Por una cabeza…

Las manos han sido tan importantes como su cabeza a lo largo de su carrera, fuerte en los malos tiempos que le tocaron vivir en los últimos años de su etapa en el Athletic de Bilbao y que superó con su mudanza a la ciudad de A Coruña, donde Miguel Ángel Lotina recuperó la mejor versión de Dani, que llegó al club para adueñarse de una portería convulsa.

Pocos creían en él después del bajón que dio su carrera en el Athletic y pocos pensaban que en el estadio de los Juegos Mediterráneos iba a marcar su primer gol cuando se asomó por segunda vez al área del brasileño Diego Alves en el tiempo de prolongación.

Consiguió ambas cosas a base de trabajo, constancia y fe, porque, como dice su muletilla, "al final", el esfuerzo tiene premio y Aranzubia ha tenido que superar las zancadillas que le puso el destino para triunfar.

El portero riojano, nacido el 18 de septiembre de 1979, llegó a Lezama con trece años y toda una carrera por delante, se formó bajo la supervisión de Iribar y pronto llegó a las categorías inferiores de la selección española, con la que se proclamó campeón del Mundo sub'20 en 1999.

Después fue plata en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, año en el que llegó a la primera plantilla del Athletic de Bilbao, con la que debutó en Primera División el 10 de abril de 2001 en un derbi vasco ante la Real Sociedad.

Fueron sus primeros pasos de una brillante trayectoria en el conjunto bilbaíno, con el que alcanzó la internacionalidad absoluta y participó en la Eurocopa de 2004 en Portugal a las órdenes de Iñaki Sáez.

Su protagonismo en el Athletic fue de más a menos, la grada de San Mamés, que pasó apuros en Primera, sufría cada vez que el balón sobrevolaba el área de Aranzubia, y la llegada de Joaquín Caparrós al banquillo del conjunto vasco puso el punto y final a su etapa allí.

Caparrós apenas le dio protagonismo y el vaso colmó con la lesión de Gorka Iraizoz y el fichaje de otro portero, Armando, que estaba jugando en Segunda División y le arrebató la titularidad.

En el verano de 2008 llegó al Deportivo, que la temporada anterior, la primera de Miguel Ángel Lotina al frente del banquillo, escribió muchas páginas negras por culpa de sus dos primeros porteros, el israelí Dudu Aouate y el uruguayo Gustavo Munúa, que se pelearon en el vestuario tras un entrenamiento, y las dudas del debutante Fabricio Agosto.

El técnico deportivista gestionó de forma pésima la crisis de la portería, pero corrigió el rumbo con una apuesta personal y arriesgada, la llegada de Aranzubia, que debutó en un amistoso en la gira de pretemporada del equipo en Venezuela, se adueñó la titularidad y convenció a los incrédulos.

El portero riojano, que amplió contrato la temporada pasada, ha destacado por sus reflejos, sus vuelos y sus paradas increíbles, venció una lesión de hombro que le impidió jugar hasta la séptima jornada del curso y en Almería consiguió lo que ningún guardameta había logrado en la Liga española, un gol de cabeza que ya es historia.