Relevan a varios mandos policiales paraguayos por la fuga de cuatro reclusos

La fuga, que se produjo después de que una prostituta lograra introducir un arma de fuego a uno de los reclusos, también motivó el arresto de una treintena de agentes que estaban de servicio a esa hora.
Los brasileños Nilton César Antúnez y Eder Pedro de Ferrato, ambos procesados por narcotráfico, y los paraguayos Agustín Ríos y Carmelo Ortiz, encarcelados por secuestro, se fugaron el pasado viernes de la Agrupación Especializada tras tomar de rehén a un custodio y saltar un muro.

Ortiz, que fue herido de bala por un guardia, fue apresado poco después en la vía pública y recluido de nuevo en esa dependencia, situada cerca de la cárcel asuncena de Tacumbú, la mayor del país y que funciona como centro penitenciario para ex agentes y reos de alta peligrosidad.
"Se puede hablar de una complicidad y (como) medida de prevención se tomó anoche la decisión de relevar a los principales responsables de la Agrupación y de la Dirección de Apoyo Táctico", afirmó Machado a periodistas.

La fuga, que se produjo después de que una prostituta lograra introducir un arma de fuego a uno de los reclusos, también motivó el arresto de una treintena de agentes que estaban de servicio a esa hora.
Machado confirmó la destitución del director de la Agrupación Especializada, el comisario Carlos Humberto Aguilera, así como de otras dos reparticiones policiales, lo que derivó en el relevo de al menos una veintena de oficiales.
"Se habla de mucha plata, se habla también de un apoyo externo muy importante, de mucho tiempo atrás, esa cifra no sé de dónde salió", señaló Machado al referirse a las versiones de prensa que situaron en 500.000 dólares el monto que supuestamente pagó uno de los fugados.

Se trata de Antúnez, considerado miembro del grupo criminal brasileño Primer Comando Capital (PCC) y en cuyo lugar de encierro fueron encontrados aire acondicionado, mesa de billar y un televisor de pantalla plana de 29 pulgadas.
Antúnez había sido detenido en enero de 2005 en la ciudad de Pedro Juan Caballero, en el noreste del país y cerca de la brasileña Ponta Porá, en una región donde proliferan grupos que controlan el tráfico de marihuana y de cocaína.

La corrupción en la fuerza pública ha sido advertida en un reciente informe del Departamento de Estado de EE.UU., que señala que las autoridades policiales paraguayas "tienen un escaso entrenamiento, poca financiación y generalmente son corruptos y actúan bajo el amparo de la impunidad".