Sin embargo, no ocurre lo mismo con las medias viejas, aquellas que, en alguna emergencia, ya fueron reparadas con barniz de uñas o con un pequeño remendón de hilo inadecuado, con lo que, dicho sea de paso, duran una eternidad.
Bien, les contaré que no existe un duende malo o alguna extraña maldición a las medias nuevas, solamente la ausencia de tiempo para hacer reflexiones acerca de lo que vemos y vivimos a diario, antiguamente denominado experiencia y que no consideramos. Les contaré, que en mi estante de ropa tengo medias de más de 15 años de uso, intactas, sin ser de marcas exclusivas ni de altos precios, pero que han actuado como grandes compañeras a la hora de combatir el frío de una manera tradicionalmente llamada femenina. No hace falta ser pariente de Einstein para observar lo que sucede a nuestro alrededor ni para develar los grandes secretos involuntarios de la industria. Entonces… ¿Qué tiene un par de medias viejas que no tiene un par nuevo? ¡Exacto! Tienen vejez, traducida en múltiples usos y lavados. Entonces, de nuevo… ¿Cómo otorgarles “vejez” de manera artificial? Sencillamente, lavándolas a mano, con agua tibia, ojalá jabonosa, antes de usarlas por primera vez, restándoles de tal manera, el almidón que poseen para el planchado y presentación, condición exclusiva para la venta del producto.
Se acordarán toda la vida de este dato, que permite economizar dinero y malos ratos. Las bendiciones las recibo de lunes a domingo, las 24 horas del día.
(Primavera a medias…)
(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.