes de su teatro, de ahí el título del libro. En una de sus últimas comedias, Lope se presenta bajo la máscara del personaje Belardo. Ya encanecido y viejo, Otón le pregunta sorprendido:
¿Aún viven Belardos?”. Este le contesta: “¿No habéis visto un árbol viejo / cuyo troncom, aunque arrugado, / coronan verdes renuevos? / Pues eso habéis de pensar, / y que pasando los tiempos, / yo me sucedo a mí mismo”.
Se trata de la voz lírica bajo las máscaras de Belardo y Vireno (pastores) de Gazul y Zaide (moros, se contrasta, pasados ya los años, con “ya sacerdote y rey” y, “González es mi nombre.
El autor Antonio Carreño nos ofrece los siguientes apartados en el libro: Literatura de la vida o vida de la Literatura”; De iuventute; De Mediocritas: Rimas a lo humano; De arrepentimiento: Rimas a lo divino; De Senectute, y, Yo conmigo mismo.
“Entre los grandes líricos del siglo XVII, Lope de Vega se sitúa al lado de su rival Luis de Góngora y de su buen amigo Francisco de Quevedo, como figura no menos estelar”, dice Carreño. “La vida de Lope se ajusta a los límites de un mito romántico que se hace melodía y canto en el libreto de una ópera o en el trenzado de un drama. Abarca casi el ciclo todo de un Imperio: nace doce años después del medio siglo y muere quince años antes del siguiente”.
El autor señala que tres son, par excelencia, “los textos canónicos de la lírica de Lope: Rimas (1602, 1604, 1609), Rimas sacras (1614) y Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634).