Ex obispo Lugo cumple seis meses en el poder

El presidente paraguayo, Fernando Lugo, ha cumplido seis meses en el poder, urgido por profundizar los cambios que prometió y con la necesidad de un mayor apoyo político que dé oxígeno a su gestión, en un escenario económico poco alentador. Lugo sacudió las estructuras del Estado paraguayo al acabar con más de seis décadas de gobierno del centroderechista Partido Colorado cuando ganó las elecciones representando a una alianza heterogénea de partidos y movimientos sociales.

Ex obispo católico que se declara socialista y se ha acercado a los mandatarios de izquierda de la región, prometió gobernar para una mayoría pobre históricamente relegada e iniciar una lucha frontal contra la corrupción, en un país famoso por sus escándalos de fraude al Estado.Pero analistas creen que el tiempo apremia y que el presidente debería apurar los cambios para no defraudar a una población que recibió con enorme expectativa su llegada al poder.

“Creo que los cambios esperados no se han visto y la expectativa sigue siendo grande. Lugo y su equipo están arriesgando muy rápidamente el capital de credibilidad política que lo llevó a la presidencia”, dijo el analista político José María Costa.
“Ese capital se está perdiendo sostenidamente”, agregó. En sus primeras medidas, el gobierno eliminó los aranceles para la atención básica de salud en hospitales estatales y denunció redes de corrupción en la Dirección de Aduanas, la Policía Nacional y en la administración paraguaya de la hidroeléctrica Itaipú.

Además montó un cuestionado operativo policial-militar en el norte del país para acabar con la inseguridad y anunció un subsidio para familias pobres que aún no comenzó a implementarse. “Lugo ha hecho dos cosas relevantes: La lucha contra la corrupción en primer lugar y en segundo, un cambio en la cúpula de dirección del aparato estatal”, dijo el analista político y ex senador socialdemócrata José Nicolás Morínigo.
“El problema es que la cúpula intermedia y la más baja siguen siendo coloradas. Y existen fuerzas de mucho peso que pretenden seguir con el esquema corrupto anterior”, agregó.

Cerca de un 40 por ciento de los consultados en una encuesta divulgada esta semana se mostró desilusionado con la gestión de Lugo, en tanto un 42 por ciento apoyó al presidente, que mantiene un alto nivel de popularidad según el estudio del Instituto de Arte y Comunicación (ICA).
“No se puede pretender que todo se transforme de la noche a la mañana y los que votamos a Lugo sabíamos eso. Hay que dar un poco más de tiempo a este Gobierno”, dijo Carlos Benítez, un estudiante de derecho de 26 años.

FRAGILIDAD POLÍTICA, DEBILIDAD ECONOMICA

Para Costa, el presidente y su equipo cometieron el error de abocarse a cuestiones que demandan acuerdos políticos muy amplios y no crean la sensación de cambio. A finales de enero, Lugo sufrió un duro traspié cuando fracasó en su intento de convocar al Congreso para cubrir una vacante en la Corte Suprema de Justicia debido a la ausencia de dos legisladores de la coalición gubernamental, lo que dejó de manifiesto su frágil apoyo en las cámaras. “Lugo lidera un equipo que no consigue articularse para mantenerse en el poder”, opinó el diputado opositor Víctor Bogado.

En este escenario, el gobierno deberá enfrentar un año complicado en lo económico que conjuga una importante caída en la producción agrícola, la baja en los precios internacionales de las materias primas y los efectos de la crisis financiera mundial. El Ministerio de Hacienda, que ya redujo la estimación de crecimiento económico para el 2009, inició una cruzada buscando que el Congreso apruebe los préstamos externos que necesita para financiar el presupuesto y los programas sociales. Pero finalmente todo dependerá de un acuerdo político. “Los esfuerzos en el plano económico van a naufragar si no hay capacidad política. Y todo parece indicar que esos esfuerzos no van a tener resultado", dijo Costa.