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Opinión:

Blas Infante, La fabricación de un mito

Por Joaquín Sama Naharro (*)

sábado 17 de octubre de 2015, 02:38h

Los partidos políticos de tendencia izquierdista, al ser oficialmente laicos, con frecuencia se sienten obligados en sus actividades públicas a prescindir de las divinidades, llegando en alguna ocasión incluso a hacer ostentación de esa postura laicista como forma de reafirmación ideológica ante su electorado.

Sin embargo, conscientes del poder que los ídolos tienen aún entre la gente sencilla, en Andalucía no tardaron en crear uno, aunque para ello tuvieran que ocultar a la opinión pública aspectos fundamentales del personaje elegido para convertir en mito, aspectos que de haberse conocido hubieran podido suscitar controversia o incluso rechazo hacia el proyecto.

De ese modo, a los habitantes de Andalucía nos fue endosado un padre de una patria, que creyendo la mayoría de los andaluces era toda ESPAÑA, desde aquel momento dejó de serlo, para convertirse solo en una parte de la misma con la confusión que ello conllevaba: ¿España o Andalucía? ¿Andalucía o España? ¿Las dos iguales? ¿Una más que otra?

Pensarían nuestros líderes políticos, esta vez derechas e izquierdas al unísono, que si en las provincias vascongadas, salvando las diferencias ideológicas, habían convertido a Sabino Arana en padre de su patria, a ver por qué Andalucía no iba a tener también su propio padre. Y para subsanar ese agravio comparativo, ante la falta de otras ideas más útiles, se lanzaron entusiasmados a darnos el padre que nos faltaba.

Llegado este momento, podríamos preguntarnos: ¿Y por qué no una madre? ¿Se pensó a tal fin en Mariana Pineda, acusada de colaborar en un levantamiento liberal andaluz contra el absolutismo de Fernando VII y ejecutada por ello? ¿Jugó el machismo algún papel en la elección de un padre en lugar de una madre? ¿Hubiera sido posible hoy esta elección con la Ley de Igualdad de Géneros?

En cualquier caso, la Junta de Andalucía llevó a cabo su proyecto, con el entusiasmo de la Oposición, silenciando significativas ideas del elegido como padre de esta nueva patria, y sin que ni entonces ni ahora quienes vivimos en ella, hayamos mostrado interés alguno por volver a los reinos de taifas y mucho menos por vivir en un país islamista.

Se ha silenciado, siendo por tanto desconocido para la mayoría, que Blas Infante con 39 años peregrinó a Agmhad, pueblo cercano a Marrachek, -la Meca le quedaba muy lejos-, y el 15 de septiembre de 1924 realizó públicamente la shahada, -especie de bautismo musulmán-, convirtiéndose al islam y adoptando el nombre de Ahmad.

La ceremonia consistió en dar las siete vueltas preceptivas en sentido opuesto a las agujas del reloj, alrededor de un monumento importante del Islam, en este caso la tumba del último rey moro de Córdoba y Sevilla, Al-Mutamid, el rey poeta, que derrotado por los cristianos llegó a Marrachek con la intención de reunir otro ejército con el que volver a combatir a los cristianos, sorprendiéndole allí la muerte.

Al finalizar Blas Infante las siete vueltas alrededor de aquella tumba, que no era precisamente la de los Reyes Católicos, los testigos moriscos presentes le regalaron una chilaba y un puñal bereber que conservó toda su vida. A su casa en Coria del Río la llamó Dar-al-Farah. Su conversión al Islam fue total.

Consecuentemente con lo anterior, he aquí algunas de las ideas de Blas Infante, en absoluto inocuas o tangenciales, recogidas en los escritos del llamado “Padre de la Patria andaluza”:

“Andalucía fue conquistada por Europa, pero Andalucía nunca será Europa”.

“La Reconquista no fue tal, sino una conquista movida por la animalidad cristiana”.

“La Giralda sevillana está cubierta con el gorro del cautiverio de la pesada cúpula cristiana”.

“Sentimos llegada la hora de consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España. Declarémonos separatistas de este Estado.”

“El Profeta de nuestros antepasados, de Al-Andalus…como todos los profetas, será nuestro Profeta”, es decir, Mahoma.

Blas Infante se presentó repetidamente a las elecciones, unas veces como candidato por el Partido Republicano Federal, y también por la coalición Izquierda Republicana Andaluza. Con aquellas ideas es lógico que nunca resultara elegido, quedando a considerable distancia de sus oponentes políticos.

De haber triunfado su ideología, ¿Se imaginan a las mujeres andaluzas vestidas con el hiyab, como manda el Corán? ¿O al llamado “Padre de la Patria andaluza” haciéndole ascos a los productos del cerdo, -rico Jabugo- que posiblemente hubiera tratado de prohibir? ¿Los vinos de Montilla y Jerez solo para la exportación? ¿Sin corridas de toros? ¿O rechazando la Semana Santa, las romerías del Rocío o de la Virgen de la Cabeza, de Andújar, por poner solo unos ejemplos? ¿Se imaginan las catedrales de Andalucía sirviendo únicamente como museos? ¿Con minaretes llamándonos a la oración, y los viernes festivos en lugar de los domingos? ¿O aplicando la sharía, es decir, el derecho musulmán clásico? ¿Se imaginan Andalucía como una región al nivel socioeconómico en que se encuentran las regiones del norte de África?

Por fortuna, aunque nos lo hayan asignado como padre, los hijos no siempre tienen por qué seguir los consejos de sus mayores.

(*) Joaquín Sama Naharro es Psiquiatra

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