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Opinión: “Cuando Éramos Españoles…”

La cabalgata de las Walkirias

Por Laureano Benítez Grande-Caballero (*)

miércoles 06 de enero de 2016, 01:26h
La cabalgata de las Walkirias

06ENE-15.- La presencia de mujeres haciendo el papel de Reyes Magos en algunas cabalgatas de Madrid es una ofensa más de la izquierda antisistema a las creencias católicas, una manifestación más de su persecución a las manifestaciones religiosas de nuestro pueblo

La cabalgata de las Walkirias

«En tiempos de la emperatriz Augusta, nació nuestro Salvador en Belén de Judea. Reinaba allí por entonces la reina Herodas. Las ángelas anunciaron el feliz acontecimiento a unas pastoras que acampaban cerca. Finalmente, llegaron las Reinas Magas al portal, a adorar al niño recién nacido».

Desde luego, inventiva no le falta a los podemitas a la hora de atacar las creencias y tradiciones católicas. La penúltima bufonada es que en algunos distritos de Madrid se realizará este año el pasmoso y «progre» espectáculo de «la cabalgata de las walkirias», en vez de la tradicional cabalgata de los Reyes Magos, pues para acabar con el machismo pondrán a algunas mujeres a hacer el masculino papel de Reyes Magos.

Para quien no lo sepa, las walkirias son algo así como las «Reinas magas» de la mitología nórdica ―tan querida a los podemitas, en su versión socialdemócrata―, deidades femeninas sometidas a Odín ―un dios coletudo de esos que pululan por los cielos asaltados―, que sobrevolaban los campos de batalla en sus alados corceles para elegir a los combatientes que debían morir, con el fin de llevarles al Walhalla paradisíaco. En su versión más prosaica, eran simples doncellas guerreras, parecidas a las amazonas, cuya lideresa era invariablemente una hermosa mujer humana, o sea, Rita Maestre en nuestro caso.

Sin embargo, ambas versiones esconden que el término «caballo de walkiria» significaba realmente «lobo», por lo cual la cabalgata de estas doncellas guerreras era en resumidas cuentas una manada de lobos horrendos que buscaban su carroña entre los cadáveres de los muertos en combate. Montadas en esos lobos, las walkirias aparentemente hermosas no eran sino cuervos seleccionando cuerpos para su macabro festín.

Y de las walkirias nibelungas vienen por línea directa nuestras feminazis, de profesión asaltacapillas y machacamachistas, ahora okupacabalgatas, entrenadas especialmente en los campamentos de FEMEN en el Kiev ucraniano donde nacieron ―por cierto, este grupo de activistas fue creado y subvencionado por el multimillonario megaconspirador globalista George Soros, ¿lo sabía?―. Igual hay travestis y transexuales entre ellas/os, vete a saber, pero el caso es que entraron en las cabalgatas y los belenes para quedarse allí como figuritas de porcelana de esas tan típicas, pescando en ríos de plata, cortando butifarras en sus tenderetes antisemitas, llevando a pasear sus gallinas por los prados cercanos al Portal, orinando en las calles del ensanche de Belén, pandereteando como posesas en una ordalía desenfrenada.

¿Qué sobrevuelan como cuervas nuestras walkirias, las doncellas guerreras «españales» ―fuera la «o» machista, que además da como resultado un nombre de lo más apropiado, si de lo que se trata es de cumplimentar a un recién nacido―? Pues cualquier personajillo cristiano que ande despistado por estas navidades podemizadas buscando algún belén o cabalgata de las de antes; cualquier trabajo machista de pastor, para dárselo a feminazis en paro; cualquier Rey machista, que derrocarán para poner en su lugar a republicanas walkirias, vigilando de paso con su ojo de cuervas que en los ayuntamientos gobernados por estos ateos escaseen los belenes, que montan a regañadientes.

Por ejemplo, en lo que respecta al del Ayuntamiento de Madrid, si en los últimos años los belenes del Consitorio madrileño eran conjuntos históricos de más de 200 piezas, de renombradas colecciones artísticas ―Salzillo, Duques de Cardona, belenes napolitanos…― este año solo tiene 30, y es un Belén perteneciente a una colección privada, sin figuras antiguas. Se instaló en un reducido espacio de 2,8 por 2,8 metros, mientras que el Belén de 2014 ocupó 50 metros cuadrados.

Y todo esto entre dimes y diretes, en un tira y afloja de los podemitas, que regateaban la presencia del Belén en el palacio de Cibeles diciendo más o menos que todos los madrileños no son católicos. Curiosa democracia ésta, que se rige por la total unanimidad, y sin tener en cuenta que los belenes son una tradición cultural y artística, además de religiosa. Pero a mí me da por pensar que, si colocan banderas gays en el Ayuntamiento, ¿querrá eso decir que todos los madrileños somos gays? ¿Pondrán esas pegas acaso para no molestar a los musulmanes de nuestra ciudad, esos a los que nunca les pondrán cartelones que digan: «Welcome to Belén»?

Y también me pregunto por qué las walkirias feminazis antimachistas no han caído en la cuenta de que también podían haber okupado el famoso Portal de Laponia, colocando allí a otra walkiria que se llamara «Mamá Noela», o «Santa Klausa», que también quedaría como muy antisistema y antimachista. Quien más pegaría para el papel sería la Carmena, la abuelita mimosina, a pesar de que sea una walkiria que no está para muchas cabalgatas, aunque sea de renos. Pero el Papá Noel no rezuma tanto catolicismo como el Belén, es como más de Coca-Cola y Grandes Almacenes, y se le puede dejar pasar, de momento.

Mas he de confesar que estos belenes y cabalgatas de las walkirias españales no es lo que más me preocupa, sinceramente, ya que hace tiempo que me asalta una comezón por dentro, al tratar de imaginar qué se inventarán estos podemitas para la próxima Semana Santa, dentro de las cabalgatas ateas con las que cargan contra las filas católicas entre tamborradas wagnerianas.

¿Organizarán procesiones ateas, donde walkirias de a pie portando antorchas ofrezcan hidromiel en libaciones sacrílegas que llevan a un Walhalla caribeño? Ya lo intentaron hace tiempo los descerebrados de turno que cada vez abundan más en nuestro país, pero apuesto a que volverán a la carga, envalentonados por un pueblo español puesto de rodillas a los pies de los caballos walkirianos, sin pulso ni gallardía. ¿Se reirán de las creencias cristianas colocando a una de sus walkirias como Poncia Pilata o Barrabasa? ¿Llevarán las procesiones al Ventorrillo de la Condesa, un barrio de lo más céntrico? ¿Sobrevolarán sus alados caballos y sus sanguinarios cuervos las calles de las ciudades podemizadas, haciendo el juego a esos imanes que han denunciado la Semana Santa al Tribunal de Estrasburgo, por ser ofensiva contra el islamismo?

Así que prietas las filas, firme el ademán: si estos ateos antisistema intentasen blasfemar contra la Semana Santa, tendrán que vérselas de una vez por todas ―eso espero― con un pueblo en pie, cargando contra las walkirias a caballo como si fueran mamelucas en 2 de mayo.

Ya lo dije en un artículo anterior: «Yo creía que mi tiempo de activismo ya había pasado, pero mi indignación contra las bandas antisistema me llevará seguramente a la calle otra vez. Al tiempo».

(*) Laureano Benítez Grande-Caballero es escritor y ha publicado 29 libros

http://laureanobenitez.com/laureano_benitez_grande_caballero.htm

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