El artista colombiano Mario Rebolledo plantea en sus cuadros el tema de la emigración

El pintor colombiano Mario Rebolledo (Barranquilla, 1948), residente en la capital de España, expone en la madrileña galería Annta una serie de óleos, collages y grabados en los que refleja su inquietud por las culturas mesoamericanas y la realidad de la inmigración en nuestros días. En la muestra estuvieron el embajador de Colombia y otros diplomáticos latinoamericanos, así como Leonor Esguerra, directora de Cultura de la Secretaría Latinoamericana en España. El artista Rebolledo expuso hace tres años en el espacio cultural del consulado de su país en Madrid.

Viene de las formas alusivas a la realidad por la vía de los vestigios de la arqueología mesoamericana o caribeña, que le sugieren un mundo de figuras delineadas o simplificadas a modo de iconos, signos o símbolos en un discurso muy particular del artista, que como pintor resuelve con un cromatismo vivaz.

Mario Robledo ha dado una vuelta de tuerca a sus posiciones para ofrecer en su exposición un planteamiento conceptual diferente, con resolución formal renovada.

Desde siempre, buen dibujante, pintor, autor de collages y grabador sobre papel hecho a mano, Rebolledo presenta ahora una pujante serie de grabados y siete grandes óleos sobre lienzo con el tema de la inmigración legal o ilegal en los países ricos o acomodado, la presencia de los emigrantes como seres humanos invisibles o transparentes ante los ciudadanos del país que eligieron como tierra de promisión para su propio sustento de cuerpo y espíritu.

Con una plasticidad enriquecida, con un lenguaje poderoso, el artista colombiano incide en el tema propuesto con la fuerza sugerente del trazo que señala y enfatiza la idea, con el color que no olvida la plasticidad requerida por la obra artística. Un gesto dibujístico o sígnico de pigmento y color que define un trazado, un empeño, una demanda, un grito.

Arte de denuncia social

Se afirma, no sin razón, que el arte latinoamericano sigue siendo de los más contundentes a la hora de la denuncia social o política, frente a otros ámbitos que lo aparcaron. Pese a la anestesia general surgen voces plásticas que estiman que todavía hay campo para practicarlo, que debe hacerse. No están siendo los tiempos generosos para el hombre inmigrante, parece decirnos el artista. Los seres humanos no se benefician de las filosofías que se hacen palabras más que hechos.

Las artes plásticas son siempre más prolongadas y fecundas que las letras en el campo de la sensibilidad porque, a la larga, son más eficientes que el speach y la palabra huera o campanuda; empapan con su grito silencioso. Mario Robolledo quiere contribuir con su arte al ariete de la vida que empuja en un mundo al que, quizás tontamente, hemos llamado aldea global.