Mariano Camacho ganador de la “Alquitara de Oro” en la Fiesta del Orujo

El acto central de este evento es la cata ciega comentada de orujo, en el que un amplio jurado compuesto por 17 personas, prueba cara al público los ocho orujos y decide cada año cual es el mejor. En esta edición volvió a ganar Mariano Camacho, que ha obtenido el galardón que concede el Gobierno de Cantabria en cinco ocasiones.

También, el cocinero Sergio Bastar, del restaurante santanderino La Casona del Judiío y concursante del programa televisivo Top Chef, llevó a cabo elaboraciones de platos que llevan orujo como ingrediente principal. Así mismo, Oscar Solana, de la Taberna La Solía hizo una demostración de coctelería con orujo.

Los elaboradores lebaniegos durante los días de fiesta sacan sus orujeras a la calle para hacer degustaciones de los aguardientes, mientras el pueblo de Potes se inunda de gentes y de manifestaciones folclóricas.

En esta ocasión se nombró Orujera Mayor a la actriz cántabra Marta Hazas, que en todo momento recibió muestras de admiración y cariño. Marta dijo que el nombramiento la legitimaba como embajadora de Cantabria.

Uno de los actos principales de la Fiesta del Orujo es el desfile que se hace por el centro de la localidad de autoridades, cofradías gastronómicas y folcloristas acompañando a la Orujera Mayor, título que, entre otros, ha recaído en ediciones anteriores en políticos como Manuel Fraga y Juan José Lucas; periodistas como Luis del Olmo y Carlos Herrera,; deportista como Oscar Freire, Rhut Beitia y Berta Betanzos, o cantantes como David Bustamante.

Historia

La elaboración de orujo en la comarca de Liébana se remonta a la Alta Edad Media, como se evidencia en los cartularios de los monasterios. Junto con el vino, se utilizaba como moneda de cambio para transacciones comerciales e, incluso, para el pago de tributos..

Las gentes de la comarca han sabido mantener hasta nuestros días la sabiduría de su elaboración, que se lleva a cabo en alquitaras de cobre, donde se destilan los hollejos, raspones y pepitas –“el brujo”- que resulta del pisado de las uvas con las que se obtiene el vino.

La aprobación en el año 1.986 de una nueva legislación en materia de alcohol prohibió la destilación casera o con alquitaras móviles, con lo que la fiesta quedó suspendida durante nueve años (entre 1.985 y 1.993).

Después de duras negociaciones con el Ministerio de Economía se logró volver a poner la fiesta en marcha en 1.994, teniendo en cuenta sus especiales características lúdicas, culturales y turísticas. Desde entonces se viene celebrando, el segundo fin de semana de noviembre con el objetivo de mantener y dar a conocer las costumbres y tradiciones de los lebaniegos.