Al final ganó la roja, que tuvo más roja la sangre

En los primeros minutos, dos aproximaciones chilenas al arco rival indicaban la pauta de lo que sería el encuentro en esa etapa. Fue así como pasados recién los 20 minutos iniciales el elenco chileno (que vistió de blanco) recuperó un balón por acción de Arturo Vidal en la mitad de la cancha y la profundización correspondió a Alexis Sánchez por la entrada derecha de la zaga europea en donde recibió Charles  Aránguiz y con una suerte de contorsión en velocidad metió un centro levemente retrasado al corazón del área, recepcionándolo un inspiradísimo Eduardo Vargas quien gambeteó lo preciso y sin perder más tiempo envió el balón al fondo de las redes de un descolocado Iker Casillas.

España sintió la estocada e intentó apurar el ritmo, pero a pesar de ello muchos “ooleee” comenzaron a bajar de las graderías, surgidos de las 40.000 gargantas de los hinchas chilenos.

En el área rival un aplicadísimo Claudio Bravo brilló cada vez que fue llamado a responder. Esta dinámica se mantuvo, hasta que una segunda banderilla acabó con el hispano toro malherido; y fue en el minuto 43 cuando Alexis Sánchez se adueñó de un tiro libre fuera del área española y  su fuerte y ubicado balonazo pasó sobre la barrera sorprendiendo a Casillas que de apuro sólo pudo repeler a medias con los puños, entregándoselo prácticamente a Charles Aránguiz quien tuvo tiempo de amortiguarlo, ponerlo contra el piso y pegarle con el borde externo de su botín derecho, imprimiéndole un efecto endemoniado que cada vez se fue alejando más de los aparentemente empequeñecidos guantes del golero español.

En el segundo tiempo los europeos salieron con otra predisposición, pero tenían al frente a unos sudamericanos que a su vez salieron con la misma convicción inicial. No había que fallar, era el momento de eliminar al Campeón del Mundo, al Campeón de Europa y al equipo mejor ranqueado por la Fifa en la actualidad.

Y así, jugando de igual a igual, sin complejos y en numerosos pasajes con inédita autoridad, la oncena de Jorge Sampaoli dejó en claro sobre el más famoso de los pastos cariocas que roja hay una sola, la que ni siquiera se mancha cuando la guerrera sangre de sus hombres mana de alguna herida producto de la lucha por el triunfo final.