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Reflexiones

Tiempo y Viento del Abuelo

Por Vicente M. González

viernes 20 de marzo de 2015, 01:12h

Mi abuelo se encuentra sentado en el poyete que se haya al lado de la puerta de entrada a la casa.

Yo en muchas ocasiones le acompaño y me siento a su lado, me cuenta muchas historias, leyendas, coplas, rumores y comentarios que siempre han recorrido por el pueblo, que unas son ciertas, otras, sacadas de la envidia y maldad de la gente y que son falsas.

Algunas historias son muy intrigantes y misteriosas, ésta que les relato cuando la escuche me pareció interesante y dice si:

El Tiempo venidero, hay quien dice que es malo, hay quien dice que es bueno, yo digo:

- que no tengo,

- y que espero?.

Tiempo para reñirlo, tiempo para guardarlo, el que trae vida, el de días amargos.

¿Qué es el tiempo?,

Plántate a contemplar al mundo,

mientras te vas consumiendo y te envuelves con el viento.

Al viento lo he marcado en mi testamento, que vaya y vuelva con enérgico temperamento, sin discutir con el tiempo, no seas frágil, no te acobardes, porque llegan otros tiempos con otros vientos.

Mi abuelo ponía tanto énfasis al contarlo que a veces le preguntaba si él lo había vivido. Te entiendo, vienen tiempos malos con vientos muertos.

Viento, en Marzo eres potente que invades a la gente, siendo en Abril débil, te llegó tu tiempo. Desgraciado todo lo has abonado al tiempo que ha venido cabreado y todo se lo ha llevado, lo han repartido entre ambos.

- Comentaba mi abuelo extrapolando la situación a otro campo.

Tiempo, tiempo, siempre me abandonas, cubres y adornas mi vida de años que no los quiero,

deja que se los lleve el viento.

El tiempo de espera no se cuenta, el generoso viento lo traspasa a otra esfera dejando limpia la segunda vida y eso no se olvida.

En la fragua golpeando en el yunque aguardo viento, pero no llega, como alivio el sudor?

- Tampoco enrojece el carbón, el frío hierro con el martillo lo moldeo yo.

- Un día es frío, lo trae el viento, otro día caliente, lo trae el tiempo.

Viento, desequilibras mi pensamiento en el lugar en que te encuentro de cacique de todo tiempo. Yo besé unas manos un día del almanaque viejo después, tu viento, viejo del desierto las robaste para otro tiempo, ahora las veo en un cuadro, largas, negras y heridas por jamelgos.

Hace mucho tiempo lance mis quejas al viento ingenuo de mí, ha pasado tanto tiempo que ya soy viejo

y continuo esperando consejo.

Mi abuelo Segundo, se movía sin hora, le bastaba mirar al Sol, parlamentar con el a tiempo, en la era reclamaba aire, enseguida acudía el viento y limpiaba el trigo de paja con tiento.

Que te hace feliz, pregunta el tiempo al viento,

- Mostrar mi fuerza al mundo aunque hablen mal de mi, pero en ocasiones me reclaman cuanto tardo

- en salir.

Mi abuelo era un personaje cultivado y erudito, me encomendó que cuando él se fuera, en la lápida de su tumba inscribiera un epitafio para que todo que le apreciaba lo leyera.

“Viento, cuado me visites, se me agotó el tiempo”.

(Madrid, Marzo 2015)

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