Pero siempre he gozado de esa luz evanescente hecha de polvo de estrellas que es la creatividad literaria, la escritura, la fantasía que me ha acompañado en los momentos más y menos trascendentes. Me gusta pensar que he alcanzado metas interesantes en momentos de salud personal, familiar y nacional. Alcanzar el objetivo no es llegar muy alto, es sencillamente aceptar y paladear lo que el destino ha dispuesto para ti. Pensar que has llegado hasta dónde has podido, que era muy difícil mantenerse a una considerable altura sin sentir el peso plúmbeo de la soledad y que quizá sea mucho mejor volar más bajo y sentir la caricia de la brisa templada y de la luz meridional y crepuscular que el sol cegador.
Cuando estás bien, todavía consciente y te ves a ti mismo y te ven simultáneamente encaramado más allá del mundo real, en el mundo literario y eterno de los argumentos, en el universo mundo de la fantasía que te protege de los horrores de la realidad, de las desintegraciones y deserciones, de las corruptelas y corrupciones, de la corrupción de toda una cultura semipútrida, tocada de muerte por sus protagonistas y por nosotros; recuerdas conmovido aquellos momentos de pureza, donde todo era grácil y transparente como la juventud perdida, como el murmullo del recuerdo, el aroma penetrado en los lugares más sagrados y recónditos de la corteza cerebral. De tu corteza cerebral.
Posiblemente esos recuerdos perdidos en el subconsciente colectivo sean los del “Jardín del Edén” cuando el hombre y la mujer paseaban desnudos y veían a Dios con frecuencia a la caída de la tarde y charlaban con él. Cuando no sabían, cuando no sabíamos lo que era la muerte pues tampoco conocíamos el pecado, puros e incorruptos como Dios nos creó.
Ha sido preciso pasar por este valle de lágrimas, por este lugar penoso y también gozoso y maravilloso como lo sabía describir y lo sentía el Beato Pablo VI en su “testamento final”, para llegar a conocer, a reconocer la divina Redención de Cristo, del Cristo histórico. Para recuperar así ese horizonte de luz, el lugar paradisíaco destinado a los hombres del que el mismo Cristo nos hablaba desde el árbol de la Cruz cuando dijo al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
O sea en el “Nuevo Jardín del Edén”, para no morir jamás, tal como el Padre nos pensó desde el principio de los siglos.
(*) Germán Ubillos Orsolich
Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)