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Viaje a la Irlanda profunda
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Viaje a la Irlanda profunda

La península de Dingle guarda las mejores esencias del gaélico

viernes 17 de noviembre de 2017, 01:33h

Por Jesús Caraballo – Miembro de FEPET (*)

17NOV17 – MADRID.- La abrupta costa oeste de Irlanda, el conocido como Wild Atlantic Way proporciona a la retina del viajero algunos de los paisajes más espectaculares de la Verde Erin. De sus 2.500 kms, que van desde Malin Head, en el Condado de Donegal, al norte, hasta Kinsale, en el Condado de Cork, al sur, hay algunos hitos como el popular Anillo de Kerry o la Península de Dingle, ambos en el Condado de Kerry.

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Precisamente ésta es una de las regiones de Irlanda más atractivas, no sólo por el proverbial carácter acogedor de los irlandeses y sus paisajes de ensueño, sino también por su climatología más benigna y por haber sabido conservar fielmente las esencias del espíritu celta.

Una buena base para iniciar la exploración de la hermosa Península de Dingle y, por extensión, para quien se sienta con ánimos y fuerzas las penínsulas de Beara e Iveragh y el Anillo de Kerry, sería Killarney, la capital, situada al noreste del mayor de los tres lagos de la región, el Lough Leane o Lago de Learning,

Tras pasear por las bulliciosas calles de Killarney y visitar su catedral de Santa María, hay que acercarse al Parque Nacional de Killarney, situado en las afueras de la ciudad. En 1861, se popularizó con la visita de la Reina Victoria, quien se alojó en la Muckross House. Dentro del Parque, además de esta magnífica mansión victoriana, no se puede dejar de ver el Castillo de Ross; las granjas que transmiten cómo era antaño la vida en el campo; la cascada de Torc, o, tras una corta travesía en barco, la isla de Innisfallen y su Abadía de Muckroos, donde los monjes escribieron los famosos anales de Innisfallen. Todo ello en un entorno natural de gran belleza, en donde el ciervo es el rey.

Desde Killarney y a través del espectacular Paso de Conor –el paso de montaña más elevado de la isla-, se accede a la Península de Dingle, en el extremo más occidental de Irlanda y de Europa, con una costa salpicada de salvajes playas de arena, rodeadas de asombrosos acantilados, y de montañas que parecen sumergirse en el océano. El National Geographic describió ésta como "el lugar más bello sobre la tierra" por el paisaje verde, las colinas rocosas y los asombrosos acantilados.

El Paso de Conor es la entrada a una de las regiones con mayor población de habla gaélica. De hecho, algunos de los mejores autores en lengua irlandesa, como O’Siochfharadha y Peig Sayers, entre otros, son originarios de esta zona.

La primera escala es en el bonito puerto pesquero de Dingle, en donde el popular delfín Fungie, que se refugió en la bahía hace tiempo, es su más conocido vecino. En Dingle se puede visitar una fábrica de cerveza, que acompañará perfectamente un buen plato de ostras, tan característico de la zona.

Desde la Península de Dingle, en concreto, desde el Monte Brandon, dice la tradición que San Brendan zarpó –antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, en 1.492- hacia América, pasando por Islandia y Groenlandia, en un velero hecho de listones y cueros.

Dingle se sumerge en la Historia y de ello quedan numerosos testimonios, como el Oratorio de Gallarus, el Fuerte Dunberg, de la Edad de Hierro, o el Monasterio de Riasc (siglo VII).

Cerca de la costa merece la pena tomar el ferry, para acercarse a la isla Blasket, desde donde los pescadores se hacían a la mar no hace mucho, para la pesca de la caballa, en sus tradicionales embarcaciones naomhógs. Echando mano de la imaginación, no es difícil transportarse cuatro siglos atrás y pensar en los galeones españoles de la Armada Invencible, que tras su desastre frente a las costas inglesas, luchaban con el embravecido mar Atlántico frente a Irlanda. No pocos de nuestros compatriotas terminaron en el fondo del mar, pero algunos – dice la leyenda-, consiguieron salvarse y encontraron refugio entre la población católica irlandesa, frente a los soldados de la reina de Inglaterra. De ahí, que numerosos irlandeses del oeste –dicen- sean morenos y más “latinos” que celtas.

Afortunadamente, los tiempos de guerra son cosa del pasado, y el viajero moderno puede disfrutar de unos paisajes, que inspiraron a David Lean para filmar, en 1970, la película “La hija de Ryan”.

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