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EGIPTO

Intentando recuperar al turista

Intentando recuperar al turista

Por José Muñoz Mora - Miembro de FEPET y de AMPRETUR

miércoles 21 de enero de 2015, 01:28h

Durante muchos años, el turismo fue la principal fuente de ingresos de Egipto, junto con el transito naval por el Canal de Suez. Todo ello se truncó hace unos años con diversos atentados en las zonas más visitadas y más recientemente con la revolución egipcia de 2011. Los visitantes desaparecieron del país, dejando sin ingresos a multitud de población y a empresas que de ellos dependían.

Intentando recuperar al turista
Intentando recuperar al turista

Con la finalidad de comprobar la situación actual para el visitante y revisar las diversas opciones de viaje que en el país se ofertan, nos decidimos por realizar el llamado “circuito básico”, que es el que permite ver mucho de lo que brinda el país en tan solo siete días. Con esta premisa, salimos de Madrid a las tres de la tarde con la Compañía Egyptair (la única que oferta vuelo directo, tras la momentánea retirada de Iberia) en dirección a El Cairo, ciudad a la que llegamos tras un viaje de casi cinco horas. El engorro lógico de la recogida de equipaje, pasar el control policial, compra de visado y cambio de moneda, es lo primero que nos encontramos y que se realizó de forma aceptable en tiempo y forma. Ya en el exterior, nos acomodamos en una pequeña furgoneta que nos esperaba para trasladarnos al Hotel. Fuimos alojados en el Hotel “Movenpick Pirámides” en Guiza, a escasos minutos de los grandiosos monumentos pero una zona que salvo los hoteles, no dispone de una aceptable oferta para disfrutar del tiempo libre y muy alejada de la zona centro de El Cairo, a la que acceder se convierte en una odisea en la que hay que invertir demasiado tiempo, pues el trafico es infernal. Bastante concurrido el Hotel, en especial por Japoneses, aunque no se hacían de notar en el restaurante ni en las zonas comunes. Tras la cena, una cerveza y a dormir, pues a las siete de la mañana salía nuestro vuelo con destino a Assuán.

El ajetreo matinal de El Cairo se dejaba sentir en el incesante tráfico que ya a las cinco de la mañana copaba todos los carriles de la autopista, y por la que tras un recorrido de casi una hora nos condujo al aeropuerto. El vuelo hasta Assuán se hizo corto y en una hora estábamos prestos a iniciar nuestro periplo. Nuestra primera parada fue para apreciar la ingente obra que supuso la gran presa alta de Assuán, construida con dinero Ruso y en funcionamiento desde 1970. Con una longitud de 3,6 km y una anchura de mas de 900 metros, su construcción acabó con las crecidas del Nilo y las posteriores inundaciones, manteniendo un caudal constante que tan beneficioso es para la agricultura de sus riberas. La construcción del embalse obligo a reubicar gran cantidad de templos, que se verían inundados si no los trasladaban. El primero que tuvimos ocasión de visitar fue el de “Kalabsha”, que data de la época Griega y hoy esta ubicado en un margen de la presa y que con más de 70 metros de largo, constituyo la primera y agradable sorpresa del viaje. Tras un corto periplo en barca, llegamos a una islita en la presa donde se ubica en la actualidad el Templo de “Filae”, construido para la adoración de la diosa Iris y con unas fachadas que albergan figuras de la época Griega. Al dejarlo atrás, hicimos una pequeña incursión en la ciudad de Assuán para ver el llamado “Obelisco Inacabado”, enclavado en una cantera de la ciudad y que esta a medio extraer. No se sabe el constructor que lo intentó ni porque lo dejo así, pero esta visita es prescindible y se puede dejar pasar. De allí iniciamos camino al puerto fluvial de Asuán para alojarnos en el barco con el cual iniciaríamos camino hacia Luxor y que zarpaba al día siguiente a mediodía, el bautizado como “Tower Prestige”. Correcto y de muy buen trato por el personal, con camarotes amplios y cama esplendida. Una pequeña pega, la monotonía del buffet. La tarde la empleamos en viajar en una chalupa por el Nilo y visitar un pueblo de etnia Nubia que en su orilla se asienta. Un paseo por el y las consabidas compras de artesanía y objetos varios nos ocupo el resto de la tarde antes de volver al Barco.

Nos levantamos casi sin acostarnos, a las 02,30 de la mañana, pues había que prepararse ya que el convoy de visitantes que se organiza por la policía para visitar “Abu Simbel” salía a las cuatro de la mañana. Aquí nos encontramos, tirados en la furgoneta, con el lógico sueño y con un camino a tres horas a través del desierto, atravesando múltiples controles policiales. Al acceso al Templo más esperado y enclavado a orillas del Lago Nasser, llegamos a las 07,00 horas según lo previsto. Allí encontramos los impresionantes accesos a los dos templos, el grande dedicado a Ramses II y el pequeño a su esposa Nefertari, este se encuentra bastante mejor conservado y con un colorido más nítido en sus relieves. Enormes esculturas labradas en la montaña conforman el acceso a los templos y nos dará una idea de la complejidad del traslado que tuvieron que sufrir, troceados y piedra a piedra desde su original emplazamiento, para no ser engullidos por las aguas del lago. Un refresco en el bar de la entrada nos alivio del calor que se sentía ya a las 10 de la mañana, antes de volver en el mismo convoy de regreso a Asuán. Al poco de llegar al barco, este zarpó con destino Luxor y desde el que se observa una vista esplendida de las verdes y fructíferas orillas del Nilo. Al atardecer, nueva parada del barco para visitar el templo de “Kom Ombo”, muy deteriorado por las crecidas del Nilo, los saqueos y el uso posterior como Iglesia. A su lado se encuentra un curioso museo de cocodrilos momificados.

