La prohibición de amar, de Wagner, en el Teatro Real

ARGUMENTO

El Gobernador Friedrich ha recibido la orden del Rey de Sicilia para reprimir cualquier gesto que atente contra la moralidad. Las tabernas, los prostíbulos, plazas, calles y lugares públicos, serán vigilados estrechamente para detectar la ebriedad o la lascivia y ser castigadas severamente, incluso con la pena de muerte. También el Carnaval queda prohibido y todo quedará sometido al imperio de la ley. La justicia no cabía en la mente de los perseguidores.

Claudio, una de las víctimas de esta sinrazón, pide a su amigo Luzio que visite a su hermana Mariana , esposa de Friedrich, para que interfiera por él, pero ésta ha tomado los votos y se encuentra en un convento porque su marido la ha abandonado para dedicarse a medrar en la política. La suerte para Claudio parece que está echada pero cuando conoce a Mariana sucumbe ante su belleza y le pide en matrimonio….

Y así va transcurriendo esta historia de amor apasionada entre engaños y traiciones y escenas de amor donde se pone de manifiesto la condición humana que se debate

entre el deber y el placer. La conciencia, esa fuerza interior e inquisitiva que debería guiar al hombre, flaquea con frecuencia para comprobar que el mundo es como es y no se puede cambiar.

“La Prohibición de amar” es una ópera singular, una rara avis, que nadie debería perderse.

Cuando Wagner escribía esta ópera todavía no había encontrado su propio lenguaje. La gestó en un viaje a Bohemia, “el país de mi juventud”- diría- . En aquel viaje le acompañaba su amigo Theodor, un rebelde que desobedecía el mandato de su madre para ser jurista pero él prefería el arte. Amaban el hedonismo, el goce por la vida y las travesuras propias de la edad, divirtiéndose ante jovencitas de buenas familias con las más absurdas locuras mientras cantaba la Marsellesa en una Austria imperial. Y esto ocurría cuando sus padres le anuncian que se le había nombrado director de música del teatro de Magdeburgo. A partir de ahí, Wagner entiende que debe olvidar aquel pasado inconsciente para cambiarlo por otro lleno de responsabilidad y preocupación.

“La Prohibición de amar” es estrenada en Magdeburgo en 1836 y sería su única obra estrenada en vida del compositor. Una obra de juventud que fue definida por el propio autor como un lastre que le avergonzaba. Ejerció la autocrítica de forma feroz, confinándola al olvido y tratándola de pecado de juventud, un error por su parte porque la inspiración creativa, en muchos artistas, suele alcanzar la máxima expresión en los años jóvenes como ha ocurrido con otros compositores como Mozart, por ejemplo.

Aunque “La prohibición de amar” ya se había estrenado en el festival de Perelada en 2013, se puede considerar, la actual puesta en escena en el T. Real, como estreno en España. Es una de las mejores adaptaciones musicales sobre un texto de Sheakespeare y por eso se incluye en los actos conmemorativos de IV Centenario de la muerte del autor inglés.

Serán nueve representaciones entre los días 19 de febrero y 5 de marzo para ver en el escenario del coliseo madrileño esos “pecados de juventud”:la sensualidad alocada, la perversión de la inconsciencia, elementos asociados a aquella época y a cualquiera otra, siempre vigentes y siempre atrayentes. Pero también nos llevará a la recreación histórica del momento cuando se diluía el efecto de la Revolución Francesa y las reivindicaciones no eran más que gestos. Y en este contexto y tras la muerte de Goethe surge una nueva tendencia literaria siendo su centro neurálgico Leipzig, ciudad natal del compositor donde residía entonces.

(*) Concha Pelayo. Escritora. Miembro de AECA