Javier Abella: Fotógrafo de la flor del ceibo y sus modulaciones

“Lo rojo y lo negro”, título de una novela de Stendhal, es igualmente el título de la exposición del fotografías de Javier Abella (Madrid, 1971) en la galería Arte Contemporáneo de Madrid. La roja flor del ceibo, símbolo nacional de Argentina, sobre fondos negros mate es el icono utilizado por el artista en una suerte de ritmos y danzas, con un tratamiento en el que la fotografía se hace pintura. Una muestra de las más singulares que se pueden contemplar durante el periodo de PhotoEspaña en Madrid hasta finales de julio próximo.
Muchas historias amorosas empiezan por la fascinación. El fotógrafo, que venía de Italia, se dejó seducir por una pequeña flor de terciopelo rojo en un árbol exótico de Motril y descubrió en ella el tono exacto de la pintura del Renacimiento que acababa de contemplar. Recordó el dicho de que la naturaleza imita al arte y lo corroboró. ¿Cómo se llamaría aquel árbol, aquella flor? No es cómodo amar algo y desconocer su nombre, aunque su objetivo fotográfico se empeñó en perseguir la vida de aquella flor durante 24 horas sin dar tregua a la cámara. Un día en la vida de una flor. Quería que conocerla en todas sus modulaciones posibles, por la capacidad de sugerencia en cada grado de sus giros.

Aquella flor con la simple variación de su estar se hacía masculina, femenina, coqueta, evocadora... La naturaleza es siempre copulativa. Una metamorfosis sin fin. Si se fragmentaba la imagen, seguía buscando el encuentro, organizaba cortejos... Cada recorte de la imagen de la flor admitía hasta tres posiciones equilibradas. Un lenguaje diferente. Algunas revelaciones parecían flotar en el espacio y buscar las tres dimensiones. El gozo del autor llegaba al éxtasis. El encuentro y la separación de los espádices de la flor le traían a la memoria la separación de manos entre el hombre y Dios padre en la Capilla Sixtina, que acababa de contemplar en Roma. Era un homenaje a Miguel Ángel.

Una historia novelada

El fotógrafo leía la novela Rojo y Negro de Stendhal y vio también en ello cierta coincidencia con su flor, con su trabajo de revelado, manipulación y composición. Allí estaba la textura de su flor, el rojo intenso que el paso del tiempo iba matizando de formas al abrirse o de manchas, al oxidarse. Los resultados ópticos eran inmejorables. El negro del fondo daba acogida a los rojos a modo de lecho. Cortejo del tutor de los niños a la esposa del alcalde en el libro stendhaliano; cortejo de las flores en formatos alargados de mural o de cuadrados en equilibrio en la obra del autor.

Fotografía con visos de pintura, reflejada en lienzos. Pintura, donde el color proviene de la fotografía y los pinceles de la sabia manipulación del artista en su estudio y laboratorio. Lo ha explicado muy bien Joan Fontcuberta: “La foto digital permite volver a la pintura, de la pincelada a pincela del pintor, al píxel por píxel del fotógrafo digital (...) La foto analógica solo fue una interrupción momentánea de esa continuidad”.

Finalmente, nuestro fotógrafo acudió al Jardín Botánico y allí le dieron referencias sobre su amada: Era la flor del ceibo, también conocido como árbol del coral; eritrina crista-galli, su nombre latino y científico; flor de coral o pico de gallo, su denominación popular... Es la flor nacional de Argentina y Uruguay, porque se da sobre todo en Sudamérica. Es la flor que da imagen a los veintisiete cuadros de Javier Abella en la última serie fotográfico/pictórica denominada.