Iniciada de nuevo la navegación otra parada, esta vez para visitar el templo de “Edfu “ al que se accede tras un corto paseo en coche de caballos atravesando la concurrida ciudad. Todo muy turístico pero que nos da la oportunidad de ver uno de los templos mejor conservados de Egipto. Dedicado al dios Horus, fue construido durante el periodo griego y sus inscripciones tienen un alto valor informativo sobre su construcción. Vuelta al barco y ya no paramos hasta Luxor, de nuevo las maravillosas vistas desde el Nilo y la agradable temperatura en su cubierta invitan a la tertulia mientras atardece al llegar al atraque definitivo. Una rápida visita nocturna al templo de “Luxor” nos deja impresionados, a lo que contribuye a buen seguro la iluminación del mismo. Precioso sin lugar a dudas, aunque se echa en falta el obelisco que hace pareja con el del acceso y que curiosa y misteriosamente se encuentra en Paris.

Dormimos aún en el barco una última noche y salimos de nuevo a visitar el templo de Luxor con la luz del día, reafirmándonos en lo ya comentado, antes de salir hacia en “Valle de los Reyes”, lugar de ubicación de las tumbas de los principales Faraones del Imperio Nuevo. Se hace grato visitar alguna de ellas y observar el como se conformaban los enterramientos egipcios en la antigüedad. Muchas hay para visitar, pero de todas ellas hay que destacar la más mítica, la de Tutankamón, y que en la actualidad alberga su momia. Imprescindible visitar este valle a pesar del calor que allí se soporta. Con un rápido sorteo a la montaña nos emplazamos delante del templo de la Reina “Hatshepsut”, primera mujer que reinó en Egipto. Construido en base a terrazas y con multitud de columnas, se sale algo de la estructura de otros pero igualmente grandioso. Solo pudimos apreciarlo por fuera, ya que el interior se encuentra en plenos trabajos de remozado, pero nos permitió hacernos una idea de su majestuosidad. Rápidamente otra parada, esta para observar los “Colosos de Memnon”, único resto funerario que se conserva de Amenhotep III, y que se compone de tres grandes estatuas de casi 20 metros y ubicados en un verde campo al lado justo de la carretera. Y sin perder tiempo nos dirigimos de nuevo a Luxor para visitar el templo de “Carnac”, el más grande del Mundo (algunos lo comparan con el Vaticano, por su grandiosidad) y construido durante los reinados de hasta cinco Faraones, contiene un gran templo central (el de Amón) y varios menores, esfinges con cabeza de carnero jalonan su acceso. Este fue el brillante colofón a Luxor antes de encaminarnos de nuevo al aeropuerto en busca del avión hacia El Cairo e iniciar la última fase de nuestra visita a Egipto.

Una hora de vuelo y de nuevo en El Cairo, rápidamente volvemos a montar en la ya muy querida furgoneta e iniciar el infernal camino que de nuevo ha de conducirnos a la zona de las Pirámides. Esta vez si que llevábamos prisa, a las 19 horas comienza el espectáculo de luz y sonido sobre las míticas Pirámides de Guiza y “solo” disponíamos de hora y media para llegar al comienzo. Angustioso, terrorífico, desesperante. Cualquier adjetivo se queda corto para definir el caos circulatorio en el que se convierten las carreteras del El Cairo. Por fin y recién comenzado llegamos al espectáculo, que narrado en Español con el sistema de audición que gratuitamente te entregan, resulta magnifico. Una hora de sensaciones visuales sobre las Pirámides y la Esfinge y una narración amena, hizo que pasara en un abrir y cerrar de ojos, a pesar del frio reinante (si, frio) que se pasaba el la zona de visualización y de los pocos espectadores que allí se congregaban. No se debe perder su visionado. Una vez finalizado, de nuevo al hotel Movenpick que ya tuvimos a la llegada. Esta situado a 5 minutos escasos del espectáculo, y de nuevo la cena, una cerveza y a dormir.

