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Opinión

El mundo libre

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
El mundo libre

La estatua de la libertad en el estuario del río Hudson frente a Manhattan, en la embocadura de lo que es una de las ciudades más populosas del mundo donde ha residido el capitalismo más brutal,  como una perla inefable, gema de brillos multicolores lanzados sobre las aguas y el mundo, ha simbolizado y simboliza desde hace muchas décadas la llamada libertad.

Desde los gulags de la antigua Unión Soviética, desde los campos de exterminio del régimen nazi sobre los pueblos cercanos, sobre los ciudadanos  de raza no aria y los judíos, desde la China innumerable de Mao Tse- tung, desde el equilibrio nuclear que nos helaba la sangre y nos hacía dormir en una pesadilla permanente con unos cohetes  enterrados en silos de una tecnología bastante rudimentaria, casi de tornillos y de tuercas. Mientras Faína, mi guía en Moscú, me daba caramelitos y yo miraba el Kremlin con aquellos ojos aún tan jóvenes abiertos a las novedades y esa capacidad de sorprenderse que deberíamos de tener todos los intelectuales y los poetas, navegando en aquel barquito junto a la bella Emmita, mi amiga latina afincada en Miami y después en Nueva York, rumiando lo que sería quizá una sátira, quizá un drama, quizá “A la sombra de la Nada”, aquel libro finalista del Nadal, miraba y miraba los rascacielos como cajas de cerillas colocadas y apretadas en la isla, y la estatua blanca como una tarta flamígera y la cárcel de Alcatraz para los niños malos y no sabía bien lo que era el mundo pues el mundo no se conoce hasta que no se padece y había nacido finalizada la Segunda Guerra Mundial en el seno de una familia burguesa, burguesía acomodada, hijo de comerciante, entre vasco y yugoeslavo, con abuelo catalán y abuela riojana, estudiante sonámbulo como éramos entonces, que empezábamos una carrera y con ese corsé ortopédico que nos había puesto el abuelo de El Pardo, había que terminarla y sin rechistar, ¿eh?.

Bueno, pues así, balanceándome muy levemente junto a Emmita, me daba por pensar lo que era el “mundo libre”.  Efectivamente éramos libres porque teníamos dinero, ¿pero eran libres las personas que no lo tenían?, ¿es que había alguien en aquella zona del hemisferio norte que no tuviera un ochavo?

Como un murmullo venían a mi mente, como un vómito, voces lejanas salidas de lugares ignotos y que sin embargo venían a rebotar en la masa de ladrillos y de piedra que como el muro de un frontón era Manhattan.

West Side Story, Leonard Berstein, Chaplin comiéndose una bota, los vagabundos muertos tirados en las aceras entre patinadores negros con sus armatostes de baflex tremebundos, saltando en sus patines, y el siglo XX aún tan vivo y tan vibrante y Nixon y Kennedy y mi padre… Y todo lo que tendría que venir después… Lo que vendría.

El paro, el hambre y la mierda en bote, y la libertad de los que llegaban sin un dólar y terminaban millonarios en una sola vida o en una de las partes de esa sola vida y la otra toda entera para ir acumulando más dinero (o derrocharlo) como una bola de nieve que rueda por una ladera y según va creciendo arrastra rocas, piedras, pinos, yerba. Pero también esquíes y viviendas y vidas humanas.

Sí, así era el “mundo libre” en aquella época y quizá lo siga siendo bajo el reinado de Obama, pero después de haber vivido o mejor dicho sobrevivido durante  tantos años ya no tengo tan claro lo que sea el mundo libre o lo que se entienda por tal, y lo que para unos el placer es la sensorialidad sin adjetivos para otros es conseguir nuevas metas. Mientras mi ahijada desde Benarés y Calcuta me dice como la madre Teresa, “no, no es eso”, “búscate hacia dentro, la felicidad nunca se encuentra fuera, es un camino inalcanzable, interminable”, es el “Impossible Dream” que de forma reticente y reiterativa aparece en tu conciencia, esa conciencia bastante pocha como viejos actores que arrastran sobre un escenario vetusto una obra interminable, la obra de la propia vida.

(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos.

Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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