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Real Madrid puso fin a la guerra de Mourinho

Crónica Del Fracaso Sin Fracaso

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Crónica Del Fracaso Sin Fracaso

El entrenador portugués, José Mourinho, se marcha al final de la que ha sido, como él mismo declaró tras perder la final de Copa del Rey el pasado viernes ante el Atlético en el Bernabéu, “la peor temporada de mi carrera”, y lo hace habiendo ganado apenas tres títulos importantes, y sin el gran objetivo de la institución: Levantar la décima Liga de Campeones; sin embargo, el fracaso no ha sido fracaso.

Crónica Del Fracaso Sin Fracaso

Por Gaby Alonso - Twitter: @Gabriela_Alonso  

Dicen que en el fútbol “solo quedan los títulos” y eso es algo que el Real Madrid sabe muy bien. Tanto, que hasta el propio Mourinho se jactó tras la eliminación en semifinales de Champions ante el Borussia, de haber llegado más lejos en tres años que entrenadores de la talla de Di Stéfano. Y lo hizo sumando solo tres títulos de once que ha disputado en tres años, y antes del empate que sirvió en bandeja el título de la Liga al Barcelona, y de la dura derrota ante los colchoneros, que dejó a los merengues con la nada despreciable Supercopa de España ganada ante el Barcelona pero sin más títulos en la temporada que está culminando.

El portugués llegó al club en 2010 procedente del Inter de Milán, durante el segundo mandato de Florentino Pérez y tras una mala temporada del chileno Manuel Pellegrini, con el objetivo principal de acabar con la hegemonía del Barça entrenado en ese momento por el español Pep Guardiola, a quienes había derrotado en semifinales de la Liga de Campeones que ganó ese año en Madrid con los negriazules.

Tras la polémica iniciada por la partida del entonces capitán merengue Raúl González tras su arribo, llegaron los primeros buenos resultados, pero la derrota 0-5 en el primer clásico de la era Mourinho disputado en el Camp Nou, caló muy hondo, siendo un punto de inflexión en el estilo de juego de varios de los integrantes de la plantilla y en las tácticas del entrenador, que a pesar de encender el fuego en las ruedas de prensa cruzando palabras nada apropiadas con Guardiola, consiguió ganarles la Copa del Rey tras 18 años de sequía madridista, en la final disputada en Mestalla en abril de 2010, aunque días después se concretó la eliminación en la Champions, a manos de los blaugranas que posteriormente ganaron el máximo título de Europa.

Para la siguiente temporada Mourinho se anotó unos puntos al lograr deshacerse del entones director deportivo Jorge Valdano, luego de grandes problemas sucedidos entre ambos, pero la misma, tampoco comenzó bien: Barcelona ganó la Supercopa y le eliminó en cuartos de final de Copa del Rey tras haber regalado la ida en la casa blanca y empatar 2-2 en una revancha que significó el principio de una gran etapa clásica. El luso tenía entre manos una táctica espectacular para arrasar esa temporada y lo consiguió, completando a la perfección la llamada “Liga de los Récords” del fútbol español, en la que los blancos sumaron 100 puntos y un sin fin de primeros lugares en estadísticas en todas las posiciones del campo, que incluyeron una victoria en casa de los culés, en la segunda rueda y 121 goles logrados en su mayoría por el tridente más goleador de la historia del fútbol español integrado por Cristiano Ronaldo, Gonzalo Higuaín y Karim Benzema.

Estos dos últimos, habían sido parte de una de las primeras grandes polémicas que el entrenador generó, al no colocarlos juntos en campo y al decir públicamente, en oportunidad de la lesión del argentino, que no le gustaba e francés y quejarse múltiples veces de que mientras otros equipos tenían cinco delanteros, a él solo le quedaba uno e incluir la dura frase de “Benzema lleva menos goles que Carvalho y Ramos” como presión psicológica, quizás, para quien luego le dio tantas alegrías y en quien acabó confiando la titularidad en ocasiones más que importantes.

Mourinho tuvo tiempo de caldear los ánimos en la previa del partido ante Málaga en el Bernabéu, al responder a un periodista que “conmigo no puede pasar lo mismo que con Pellegrini porque si el Madrid me echa no voy a entrenar al Málaga, me voy a un grande en Inglaterra o Italia”, y otro que recibió el derechazo fue el árbitro Clos Gómez, al mando de la última final de Copa del Rey y por quien tras un Real Madrid-Sevilla, el luso listó 13 errores que a su juicio, había cometido el aragonés.

Y nuevamente apareció el muro de la Champions y la décima se postergó un año más, al quedar eliminados en semifinales y por penaltis, a manos del Bayern de Munich, aunque al renunciar Guardiola, Mourinho se anotaba unos puntos a favor, que aumentarían al ganar la Supercopa de España ante el Barcelona entrenado ahora Tito Vilanova que claramente no tenía el peso del anterior.

Sin embargo, cuando esos clásicos disputados a la perfección hacían soñar a la afición merengue con una buena temporada, la misma empezó con un tropiezo tras otro debido a las malas decisiones técnicas y a un cambio rotundo que tuvo el entrenador portugués.

Su actitud cambió, la del equipo también… rápidamente el tradicional rival se alejó en la Liga, a pesar de que no le pudo ganar ni el clásico de ida ni el de vuelta, donde Mourinho aplicó de maravilla las mejores tácticas.

Retornaron las polémicas, y de la peor manera, quedando en evidencia las disputas internas con referentes del equipo, como el capitán Iker Casillas, a quien decidió quitarle la titularidad, colocando a Adán quien según dijo “estaba en mejor forma”, pero luego también a este le desplazó, forzando la incorporación de Diego López. Sergio Ramos, José Callejón, Pepe y el propio Cristiano Ronaldo, también tuvieron desencuentros a lo largo de una temporada en la que puso en evidencia que armaba los equipos en base a sus caprichos, y quien le contradecía, iba a la grada.

Los futbolistas del Barcelona y de la Selección Española de Fútbol: Andrés Iniesta y Pedro Rodríguez, también fueron objetivo de sus destratos públicos tras defender al capitán.

Pero volviendo al fútbol, el equipo de Mourinho tampoco cedió terreno a los culés en la Copa del Rey 2012-2013, donde les eliminó, aunque perdió la final ante el Atlético, quedándose sin más títulos, al no poder acceder ya a la Champions tras la derrota con Borussia en semifinales, siendo la tercera vez en tres años que se quedaban los merengues con la décima en el buche.

En definitiva, se va un gran entrenador, que tiene a cuestas un saco muy pesado de títulos, pero que pasó sin pena ni gloria por la Liga Española, donde no logró el principal objetivo de la tan ansiada Décima de los merengues, pero si, cortar y con honores la hegemonía clásica del Barcelona y gracias a su poder de trabajo, brindar confianza a algunos jugadores como Álvaro Arbeloa, que acabaron siendo fundamentales para la obtención de la Eurocopa por parte de la Selección Española.

Si bien el lateral acabó separado del once inicial por uno de los caprichos del portugués en este último año, la velocidad que logró durante la estancia del entrenador, y la confianza para desbordar por la banda derecha y colaborar con el ataque, quedó más que demostrada en Polonia y Ucrania. Lo mismo sucedió con Ramos, a quien acostumbró al lateral cuando siempre ha sido central, con Coentrao del lado izquierdo y con Pepe, a quien ha denostado públicamente tras manifestarse en contra de la situación que vive Casillas, pero quien desde que comenzó a jugar en la línea media, ha mejorado considerablemente y se ha vuelto más correcto en el campo.

Si bien los títulos son los que quedan en los diarios, en los libros de historia del fútbol, y en el currículo de cada entrenador, un comienzo no desaparece ni siquiera con un final y este lusitano que llegó plagado de polémica y se va con más de ella, como no podía ser de otra manera, ha devuelto al Real Madrid a la elite del fútbol continental y ha dejado enseñanzas imborrables, además de haber hecho delirar en tres temporadas a toda una afición que se extiende varios kilómetros más allá de la Península Ibérica, pero su consciencia no puede permitirse estar tranquila, luego de haber estado al borde de arruinar la imagen de un club con la historia suficiente como para no pasar las vergüenzas que Mourinho le hizo pasar con sus declaraciones, con sus aptitudes, pero fundamentalmente, con los caprichos a la hora de formar los equipos, que hicieron poner en tela de juicio su profesionalismo en la última temporada.

Un fracaso en el libro de los títulos, un no fracaso en el de las enseñanzas. Florentino Pérez hizo lo que un día dijo Kennedy: “El hombre tiene que establecer un final para la guerra, sino la guerra establecerá un final para la humanidad”.

 

 

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