Aunque nacido en Verona, desarrolló la mayor parte de su carrera en Venecia, donde trabajó para la aristocracia y las principales instituciones religiosas de la ciudad. Su pintura, heredera de Tiziano y contemporánea de Tintoretto —con quien mantuvo una rivalidad artística no exenta de admiración mutua—, se caracteriza por una exuberante paleta cromática, composiciones arquitectónicas complejas y una capacidad única para integrar múltiples personajes en escenas armónicas. Hay escenas mitológicas impregnadas de sensualidad; fondos de majestuosa arquitectura clásica y equilibrio entre lo divino y lo humano en la narrativa sacra del artista.
La exposición del Museo del Prado no parte de cero. La pinacoteca guarda varias obras importantes del artista, adquiridas en el contexto del coleccionismo real desde tiempos de Felipe IV. La gran novedad de esta exposición radica en el diálogo que establece entre las piezas propias y una serie de préstamos extraordinarios procedentes de museos de primera línea internacional. Entre ellos destacan la National Gallery de Londres, el Museo del Louvre, el Kunsthistorisches Museum de Viena y el Metropolitan Museum de Nueva York. Entre las joyas que se exhibirán por primera vez en España se encuentran:
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La familia de Darío ante Alejandro, procedente de la National Gallery, una obra maestra en la que Veronese representa con gran dramatismo el encuentro entre el conquistador macedonio y la familia de su derrotado enemigo .
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San Sebastián entre Santa Irene y un ángel, del Museo de Bellas Artes de San Francisco, donde el cuerpo del mártir aparece tratado con una sensibilidad que anticipa el barroco.
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La aparición de Cristo a la Magdalena, del Kunsthistorisches Museum, una de sus más sutiles interpretaciones del tema del Noli me tangere.
La monumental Las bodas de Caná —una de las piezas más emblemáticas del Renacimiento, no está expuesta, por la imposibilidad de trasladarla desde el Louvre por sus dimensiones (6,7 x 9,9 metros)—, pero la muestra incluye estudios preparatorios, bocetos y reproducciones digitales de alta resolución que permiten comprender su compleja composición y su enorme impacto en la pintura de la época.
Como parte del contexto veneciano que rodeó a Veronese, la exposición también presenta una selección de obras de Jacopo Tintoretto, con quien compartió encargos públicos y privados en la República de Venecia. Esta inclusión permite contrastar estilos: el trazo dinámico y dramático de Tintoretto frente a la composición armónica y refinada de Veronese. Destaca el cinematográfico El Lavatorio del propio museo, cuyas grandes dimensiones permiten que el pintor desarrolle varias escenas.
Además de las grandes obras terminadas, el recorrido permite adentrarse en el proceso creativo de Veronese. A través de estudios, dibujos preparatorios y análisis técnicos, se revela cómo organizaba sus talleres, elegía sus colores y estructuraba sus escenas.
La exposición se articula en tres grandes ejes que ayudan al visitante a comprender la profundidad y la evolución del arte de Veronese:
Narración y espectáculo visual: La capacidad del pintor para transformar relatos sagrados o históricos en escenas vibrantes, pobladas de gestos y simbolismo.
Venecia y la imagen del poder: Las aspiraciones de las élites venecianas se plasman en grandes encargos decorativos, donde la arquitectura, la moda y los banquetes reflejan la opulencia del momento.
Influencia en la pintura europea: Desde Rubens hasta el neoclasicismo, el legado de Veronese se proyecta en numerosos artistas que encontraron en su estilo una síntesis ideal de belleza, narración y orden.
La exposición, patrocinada por la Fundación AXA, puede visitarse hasta el 21 de septiembre de 2025 en las salas A y B del Edificio Jerónimos . El programa se complementa con visitas guiadas, ciclos de conferencias, publicaciones académicas y talleres didácticos .
La muestra supone una ocasión única para descubrir —o redescubrir— a uno de los grandes pintores del Renacimiento europeo. Su enfoque escenográfico, su paleta luminosa y su sensibilidad para los detalles lo convierten en un artista imprescindible para entender no solo la pintura veneciana, sino también el gusto cortesano europeo durante más de dos siglos.
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