El CircularLab convierte a La Rioja en el centro piloto de un nuevo modo de entender la producción. Se pretende lograr que la actividad económica no destruya el medio ambiente en el que vivimos. La protección de la naturaleza debe ser una de las prioridades de los estados y de los ciudadanos.
No cabe duda de que los residuos de la producción no pueden desaparecer de modo total, pero es necesario que cada vez se puedan reciclar o reutilizar más cantidad de productos. Se debe evitar el impacto ecológico de lo producido. Y no es una tarea fácil ni sencilla, pero es posible y factible. Con el avance de la ciencia y de la tecnología se pueden conseguir una reducción muy considerable de los residuos, la basura y la contaminación.
Y está surgiendo un nuevo concepto el ecodiseño. El sueño de transformar los residuos en recursos es algo fundamental, si se quiere construir en la realidad una economía circular. En este sentido la innovación y las nuevas técnicas y procedimientos productivos son algo clave en una economía ecológica.
La Rioja recicló en 2016 un total de 11.148 toneladas de envases. Se trata de ir creando o configurando ciudades sostenibles para que los habitantes de las mismas puedan vivir con un mejor ambiente, con mucha menos contaminación. Esto proporcionará una mayor calidad de vida.
Frente a una economía lineal que se manifiesta en la explotación pura y dura de los recursos del planeta, el reciclaje plantea la necesidad de reaprovechar los materiales, ya que los yacimientos petrolíferos y los minerales no son infinitos y pueden agotarse.
Debe ser tenido en cuenta el cambio climático que parece estar produciéndose ya desde hace años.Y el tema del agua también es relevante.
Que uno de los objetivos sea el 80% de recuperación de envases para el año 2020 es algo, a mi juicio, razonable. Sabiendo también que el reciclaje no es ilimitado, como es entendible.
Reusar productos es uno de los retos del presente y del futuro. Aunque parece difícil, si se piensa en la sociedad del consumo en la que estamos inmersos. El Internet de las cosas puede ser útil y también el progresivo aumento del número de casas o pisos inteligentes que tengan un consumo de energía menor por su eficiencia.
El director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Daniel Calleja ha dicho: ”La aplicación de dinámicas circulares puede permitir el ahorro de hasta 600.000 millones de euros a las empresas y generar 500.000 puestos de empleo en el sector residuos”. Debería extenderse este modelo de sostenibilidad ambiental a los dos países que más contaminan en el mundo que son China y Estados Unidos y también a los demás estados de la tierra.
La racionalidad en la producción debería imponerse por encima de los puros intereses económicos y los parlamentos nacionales tienen que elaborar leyes y normas que reduzcan los niveles de contaminación de modo radical. Por la salud de todos.
Lo que está sucediendo en muchas megalópolis de nuestro planeta no debe ser permitido, ya que sus habitantes están padeciendo altos niveles de partículas en el aire que respiran, con las consecuencias consabidas. Están muriendo numerosas personas por la excesiva contaminación.
Nuestro planeta no lo resiste todo. Los océanos tampoco. El polo norte se está derritiendo por el calentamiento global que es el resultado de la actividad industrial de la humanidad. Por tanto, es absolutamente imprescindible que se reduzca mucho a nivel mundial la emisión de elementos contaminantes, por los que vivimos actualmente y por las próximas generaciones que nos sucedan.
Si se sigue por el camino que estamos transitando con una economía lineal depredadora voraz de recursos iremos de mal en peor. En el sentido de que cada vez la atmósfera será más irrespirable en numerosas ciudades. Y una parte de los mares, ríos y lagos corren el riesgo de convertirse en una especie de vertederos de residuos. Pero, se está a tiempo de invertir esta tendencia.
(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor