D.O. Ribera de Arlanza

La uva reina es la Tempranillo, denominado en estas tierras Tinta Fina o Tinta del País. El vidueño se ha adaptado a las mil maravillas a las duras condiciones climáticas castellanas, de forma que esta variedad de uva representa un  95 % del viñedo de la D.O. Arlanza. El resto, un 5% de las plantaciones, corresponden a las variedades tintas Garnacha, Mencía, Cabernet Sauvignón, Merlot y Petit Verdót. Lo complementan las variedades blancas  Albillo  y Viura. La proximidad geográfica a una denominación de origen tan consolidada como son los vinos de Ribera del Duero, y la coincidencia del cultivo de la casta fundamental, que es el Tempranillo, confieren rasgos comunes a las elaboraciones de ambas D.Os, aunque en general los vinos  de la poderosa Ribera del Duero poseen mayor complejidad… Pero esta especie de tutela por parte de los vinos vecinos, de bien merecida fama, comportan en mi opinión, más ventajas que inconvenientes a los nuevos vinos de Ribera de Arlanza.

Les comentaré mis impresiones sobre dos vinos tintos que son bien distintos. Ambos proceden de bodegas burgalesa de la D.O. El joven, Monte Amán, lo elabora la bodega homónima; es un Roble de Tempranillo que ha pasado 5 meses en barrica de roble americano.  Por lo redondo que lo encuentro, creo que haya dormido en botellero el mismo tiempo que en madera. Es un vino sin grandes pretensiones debido a su juventud, pero está bien hecho. El paso por madera (¿de más de un vino?), no le ha restado frutosidad ni frescura.

El otro tinto es el Vino de Autor Gran Lerma, de la bodega La Colegiada, y sin duda es un vino que prestigia a la joven D.O. Su creador es el enólogo Oscar Navarro, suficientemente conocido por Arzuaga. Elaborado con uva Tempranillo de la Finca El Borro, viene vestido de gala, en botella que anuncia lo que contiene. La etiqueta es muy elegante. Muestra las cuatro torres del herreriano Palacio Ducal de Lerma, que en la actualidad alberga el Parador de Turismo de la ciudad. Este Gran Lerma, salvando las distancias que se quieran, lo encuentro con características olfativas y gustativas muy  parecidas a los buenos vinos de los Ribera del Duero. Los frutos de este vino de autor proceden de parcelas reducidas, vendimiadas manualmente. Los mostos, tras la fermentación alcohólica y el consiguiente descube, hacen la maloláctica y la crianza durante dos años, en robles de procedencia distinta fabricados en tonelerías francesas.  Su producción es escasa y el resultado notable. Mantiene la fruta a pesar de la prolongada crianza. Destacan sutiles notas minerales, de cacao, y especias… y el adecuado equilibrio aromático y gustativo que tanto me agrada.