Sao Paulo Campeón en bochornosa final de 45 minutos

Hace tiempo ya que hay afirmaciones de varias figuras de la historia del deporte brasileño, acerca de que los estadios de aquel país, no están preparados para los grandes torneos que se avecinan y que en lo que tiene que ver con la seguridad, no están al 100%. Si bien se tratan de organizadores diferentes, ayer Brasil se anotó una nueva mancha, tras la bochornosa final de Copa Sudamericana entre el Sao Paulo local y el argentino Tigre.

El partido de ida había sido con un empate sin goles y ya se habían desatado algunas grescas entre los jugadores, que se repitieron en el Morumbí, donde el local se puso en ventaja 2-0 con goles de Lucas y Osvaldo en un primer tiempo que acabó siendo el definitivo.

Nadie ponía en tela de juicio que el local ganaba bien, sin embargo, Tigre rehusó salir del vestuario para jugar el segundo tiempo, denunciando agresiones del personal de seguridad del estadio Morumbí durante el entretiempo, y el árbitro chileno Enrique Osses dio por terminado el encuentro, tras esperar más de media hora después del tiempo reglamentario para iniciar el complemento.
El presidente de la CONMEBOL, Nicolás Leoz, entregó en persona las medallas y la Copa al Sao Paulo, declarado campeón. El capitán Rogerio Ceni, una de las leyendas del equipo paulista, al recibir el trofeo, se lo entregó a Lucas para que este lo ofreciera a la afición, en lo que fue su despedida de la institución.

Pero el sabor era muy amargo. A nadie le gusta obtener así un campeonato y mucho menos cuando el equipo tenía ya una lícita ventaja por dos goles.

Mientras esto sucedía, los diferentes medios de prensa se hicieron eco de lo que sucedía con Tigre en los vestidores, donde el entrenador Néstor Gorosito, contó lo sucedido: "Entró la policía y los agarró (a los jugadores) a palos. Una locura, lo que han hecho es una locura. No jugamos más", y agregó que esto es “consecuencia de todo lo que pasó en la semana. No nos quisieron dejar hacer el reconocimiento de campo en el Morumbí ayer y pusieron trabas para dejarnos hacer el precalentamiento en la cancha".

Mientras tanto, su ayudante de campo, Jorge Borelli, mostró a las cámaras los signos evidentes de haber sido golpeado por personal de seguridad, y otro de los agredidos, el futbolista Damián Albil, manifestó de manera contundente mientras dejaba visible la zona de su pecho donde recibió un culatazo por parte de uno de los policías: “al entrar al vestuario estaba esta gente esperando con látigos y pistolas. Era gente grande, entrenada, experimentada. Después vino la policía y en lugar de ir contra ellos, vino contra nosotros”.

Al salir del Morumbí, y por sugerencia del Consul Argentino en San Pablo, los futbolistas agredidos fueron a poner la denuncia, llevando además el bus en el que se transportaban, el cual también había sido apedreado antes de la bochornosa final de Copa Sudamericana.