Al día siguiente partimos ansiosos de comenzar la visita a las “Pirámides de Guiza” y por supuesto que no nos defraudaron. Majestuosas, rápidamente surgieron ante nosotros los monumentos más emblemáticos que nos legó la civilización del antiguo Egipto, y que parecen guardadas por la Esfinge que a sus pies se sitúa. Las de Keops (maravilla del mundo), Kefrén y Micerino, se estima que fueron construidas unos 2.500 años A.C., y se erigieron para proyectar la imagen del faraón durante los tiempos venideros. Aun hoy no se sabe a ciencia cierta la forma en que se construyeron, y las varias teorías expuestas no esclarecen la incógnita. Cada uno debe asumir la que le parezca más verosímil, sin despreciar ninguna. Tras admirarlas con detenimiento, patear su alrededores y hacer fotos con todas las perspectivas posibles, abandonamos el lugar con profunda satisfacción y nos dirigimos al antiguo cementerio de Saqqara para observar la “Pirámide Escalonada” que allí se localiza, rodeada por otras más pequeñas y gran cantidad de tumbas escavadas en los terrenos adyacentes y en los cuales aun hoy continúan las excavaciones y los hallazgos. Terminamos la mañana en la antigua ciudad de “Menfis”, al sur de El Cairo, y que fue la antigua capital del País tras la unificación del alto y bajo Nilo. Hoy en día es un animado museo al aire libre conformado por restos traídos del resto de Egipto y en el que se pueden admirar, entre otras, una escultura gigante de Ramses II (tumbada) y una pequeña pero bella esfinge de alabastro. Una recomendación, acudir a ella con las necesidades hechas, pues los baños de que disponen son deplorables. Luego a comer y de vuelta al hotel, en cuyos alrededores intentamos encontrar algún lugar apropiado para pasar la tarde y que resultó imposible localizar algo que mereciera la pena, por lo que volvimos al Movenpick a perder el tiempo hasta el siguiente día.

Comenzamos el día en el “Museo Egipcio”, ubicado en un céntrico y magnifico edificio del centro de la ciudad. Allí se localizan más de 130.000 objetos del antiguo Egipto en sus dos enormes plantas atiborradas de personas ansiosas de escrutar el pasado. Encontramos el salón con los tesoros de Tutankamón, con su bella mascara, su ataúd, las famosas cajas de los vasos que contenían su sarcófago, etc. Esculturas diversas y de gran belleza, objetos varios y monedas de todo tipo nos van guiando hacia la sala de las Momias Reales, donde se conservan más de una decena de los antiguos reyes Egipcios (con la excepción de Tutankamon que se encuentra en le Valle de los Reyes), la Reina Atshepsut, Amenhotep II, Tutmosis II, Tutmosis IV y varios Ramses, son algunas de las que se exponen. Merece la pena pagar el suplemento que cuesta el acceso. Dejamos el Museo y nos dirigimos a la “Mezquita de Alabastro”, ubicada en el interior de la Ciudadela de Saladino y que es una copia calcada de la Mezquita Azul de Estambul. Muy concurrida tanto por turistas como por musulmanes que allí acuden a la oración y con una vista espectacular sobre la ciudad de El Cairo. Terminamos la mañana en el Mercado de “Khan el Khalili”, que recorrimos intensamente mientras sufríamos el agobio constante de los vendedores, por lo que la parada para la comida se hizo muy esperada. Para ella elegimos el muy recomendable Khan el Khalili Restaurant, ubicado en el interior de las callejuelas del mercado, con una comida Egipcia exquisita y un gran servicio. Algo caro para el País pero no excesivamente gravoso y que no nos dejó indiferentes. Tras la comida, vuelta a las callejuelas para ultimar algunas compras antes de volver a la excesiva tranquilidad del hotel. Más de lo mismo y a dormir, pues a las 6 de la mañana debíamos salir para coger el vuelo de vuelta a España y acabar con nuestra corta pero intensa incursión Egipcia, que a buen seguro hemos de repetir extendiéndola a otras zonas.

Nos resulto grandioso, aunque la premura de tiempo nos impidió disfrutarlo como merece. Disponen en Egipto de un patrimonio excelso, del que solo vimos una pequeña parte pero que quizás sea la más representativa. Sentimos la falta de visitar otras zonas del desierto, el incomparable Mar Rojo, Alejandría y más de lo mucho que el país ofrece, y que le permitirá a buen seguro volver a la cúspide del turismo mundial. Pero han de tener cuidado y preocuparse más por el visitante, no basta con mostrar los tesoros y fiarlo todo a la avidez cultural del viajero. Al igual que la edad de piedra no se acabó por falta de piedras, el turismo no vuelve por si solo aunque haya muchas cosas que admirar. Falta mejorar en mucho aspectos, como el agobio constante al que someten los vendedores al visitante, propinas por todo y para todo, la suciedad que se encuentra por doquier incluso en las zonas más relevantes, el caótico trafico de El Cairo que aumenta enormemente el tiempo de los recorridos (problema éste difícil de arreglar). No vale cualquier cosa para tener contento al turista, hay que mejorar de forma constante en todo (de esto sabemos mucho en España). Destacar, eso si, la preocupación constante por la seguridad, y que permite viajar con tranquilidad. Estuvimos perfectamente atendidos por personal del Ministerio de Turismo y que nos hizo sentirnos muy a gusto y con unos guías magníficos.

No dudes en visitar Egipto, quedarás encantado.

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