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Reflexiones

Pensamientos de un niño maltratado

Por Clarybel Hidalgo Hernández - desde Santiago de Chile

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Fui concebido en un acto de amor con puntos suspensivos.
Hasta el tiempo, tal vez, fue otorgado a plazo. Estoy pagando letras de llanto desde que nací. Documentos que no he firmado, porque aún no sé escribir.
Tengo una deuda; ignoro cuál es y por qué debo pagar el hecho de existir.
No comprendo nada. No comprendo el criterio con que mis progenitores aplican un castigo tras otro, invalidando mis derechos.
A veces creo ser un niño-viejo; otras un viejo-niño, porque arrastro el cansancio de los adultos.
Los miedos y temores toman forma en el aire, en mi entorno, por donde yo paso. Luego, se reflejan en mis padres cuando golpean los maderos destrozados de barcos que navegan dentro de mí.
Las ventanas de mis pupilas están tapiadas por arenas, y desde el pozo atormentado de mi alma afloran gritos hechos de largos silencios.
Por las arterias de mi mundo infantil transitan globos rotos y trozos pequeños de ilusiones.
Un gran juego, un rompecabezas, conforma la tela de mi almohada, pero no puedo verlo ni armarlo, porque cada vez que lo intento, golpean mi rostro, lo que significa: ¡Duerme ya!
Lo terrible es que no puedo huir. No, porque los amo, y cada vez que me lo permiten, les demuestro mi cariño. Pero mis padres reciben mis caricias como ¡bofetadas!, y mi respiración entrecortada enardece más sus voces, las que ascienden hacia el cielo junto con mi llanto, creo, formando un arcoíris de dolor que verá mi ángel de la guarda, el que cada noche cambia las imágenes de pesadilla, por imágenes de pájaros y trinos.
Hoy, un golfo de silencio, a mi alrededor, hace posible que piense sin llorar; e imaginando una atmósfera cálida, dejo caer bloques de tristeza para que los recoja alguien sensible y transforme este manifiesto de dolor y dicha.
Dolor: de hijo maltratado.
Dicha: confianza en que mis padres lean esta página y ocurra un cambio. Así, lo que me resta de seguir siendo niño me sentiré protegido, comprendido y amado; creceré, entonces, seguro de mí mismo, y sabré hacer uso de todo el potencial latente en el hombre.
Además, seré: el mejor amigo
el mejor hermano,
el mejor padre,
Quiero un milagro de amor para mí.
Un milagro de amor para otros niños y otros padres. En este día y en todos los días de toda estación.
Clarybel Hidalgo H.

Santiago -Chile

 

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